jueves, 24 de septiembre de 2015

Cataluña: la mentira como costumbre


El prestigioso historiador José Luis Corral ha opinado recientemente sobre los acontecimientos históricos: “Las cosas han cambiado mucho, pero siguen existiendo demasiados intereses políticos que intervienen en la distorsión de los hechos históricos y a comienzos del siglo XXI se sigue haciendo presentismo con la historia; es decir, se proyecta una idea política del presente en el pasado aunque para ello sea preciso alterarlo y adulterarlo hasta el ridículo”.

Ejemplo claro de esta barbarie son los lideres catalanistas: políticos, intelectuales, artistas, etc., todos bien untados con dinero público, que con sus falsedades y mentiras han abducido a parte de la sociedad de Cataluña. Fruto de esta gran mentira (una entre tantas), es una web turística catalana que ofrece a sus clientes distintos circuitos con el motivo de mostrar la “verdadera historia y cultura del territorio catalán”: “Barcelona es la capital de Cataluña, y Cataluña es una nación milenaria. Nuestra nación os espera para ofreceros cultura, identidad, naturaleza y simbolismo. Si queréis conocer una auténtica visión de nuestra realidad, de nuestras raíces y de nuestra historia, venid con nosotros y os acompañaremos a través de un turismo que os mostrará todo aquello que no se explica. “¿Queréis saber por qué se esconde al mundo que los catalanes hicimos el descubrimiento

de América?”, “¿Queréis visitar dónde España colgó durante doce años la cabeza del General Moragues (nuestro Breaveheart)?, ¿Queréis visitar donde sitúa Richard Wagner el lugar en que estaba protegido el Santo Grial por los Caballeros Templarios catalanes?”… etc, etc,.

Si el incauto opta por el circuito del “descubrimiento de América”, se podrá saber de primera mano que: “Cristóbal Colón era catalán, barcelonés, miembro de la familia real que llevó a la nación catalana en su expansión por el Mediterráneo, y que llego a América saliendo del puerto de Pals, en Gerona, no de Palos de la Frontera en Huelva. Es en aquella época esplendorosa que nace la concepción de la nación catalana como una unidad territorial y lingüística, entre países hermanos y de igual a igual, que reúne el Principado de Andorra, el Principado de Cataluña (con la Catalunya Norte actualmente bajo el Estado francés), el País Valenciano y las Islas Baleares. Sólo la constante voluntad de aniquilar la memoria histórica catalana por parte de los españoles explica la tergiversación de la nacionalidad de Cristóbal Colón haciendo creer que era Genovés”. No solo Cristóbal Colón es catalán, sino que también señalan como catalanes universales a Santa Teresa de Jesús y Leonardo da Vinci, a la vez que proclaman que el Quijote se escribió primero en catalán.


Este panfleto-web, también señala los 300 años de ocupación española:
“Desde la pérdida del Estado catalán en el 1714, hasta su próxima recuperación, tres han sido los momentos más críticos para la supervivencia de la nación catalana, aún hoy día no asegurada: la Guerra de Sucesión en Europa (1707-1714), para ellos Secesión, la napoleónica Campaña de España -o Guerra del Francés- (1808-1814) y la Guerra Civil española -o Guerra del Español- (1936-1939)”.

Estamos ante un  auténtico tratado de falsificación histórica promovida y financiada por un entramado político corrupto que únicamente trata de acomodarse y perpetuarse en el poder más exclusivo, dividiendo a la sociedad catalana a base de engaños, mentiras e ilusiones planetarias. La página turística también dedica especial atención a los sucesos de 1714, que se conmemoran en la famosa Diada. En aquellos fatídicos momentos y después de “un asedio sangriento de más de un año”, … Barcelona cayó en manos españolas y la nación catalana perdió su Estado de más de 700 años”.

Esta sarta de mentiras, engaños e invenciones ya viene de lejos. Uno de los primeros iluminados, más bien traumatizados catalanes por falta de historia y protagonismo, es Próspero de Bofarull i Mascaró, barcelonés y director del Archivo de la Corona de Aragón (sí, Aragón). Este individuo a mediados del siglo XIX reescribió y suprimió los nombres y apellidos de navarros, aragoneses y castellanos del “Libro de los Repartimientos del Reino de Valencia”, con el fin de destacar los nombres catalanes en la conquista del reino de Valencia por el rey aragonés Jaime I en 1238. En los años 80 del siglo pasado un historiador y filólogo catalán (posteriormente defenestrado), desenmascaró al archivero y denunció su actividad que daba todo el protagonismo a los catalanes en la conquista del reino valenciano. Por aquellas fechas, curiosamente, desapareció del Archivo el testamento de Jaime I, que establecía claramente las fronteras de los reinos de Aragón, Mallorca, Valencia y EL CONDADO DE BARCELONA. Que casualidad.

No podemos olvidar al que puede ser considerado el primer tramposo-mentiroso escritor-historiador catalán del XVII, Juan Gaspar Roig i Jalpí. Este individuo escribió el “Libro de los hechos de armas de Cataluña”, asegurando que era copia de un volumen de primeros del s. XV donde se narraban, de primera mano, los sucesos “guerreros y conquistadores” de los catalanes. Esta gran libro-mentira, descubierta también a mitad del siglo XX, es considerado todavía (en Cataluña, claro), pieza clave de la literatura medieval catalana y fuente indiscutible de su historia a través de los siglos. Todo invención, todo mentira. Esta es la VERDADERA RAZA CATALANA.

Resulta inexplicable como la sociedad catalana, dirigida por este grupo de iluminados, se lanza a un expansionismo cultural, histórico y territorial sin ningún pudor, manipulando, inventando, adecuando o apropiándose de historia y cultura ajena, con el propósito de contar con una plataforma que de respaldo histórico a sus delirantes pretensiones.

Lo grotesco del asunto, es que no existe ni patria de 1000 años, ni héroes independentistas, ni reino, ni siquiera un himno íntegro, sin manipular, ni una bandera propia… ni tan siquiera el idioma, ya que lo que ahora es catalán, todavía en el siglo XIX era denominado por los propios lingüistas catalanes como limousin (de la ciudad francesa de Limoges, un dialecto del provenzal u occitano), y hasta 1913 no se fijaron las normas ortográficas que pusieron fin a decenios de disputas para escribirlo (por cierto, suprimieron la letra ñ ¿?).

Prácticamente todo es usurpado, inexacto o inventado. Cataluña es un gigantesco trampantojo. Y como ejemplo y a vista de todos es su ingeniada y “reciente” arquitectura medieval, visitada como ejemplo constructivo por miles de turistas que quedan admirados de la grandiosidad de sus edificios antiguos. Pero todo es un gran parque temático: catedral, barrio gótico con su conocido puentecito, Monasterio de Ripoll, Casa Canónigos, Palacio Pignateli, Palacio Berenguer, etc.


Actualmente, centenares de turistas recorren cada día el barrio gótico” de Barcelona, un gran éxito económico sostenido sobre una gran mentira. El movimiento cultural catalanista del XIX, denominado Renaixenca, buscó sin cesar el “pasado glorioso” de Cataluña, entre el que
se debía encontrar un patrimonio histórico-artístico que no existía. Previamente, se fijaron en el Monasterio de Ripoll, que por aquellas fechas se encontraba en completa ruina y que se utilizaba de cantera de materiales, para dar una base sólida a su gran mentira. A finales del s. XIX se realizó una obra prácticamente nueva, de estilo “románico”, donde enterraron a sus condes y se efectuaron continuamente celebraciones y exaltaciones de la “nación catalana”. Desde entonces, Ripoll significa la prueba inequívoca de la existencia de un pasado y una grandeza artística-cultural propia. Estupendo.

Y es que la arquitectura demuestra la existencia de una “nación legendaria” y, al no existir edificaciones características con marchamo catalán, se las inventaron. Puig i Cadafalch, arquitecto, historiador del arte y político, diseñó un modelo a la carta de arquitectura medieval típicamente catalana, separándose, por supuesto, de cualquier parecido a la francesa o castellana con el fin de diferenciarse claramente de los demás y dejando bien descrito como deberían ser las construcciones, hasta aquel momento inexistentes.

Según el espabilado arquitecto la “casa catalana” debe de ser: “la obra arquitectónica que más refleje la manera de ser del pueblo (…). La casa siempre es el arte nacional surgido de la propia tierra”. Y así la describe: “Un gran portal de medio punto en la planta baja, ventanas coronellas (altas, estrechas, partidas por columnas) en la planta noble, y el último piso se remata con una galería porticada y una torre en un ángulo”.


En su demencia nacionalista, afirmó que la arquitectura catalana se había paralizado en el siglo XV cuando Aragón se unificó con Castilla, y animaba a continuar a partir de aquel momento con el proyecto histórico de la nación ¿?, recuperando el estado original de todas los
restos de casas catalanas que existían, y negando la evolución histórica natural de la Edad Media que tenían ante sus ojos. En resumen, los 400 años anteriores había que olvidarlos y construir (inventarse) la historia y el arte de Cataluña durante esos más de cuatro siglos.

Con esa plantilla fantaseada, arquitectos posteriores realizaron numerosas rehabilitaciones, mejor dicho, reinvenciones, comenzando por inventarse un barrio medieval en la ciudad: el “Barrio Gótico”. Se abrieron calles, se reconstruyeron casas enteras, se derribaron otras, se intercambiaron fachadas, se inventaron puentes elevados, se trasladaron columnas, se abrieron galerías, nuevas ventanas, se reorientaron edificios, … apenas nada es original. Es el “barrio que nunca existió” y de “gótico” … nada, de la primera mitad del siglo pasado (Ver detalle en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-371.htm). De esta manera, se crea poco a poco el parque temático del “Barrió Gótico”, del que también forma parte su conocida catedral.


A finales del siglo XIX, la Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia de Barcelona, ofrecía un aspecto paupérrimo, desolador, feo y sin estilo definido. Esto no se podía tolerar, no se ajustaba a la historia que necesitaban. Antes de comienzos del s. XX, se le superpuso una fachada gótica y varios años después se añadió un cimborrio, dando como resultado un “espléndido templo gótico milenario” donde actualmente se agolpan los turistas-incautos para disfrutar de esta “joya arquitectónica”, y en la que los fines de semana se puede contemplar grupos de vecinos frente a su portada danzando al son de las populares sardanas.


Este baile tan venerado por el nacionalismo, que lo considera ancestral, no se perfila hasta el siglo XIX como música y baile único del folclore catalán. Pero esto no ha sido siempre así. Los bailes más típicos catalanes fueron una primitiva sardana, pero también la jota y el “españolito”. Como en la arquitectura, los regionalistas “depuraron” las danzas que contaban con puntos en común con las del resto de España, promocionando una nueva sardana y anulando y negando el resto de danzas tradicionales, haciendo de la primera el genuino y único “baile catalán”. El creador de la sardana moderna, tal como hoy la conocemos, fue Pep Ventura a mediados del XIX, inspirándose en la ópera y en la zarzuela. Por cierto, este músico se llamaba en realidad José María Ventura Casas y era andaluz, había nacido en Jaén (muy tradicional).


Pero esta locura no tiene límites. La página de turismo de la que hemos hablado al inicio, afirma que la catalanidad tiene sus orígenes en la tradición helena gracias a los griegos llegados a Ampurias en el s. VI a C. Estos griegos no llegaron directamente desde Grecia, sino que se trasladaron desde la cercana colonia de Marsalia (Marsella), pero según los creadores o promotores de esta web, esta tradición helénica:
“… ha estado siempre presente y consciente en nuestra nación, y ha marcado el talante de nuestra historia como base democrática y tolerante, versus el origen del derecho romano de los españoles y franceses, de tradición impositiva y siempre cercana a la inquisitoria Iglesia de Roma.” “Así pues, el espíritu griego de democracia impregnó los esplendorosos siglos X al XV en todo el Casal catalán (la corona Catalana y Occitania) con la creación de movimientos e instituciones como “Paz y Tregua” (siglo XI) o las “Cortes Catalanas” (siglo XII). Y este pensamiento animó a la Renaixenca catalana en el s. XIX como recuperación a través del arte de los orígenes helénicos de la nación.”.


Gracias a esta publicación nos enteramos que, después de transcurridos 25 siglos, los valores y el espíritu heleno que impregnaron el Mediterráneo, se encuentran únicamente refugiados y depositados en los hombres y mujeres catalanes (Véase familia Puyol y 3%), al haber caído todas las distintas civilizaciones mediterráneas en poder del mundo musulmán, cristiano o bajo el imperio arbitrario del derecho romano.

Josep Pla, escritor y periodista catalán (1897-1981), inexplicablemente medalla de oro de la Generalidad, reclamaba una nueva generación de historiadores catalanes que fueran fieles a la verdad: “¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva Historia? ¿Cuándo tendremos una Historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas que van saliendo?”.


- Voluntarios catalanes bajo la bandera de España.
- Mas.
- El nuevo Colon.
- Manel
Próspero de Bofarull i Mascaró
- La Raza Catalana
- Mingote
- Monasterio de Ripoll
- Plantilla para la casa catalana.
- Barrio gótico?
- La catedral antes y ahora
- Casa de los Canónigos
- La sardana
- Ricardo