jueves, 25 de febrero de 2016

Meteora: entre cielo y tierra


Tesalia es una región del norte de Grecia de grandes contrastes regada por el mítico río Peneo (actualmente Salámbria), donde alterna una gran llanura con bosque, montaña y costa. Es un territorio repleto de historia y mitología que debe su nombre a un hijo de Hércules: Tesalo.

Cuenta la tradición que fue el lugar donde nació Helén, el epónimo de los helenos, la tierra por la que pasó Jasón en busca del Vellocino, y donde vivió, trabajó y murió Hipócrates, el padre de la Medicina. En llanuras se criaban los famosos caballos que utilizó la caballería tesalia que conquistó Asia junto a Alejandro, que montaba otro ejemplar procedente de las yeguadas tesalias: Búcefalo.

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Es, asimismo, la patria de Aquiles y el lugar donde se asienta el monte Pelión, residencia de los centauros, mitad hombre mitad caballo, que eran la imagen del ser salvaje, sin hospitalidad ni leyes y esclavos de las pasiones animales. Entre ellos existían algunas excepciones, como el centauro Quirón, que será encargado de la educación del héroe Aquiles y, por mandato directo de Apolo, de su propio hijo Asclepio (Esculapio para los romanos), futuro dios de la Medicina.

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Una de las ninfas más conocidas y bellas de Tesalia era Dafne, hija de la Tierra y el río Peneo, cuya tortuosa relación con Apolo ha sido largamente representada. El soberbio Apolo, guardián de Delfos, discutió con Eros sobre quien era mejor arquero. Eros, molesto, se vengó lanzando dos flechas, una de oro contra Apolo y otra de plomo contra el corazón de Dafne.

El efecto de las flechas fue contradictorio. Mientras Apolo se enamoró completamente de la ninfa, ésta sentía un total rechazo por esos amores. Allí mismo, en Tesalia, comenzó la conocida persecución entre el dios y la ninfa. Ésta, al darse cuenta que estaba muy cerca de su padre el río Peneo, le pidió ayuda. Peneo la convirtió en un laurel antes de que Apolo llegara a abrazarla. El dios, desesperado, decidió, desde aquel momento, honrar a los triunfadores con coronas de laurel, en recuerdo de su amada.

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Dioses, ninfas, centauros, héroes, ... La belleza poética de la mitología que rodea la región de Tesalia resulta extraordinaria, pero su paisaje no lo es menos. En medio de la llanura se erige un singular conjunto de formaciones rocosas de notable altura e incomparable belleza, alguna de ellas coronadas por antiguos monasterios bizantinos: Meteora.

Declarada por la UNESCO en 1988 Patrimonio de la Humanidad, Meteora ofrece uno de esos paradójicos espectáculos en que la Naturaleza, unida a la acción del hombre, hacen de la simple contemplación una experiencia inolvidable.

Desde el siglo XI, en este histórico y legendario territorio, muy cerca de la actual población de Kalambaka, los monjes ortodoxos convirtieron en habitáculos las grutas existentes en las paredes de un conjunto de altas peñas, que más tarde remataron con pequeñas celdas, ermitas y monasterios. Estas gigantescas columnas de roca configuran un paisaje fascinante y, a la vez sobrecogedor, formado por cerca de mil altísimos peñascos que semejan un gigantesco bosque rocoso y cuyo origen se remonta a 60 millones de años. El el agua, el viento, hundimientos y terremotos, quebraron y modelaron el lugar cavando barrancos y gargantas entre las calizas para, finalmente, pulir y suavizar su forma actual.

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Este enclave mágico, esculpido a lo largo de los siglos, desprende un halo espiritual que motivó a aquellos primeros ascetas a retirarse a lo alto de sus paredes y cimas con el fin de “estar más cercanos al Creador”. Después de tres siglos de ascetismo, la fundación del primer monasterio es el que da origen al nombre actual. En el siglo XIV un monje del conocido Monte Athos, llamado Atanasio de Trebisonda, llega a la zona y funda un cenobio en lo alto de unaGran-Meteoro_thumb8 peña a más de 400 metros sobre el suelo, bautizándola como "meteora" (suspendido en el aire). De este modo, se designará en el futuro al complejo de altas rocas como "los meteoros", y al territorio como Meteora.

Actualmente solo seis son los monasterios que continúan activos y pueden ser visitados: San Nicolás Anapafssas, Roussanou, Varlaam, Gran Meteoro de la Transfiguración, Santa Trinidad y San Esteban. Pero la importancia que adquirió el monacato en la zona lo demuestra que, aparte de los seis conventos citados, se pueden observar las ruinas de otros quince cenobios, todos en lo alto.

Partimos desde Kalambaka para realizar un circuito de cerca de 20 km, que permite la visión y visita a los seis monasterios activos. Tras cruzar la pintoresca localidad de Kastraki,  la estrecha y tortuosa calzada comienza su ascenso hacia el conjunto de columnas rocosas donde se encuentran las construcciones monacales.

Mientras se remonta la carretera, van apareciendo los primeros peñascos en los que en alguno se aprecian grietas y covachas de las que cuelgan viejas escaleras de madera apoyadas sobre rudimentarias y precarias plataformas de tablones, que prueban su utilización antigua como refugio y vivienda de antiguos ascetas.

Poco a poco la carretera nos introduce en un país de ensueño donde el verde intenso de la abundante vegetación, alterna con los colores grisáceos de las escarpadas, imponentes y caprichosas peñonas de  arenisca, modeladas por el tiempo y la erosión.

Desde la misma carretera se puede observar el primero de los monasterios, San Nicolás Anapafssas. A más de 300 metros de altura, la construcción monacal, con sus paredes terrosas y sus rojos tejados, se prolonga hacia el cielo apoyada únicamente en la cumbre del farallón pétreo.

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La imposibilidad de visitar la totalidad de monasterios en una mañana, hace que seleccionemos dos de ellos para una visita en profundidad: Varlaam, por ser, posiblemente, el que tenga el acceso más impresionante y la iglesia y construcciones más acreditadas, y San Esteban, ahora convento de monjas, que cuenta además con una entrada asombrosa, un espléndido museo y unas panorámicas magníficas.

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Dejando atrás las vistas de San Nicolás Anapafssas, la carretera continua sinuosa hasta alcanzar las mayores alturas de Meteora. La primera edificación que aparece a la vista es el monasterio de Roussanou, con su pequeño cimborrio octogonal, su tejado rojizo y sus paredes ocres que continúan la verticalidad de la roca sobre la que se asienta. Su antiguo aislamiento, símbolo de suVarlaam-grabado_thumb2 espiritualidad, ahora se salva por un pequeño puente que le une a un montículo cercano.

Todos los monasterios son accesibles actualmente por carretera. Pero antes no era así. El acceso a ellos se realizaba mediante cuerdas y poleas que salvaban los 300 o 400 metros al suelo, con plataformas o redes que transportaban tanto a monjes como a pertrechos y materiales.

Esta manera todavía se puede observar en funcionamiento en el monasterio de Varlaam, al que realizaremos una detenida visita. Aún hoy las poleas siguen funcionando y elevando provisiones o materiales, pero no fue siempre fue así. Antes de las poleas o coincidiendo en el tiempo con ellas, el acceso a Varlaam y a la mayoría de los monasterios de Meteora, se realizaba con largas escaleras colgantes o con tramos de escaleras fijas que se anclaban a la roca. Cuentan que la entrada o salida del convento solía durar media hora. Actualmente para entrar al monasterio de Varlaam, consagrado a Todos los Santos, hay que salvar 195 escalones tallados en la roca.

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El conjunto monacal de Varlaam resulta única por su espectacular acceso, su paisaje, sus construcciones y la riqueza artística que atesora, en resumen, resulta una conjunción completa entre arte, hombre y una ensoñada naturaleza. Hay que destacar el katholikón o iglesia principal del monasterio, realmente impresionante, que conserva pinturas originales de los tiempos de su fundación referentes a los ciclos históricos, dogmáticos y litúrgicos de la Iglesia Ortodoxa. Tiene forma de cruz griega, con cúpula central y cuatro nichos laterales: al norte el “lugar sagrado”, al sur el nártex o vestíbulo, este y oeste para la oración.

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Muy cerca de Varlaam, se encuentra el monasterio más grande de Meteora: Gran Meteoro de la Transfiguración. Se alza a más de 400 metros del suelo, y se distingue de los demás por su gran cimborrio sobre su katholikón de forma cruciforme. Desde allí se pueden ver los cables que sostienen un pequeño funicular, apenas una cesta de metal colgada en el vacío, que utilizan todavía hoy los monjes para evitar las escaleras.

En el recinto se pueden encontrar pinturas de la época post-bizantina y frescos policromados sobre temática religiosa, obra del reconocido monje Strelitzas. Este cenobio llegó a ser Santa Trinidaden el s. XVI el centro neurálgico de Meteora, aunque había sido fundado en el XIV, como ya hemos visto, por San Atanasio de Trebisonda.

Continuamos con el recorrido hacia los dos últimos monasterios: Santa Trinidad y San Esteban. El monasterio de Santa Trinidad, muy cercano al de San Esteban, está construido sobre un abrupto peñón que tiene una fisonomía muy original. Las paredes verticales mantienen una planicie donde se sustentan las estructuras del monasterio, muy reconocible por algunos edificios encalados. En la actualidad ciento cuarenta escalones tallados en la roca conducen al cenobio con comodidad, evitando la antigua manera de acceso por poleas o escaleras de madera ancladas a las paredes verticales.

Durante la segunda guerra mundial, el monasterio fue víctima del expolio de alemanes e italianos, su rica sacristía fue saqueada y su biblioteca quemada. Entre los años 1942 y 1961 el monasterio estuvo abandonado, lo que propició la pérdida de muchas de sus reliquias, iconos y manuscritos. Posteriormente parte del patrimonio fue rescatado, y hoy en día se encuentra en el monasterio de San Esteban.

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Por último San Esteban, convertido en convento de monjas en los años 60, salvando así su ruina. Construido sobre la cima de un enorme peñón, resultaba relativamente fácil llegar hasta él, gracias a la existencia cercana de una colina. Un puente levadizo salvaba la distancia de diez metros existente entre colina y peñón, ahora un puente salva la garganta entre la peña y la colina. Habitado desde el 1200, fue convertido convento a principios del s. XIV.

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El katholikón, bajo la advocación de San Jaralambos, tiene forma de cruz griega con cúpula en el centro. Existe también la iglesia primitiva, de una sola nave, dedicada a San Esteban en el otro extremo del conjunto monacal, decorada con frescos del 1500. El antiguo refectorio está convertido en museo con objetos muy interesantes: iconos post-bizantinos, manuscritos, figuras de madera, textiles, ropas bordadas con oro, trabajos de platería, etc .

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Son varias las estancias del conjunto monacal, entre ellas un impresionante mirador entre enormes cipreses y varios ejemplares de calamodín todavía repletos de frutos. Desde allí, con Kalambaka en primer término, se tiene una hermosa panorámica de la llanura de Tesalia.

Virgen de ternuraAntes de regresar a Kalambaka, una última parada en el taller de iconos, Dimitri Zervopoulos, para observar el laborioso trabajo de creación de los iconos y una pequeña muestra de éstas representaciones de mediados del pasado siglo, entre las que se repite la figura de la Virgen de la Ternura, siempre presente en los monasterios visitados y no muy frecuente en occidente.

Eleusa, en griego, Ἐλεούσα, "ternura" es un tipo de icono donde se muestra la estrecha relación que existe entre Jesús y la Virgen María y el fuerte vínculo que los une como madre e hijo. En este icono la Virgen sostiene al niño, que toca su cara a la suya y pasa unMeteoron Panorama brazo alrededor de su cuello u hombro. De este modo se exhibe la plenitud del amor entre el dios y el hombre. 

Acabada la visita, a los pies de las asombrosas rocas, en Meteoron Panorama, disfrutamos de una típica comida de la zona, antes de continuar hasta Termópilas.

Ahora, desde la distancia que marca el tiempo, cuando los recuerdos se agolpan y revives la mitología que rodea la legendaria Tesalia y te sumerges en el recuerdo del inmenso bosque de piedra de Meteora, surgen y te envuelven, casi sin quererlo, los sentimientos de lo excelso, de lo sublime, de lo bello. Todas estas emociones, mezcladas con el evocación del olor a candela e incienso,  con el recuerdo del repique rítmico de la toaca y la cadencia de las salmodias de los monjes, producen la nostalgia de una gran vivencia, que, sin duda, permanecerá para siempre en el fondo del alma.



- Video: Meteora a vista de pájaro. THOMAS CHRISOHOIDIS.
- Hipócrates rechazando regalos de Artajerjes. Anne Luís Girdet.
- La educación de Ulises por Quirón. Jean Baptiste Regnault.
- Apolo persiguiendo a Dafne. Giovanni Battista Tiepolo.
- Meterora.
- Monasterio de la Transfiguración. Dibujo de Barskij (s. XVIII).
- Celdas.
- Monasterio de San Nicolás Anapafssas.
- Meteora. A lo lejos San Nicolás Anapafssas.
- Monasterio de Varlaam. Dibujo de Barskil (s. XVIII).
- Monasterio de Varlaam.
- Monasterio de la Transfiguración.
- Monasterio Santa Trinidad.
- Monasterio de San Esteban.
- Llanura de Tesalia. Kalamata. Desde San Esteban.
- Virgen de la Ternura.
- Rest. Meteoron Panorama.
- Meteora. Atenas.net.
 













martes, 2 de febrero de 2016

Cuando las asociaciones de defensa del patrimonio leonés eran otra cosa…

Hoy 2 de febrero, Fiesta de las Candelas, merece la pena recordar lo que hace unos años fue una jornada de reivinidicación ciudadana potente, seria y con futuro, para la protección y defensa de nuestro patrimonio. San Miguel de Escalada fue el protagonista y tal día como hoy del 2007, en una noche muy fría, se pusieron los medios para iluminar San Miguel y “encender” nuestras reivindicaciones.

Hoy solo queda el recuerdo de aquellas intenciones. La pasión y la fuerza reivindicativa se diluyó como un azucarillo gracias a un grupo de actores que no han pasado, como temíamos, del gris marengo, pero sin la elegancia que transmite ese color.

Son los herederos de aquellas pretensiones, pero solo son expertos en rencor y celos, técnicos en indolencia y pasividad, maestros de la ineptitud y representantes de la nada. Así les va.

Las Candelas y San Miguel de Escalada: una bella historia, un triste escenario (02-02-2008) .


    … Un día tan intenso no podía finalizar sin un colofón digno de San Miguel. Tras los testimoniales focos, llegó la potencia de modernos generadores que lanzaron sobre el templo 40.000 vatios de luz. La oscuridad del entorno y la luz sobre el Monasterio formaron un espectáculo mágico. En aquella fría noche de diciembre, la sutileza de San Miguel desafió el paso del tiempo y surgió poderoso, seductor, entre los ribazos que se asoman a los llanos del Esla, turbando a todos los que allí DSCF5617estábamos.

En los días siguientes fue incesante el apoyo entusiasta de diversos colectivos, municipios, vecinos, y todo tipo de personas comprometidas y sensibles con nuestro patrimonio. Había que volver a iluminarlo. Y que mejor ocasión que el día de la Fiesta de las Luces, las Candelas, el 2 de febrero, hace ahora un año, día en el que según la tradición popular, hoy casi perdida, finalizaba la Navidad, se bendecían las velas, las candelas, que se utilizarían en el hogar durante el año, se cantaban los últimos villancicos ante el Belén, que ese mismo día se retiraba, y se comían los restos de los turrones y dulces.

En las Candelas del año 2.007, la fiesta de luz y sonido atrajo a decenas de personas implicadas con el Monasterio, que participaron activamente en la fiesta y que, como manda la tradición, dieron buena cuenta de los últimos dulces de la Navidad y del orujo que por allí deambulaba. No faltó la luna llena, los discursos reivindicativos, la música medieval, los medios de comunicación, los trajes típicos, y, sobre todo, la procesión de todos los asistentes que, con una veDSCF5612la encendida, desfilaron en procesión por la explanada. El rito de los cirios (Lc. 2,32), en el que el anciano Simeón habla de Cristo como “luz para iluminar a las naciones ...”, se escenificó junto al Monasterio y todos los allí presentes pedimos al cielo que la luz, en todos los sentidos, llegue definitivamente a San Miguel e ilumine, de paso, a sus grises responsables.

Ante un giro inesperado en los acontecimientos, que ocasiona la llegada de personas indolentes e inoperantes a algún colectivo, otrora preocupado por la reivindicación del patrimonio leonés, en la fiesta de las Candelas del 2.008, este 2 de febrero, no se podrán repetir los mismos o parecidos actos que el pasado año con el fin de denunciar y exigir la protección y rehabilitación definitiva de San Miguel de Escalada, pero sirva este texto para recordar aquellos significativos y fascinantes días, que siempre estarán en nuestra memoria, y pedir ayuda haciendo nuestra la máxima del Obispo Sampiro: “Que la sabiduría encienda tu luz, ¡oh, San Miguel!, y desaparezcan las tinieblas.

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