jueves, 6 de marzo de 2014

León: Iglesia del Mercado

                  

La Iglesia del Mercado, declarada BIC el 28-09-1973, es conocida también como Nuestra Señora del Mercado, aunque su denominación oficial es Santa María del Camino. Es uno de los templos más antiguos de la ciudad, situado al suroeste del recinto campamental romano.

La denominación “del Mercado” no aparece hasta el s. XVII, buscando una nueva identificación tras la milagrosa aparición de la Virgen en 1505 a pocos kilómetros de la ciudad, sobre la calzada que lleva a Compostela. Esta última aparición obtuvo rápidamente un ferviente apoyo y culto popular, y el nuevo santuario erigido en el lugar, quedó bajo la advocación de la Virgen del Camino. Esta duplicidad en el nombre de las dos iglesias originó que, con el tiempo, al mencionar la primera de ellas se recurriera a una distinta denominación para distinguirla de la nueva: “Nuestra Señora del Mercado, la antigua del Camino”, o “Nuestra Señora del Mercado, la Antigua”.

Hace unos días, concretamente el pasado día 9, la actual parroquia y barrio celebró, como todos los años, la conmemoración de la aparición de una imagen de la Virgen que, según la leyenda que data del s. XVII, ocurrió el 9 de febrero del año 566. Siguiendo la crónica, la imagen adquirió el apelativo de la Virgen de la Zarza, al aparecerse a un pastor a extramuros de la ciudad, cerca de la calzada que entraba por el este, entre los matorrales y zarzas que por 
allí abundaban. Es muy posible que aquel lugar no estuviera muy lejos de una zona donde se venía practicando algún antiguo culto precristiano y que, gracias al “milagro”, se canalizaría y cristianizaría la práctica.

Tras el descubrimiento, durante siglos y para dejar constancia de aquella aparición y no olvidar aquel lugar sagrado, debió de existir un pequeño oratorio o ermita realizada en material precario. La primera noticia de la existencia de un verdadero templo la facilita el Padre Risco (Historia Sagrada, t. XXXV, p. 137), que hace referencia a un texto fechado en 1092 sobre una donación en la que se menciona: “…la iglesia que estaba en el camino de los Franceses”. 

Es verdad que la cita puede referirse a cualquier otra iglesia del Camino, pero la existencia en el acceso este de la ciudad de un “vico francorum”, un asentamiento franco que formaba un pequeño arrabal a extramuros, en pleno Camino de Santiago (Camino de los Francos) donde precisamente se encontraba esta Iglesia, hace pensar que el comentario en el antiguo documento pueda referirse a ella.

El origen de este establecimiento franco fue el devenir de innumerables peregrinos de más allá de los Pirineos, que acudían al sepulcro del Apóstol y que entraban en la ciudad por la ruta de oriente. Con el tiempo, el suburbio se incluirá dentro del recinto fortificado con la construcción primero en el s. XIII de una cerca de tierra y más tarde, en el s. XIV, con otra cerca edificada sobre la anterior construida de cal y cantos. Esta defensa exterior describe un arco irregular con los extremos apoyados en el antiguo recinto amurallado romano: desde la Torre de los Ponce, hasta el Palacio de los Guzmanes.

Es en 1186 cuando se tiene una referencia concreta a la Iglesia (Historia Sagrada, t. XXXV, p. 235), al figurar como propietario lindante en un contrato sobre la venta de una viña, “… Pedro Miguel, Capellán de Santa María del Camino”. Sea un poco más anterior o posterior, la Iglesia que hoy conocemos se construye entre los ss. XI-XII, sufriendo a lo largo de los siglos un sinfín de alteraciones y reconstrucciones, debidas, principalmente, a la debilidad que siempre mostraron sus apeos.

De planta basilical románica, la Iglesia del Mercado muestra tres naves sin crucero, con una cabecera de tres ábsides. Curiosamente, la nave de la Iglesia se estrecha 5 metros a los pies, mostrando una planta en forma de ataúd o sepulcro, posiblemente por su adaptación a las construcciones existentes en su momento. Hay quien aventura la posibilidad de que el arquitecto realizara esta forma en deferencia al sepulcro de Santiago, al ser este templo punto importante en el peregrinaje a Compostela.

Por su concepción e inconfundible estilo, hace pensar que interviniera en sus planos o en algún elemento constructivo o decorativo, el arquitecto Pedro Peregrino, conocido también como Pedro de Dios (Petrus Deustamben), arquitecto imperial de Alfonso VII, que también trabajó en San Isidoro, donde acabó siendo enterrado.

No se puede obviar al hablar de la Iglesia del Mercado, su ubicación en el lateral oeste de la Plaza del Grano, sobre la que se asientan sus ábsides, mientras que su frente se abre a la ruta ancestral del Camino de Santiago. Cuenta la tradición, que la cruz de piedra que se ubica tras la Iglesia, muestra el lugar exacto donde apareció la Virgen aquel 9 de febrero. Esa cruz, ahora sobre un pedestal de tres escalones, parece que sirvió en época medieval como picota o rollo de la ciudad, lugar en donde se castigaba o ajusticiaba a los reos de muerte, hasta que se levantó en el s. XV un nuevo rollo en la zona de Santa Ana (Rollo de Santa Ana). Ahora es el vínculo entre la Iglesia y el significativo espacio urbano que se encuentra en la trasera el templo: la Plaza de Santa María del Camino, conocida coloquialmente como Plaza del Grano.

Era allí donde se celebraba todos los miércoles (feria IV) el mercado principal de compra-venta de grano, pero también de los productos cultivados en el alfoz, los procedentes de los artesanos de la ciudad o los codiciados tejidos que aportaban los mercaderes judíos. Del mismo modo, era el espacio elegido por las autoridades para pregonar las ordenanzas y reglamentos municipales de todo tipo para su conocimiento general.

El espacio urbano que hoy ocupa la Plaza es probable que tenga su origen en la existencia de una antigua laguna, que por su profundidad fuera la última en ser desecada. Es conocido que, durante la dominación romana, en el sur, este y oeste de la ciudad, hacia la confluencia de los ríos Torío y Bernesga, primaba un paisaje netamente fluvial. Allí dominaban las inundaciones estacionales y las zonas pantanosas, en las que se mantendrían permanentemente diversas charcas y lagunas muy cercanas al asentamiento campamental, que se encontraba ligeramente elevado sobre ellas (http://www.fonsado.com/2011/02/leon-y-las-ninfas.html).


Curiosamente, en el centro de la Plaza existe hoy una fuente barroca realizada en tiempos de Carlos IV (1769) por Félix Cusac y José Velasco, en la que se alude a los dos ríos que rodean la ciudad, Torío y Bernesga. Están personificados como dos niños que abrazan simbólicamente la ciudad, representada ésta por una columna sobre pedestal, figurando sobre su capitel dos escudos coronados en los que se muestra un león rampante.

Es la única plaza de la ciudad que conserva la esencia típica del antiguo urbanismo leonés. Amplia, tranquila, pintoresca, con fuerte sabor medieval, aun mantiene soportales y el único y más antiguo pavimento de la ciudad formado por cantos rodados. Sorprende encontrar en medio de la ciudad, un lugar en donde parece que ha quedado atrapado el tiempo.


Recientemente, algún iluminado/a que se supone debe velar por la ciudad, movido/a por motivos inexplicables y en contra de la opinión pública y del sentido común, ha tratado de acabar con ella, escudándose en problemas de accesibilidad y saneamiento … La única complicación que todos vemos, es la existencia de un importante y suculento presupuesto (300.000,00 €). Ese parece que es el “problema”.

El proyecto se ha “parado” gracias a la protesta popular. De no ser así, la Plaza del Grano ya no existiría como la conocemos. Ahora, en sonadas ruedas de prensa, los mismos/as que han querido arruinarla la proponen, junto con su entorno, como BIC. Han pasado de querer transformarla y hacerla desaparecer como tal, a proponerla como Bien de Interés Cultural. ¿Quién lo explica?

Como hemos mencionado, la Iglesia del Mercado se encuentra en el lateral oeste de la Plaza del Grano, sobre la que se asientan sus ábsides. En 1740 se produce una reforma importante que lastra bastante su aspecto exterior. La construcción de un camarín detrás del altar mayor con espléndidas pinturas murales (recientemente restauradas), implicó la demolición del ábside central y el alargamiento de la nave correspondiente, que finaliza al exterior en una construcción rectangular con una gran ventana

de arco de medio punto y una pequeña puerta lateral de acceso. Esta obra trasformará negativamente el aspecto original del templo románico, que contaba con tres bellísimos ábsides en su cabecera.

Las cornisas y aleros de los ábsides laterales, están espléndidamente decorados. Destacar el resalte del ábside norte, donde entre los canecillos se aprecian flores decoradas de ocho pétalos en el interior de las metopas.

La entrada de la Iglesia está situada en el lado oeste, en la actual Calle Herreros. Tiene un portal de arco de medio punto peraltado y torre-campanario de tres cuerpos; los primeros de piedra y el último realizado en piedra y ladrillo con ventanas en los cuatro lados, es donde se alojan las campanas, mientras los cuerpos inferiores poseen un único vano sobre el portal. La torre se remata con chapitel modernista de pizarra (1880). La construcción primitiva debió tener una estructura muy parecida, conservándose nada más que una escalera de caracol hasta el primer cuerpo.

En el lado sur, Calle del Mercado, se observan las numerosas reformas que ha sobrellevado el templo, apreciándose tres contrafuertes, uno de ellos bajo una gran ventana. Entre estos machones, podemos observar cuatro pequeños vanos con columnillas al exterior y con interesantes capiteles y decoración jaqueada. Todos ellos se encuentran muy deteriorados y mutilados.

Bajo la segunda de estas ventanas contemplamos una interesante portada. Es la Puerta del Perdón, utilizada por los peregrinos que se dirigían a Compostela. Esta puerta sur es muy interesante, ya que en muy poco espacio se concentra una decoración, que aunque muy deteriorada, resulta curiosa. Posee dos arcos de medio punto, el exterior con bocel que se apoyaría sobre dos pequeñas columnas que no existen. En el arco interior aparecen formas decorativas musulmanas, muy parecidas a las que existen en la puerta de entrada al Panteón Real de San Isidoro desde la Iglesia: una forma lobulada (seis lóbulos), que se apoyan en impostas de moldura cóncava, llamadas de nacela. ¿Podrían ser ambas portadas obra del maestro Pedro Peregrino? 



En la Calle Capilla se sitúa el lienzo norte de la Iglesia, con una puerta actualmente tapiada por la cual saldrían los peregrinos. Fue recuperada en los años 70, al encontrarse semienterrada por la acumulación de sedimentos durante siglos. Posee arco de medio punto con bocel sencillo, sobre dos columnas lisas con capitel corintio; sobre éstos, impostas decoradas con palmetas enmarcadas geométricamente en sus tallos.

Casi todas las ventanas están bellamente enrejadas; recordar que el edificio en sus orígenes se encontraba a extramuros. Estas rejas de hierro datan del s. XII, destacando los paños en las ventanas que se encuentran en la portada, formados cada uno por tres cuerpos verticales, que contienen volutas dobles contrapuestas, forma muy difundida entre las rejas románicas que podemos observar en todo el Camino de Santiago.

Salvo en la Calle Herreros, el templo se encuentra a un nivel más bajo que la calle. En 1886 se rodeó de un cierre de poca altura formado por una hilera de sillares y una pequeña barandilla en metal, que separa la calle del templo y crea un pequeño atrio enlosado y empedrado alrededor de la Iglesia.

Este pretil se remata en la portada con dos leones de piedra sobre pedestal, que se hallan sentados y sosteniendo entre sus patas delanteras dos cartelas en las que se aprecia un búcaro con azucenas, muy parecido al que figura en el gigantesco relieve de la Anunciación que se encontraba en el hastial de la portada central de la Catedral. Desmontado a finales del XIX por Demetrio de los Ríos, fue trasladado a la parte posterior del claustro, justo enfrente de la entrada del Hospital de Regla. 


Estos dos leones proceden de la Catedral y formaban parte de los remates de un antiguo cerramiento del atrio catedralicio, derribado para construir el actual en el s. XVIII.


La Iglesia del Mercado siempre estuvo dedicada a la Virgen María. Invariablemente hubo una imagen del Virgen como titular del templo, a la que durante siglos se le rinde culto. Sin embargo, a través del tiempo, la efigie de María cambiará su fisonomía hasta la actual imagen, adaptándose a las vicisitudes del paso de los años, los incidentes y la piedad popular. El interior de la Iglesia y su imagen titular, serán tema para una próxima entrada.



- Plaza del Grano, Iglesia del Mercado. León.
- Humilladero, Virgen del Camino.
- Peregrinos medievales.
- Planta y situación Iglesia del Mercado.
- Sepulcro Pedro de Dios. San Isidoro de León.
- Cruz (rollo-picota).
- Plaza del Grano. Mercado inicio del s. XX.
- Plaza del Grano. Fuente e Iglesia.
- Ábsides.
- Lienzo este.
- Puerta del Perdón. Lienzo este.
- Puerta al Panteón Real de San Isidoro.
- Lienzo oeste.
- Rejas s. XII.
- Antiguo cerramiento Catedral (leones). Dibujo de Fernando Sánchez Pertejo.
- León sobre pedestal. Cerramiento oeste.
- Anunciación. Entrada Hospital de Regla.
- Nuestra Señora del Mercado.










jueves, 13 de febrero de 2014

Hécuba: la venganza ante la traición



Durante el presente mes de febrero, del 6 al 23, se representará en el Teatro Español de Madrid la que es considerada una de las grandes tragedias de Eurípides, la tragedia de todas las tragedias: Hécuba.

La obra llega a Madrid después de recibir los elogios de los críticos y el aplauso del público en las distintas ciudades que han tenido la suerte de entusiasmarse con la representación. Sobre todo en su estreno, en un marco inigualable y con una escenografía excepcional, dentro de la 59ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida 2013, donde pude disfrutar de su última representación el día 11 de agosto.

Dirigida por José Carlos Plaza, la compañía de la obra al completo y la actriz Concha Velasco, su extraordinaria protagonista, se despidieron esa noche del Teatro Romano de Mérida a lo grande: una gran ovación final por parte del público existente, el cariñoso agradecimiento de la protagonista y un balance de cifras que batió récords en las 59 ediciones de historia del conocido Festival de Teatro Clásico extremeño.

Hécuba es considerado uno de los textos más bellos, más actual y vivo, del más prolífico de los trágicos griegos: Eurípides. La obra fue representada por primera vez en la ciudad de Atenas en el año 424 aC, hace ahora 2437 años, manteniendo como contexto las trágicas consecuencias personales que originó la guerra de Troya.


Este mítico enfrentamiento de la antigüedad y sus secuelas, se pueden extrapolar a cualquiera de nuestros conflictos armados actuales, pero también a los problemas que origina la desastrosa gestión y el mal hacer del poder en todas sus vertientes, que ocasionan los grandes conflictos sociales de la actualidad. 

Por supuesto que nuestro país no escapa de esos grandes problemas, “gracias” a la crisis económica, tan negada a ultranza, que ha originado el intolerable paro, el incremento de la pobreza, los desahucios, los recortes sociales, etc., mientras sale a flote la gigantesca corrupción de políticos, instituciones, banqueros, sindicatos, empresarios, etc.

La trama de Hécuba se desarrolla en la costa Tracia, donde la flota griega, tras la destrucción de Troya, hace un alto en el regreso a sus distintos lugares de origen. Allí reina Poliméstor, antiguo aliado de Príamo, el que fuera rey de Troya. Junto con los griegos y como botín de guerra personal de Agamenón, jefe supremo de la alianza, viajan varias esclavas troyanas, entre ellas la propia esposa de Príamo, Hécuba, junto con dos de sus hijas: la sacerdotisa Casandra, ahora concubina de Agamenón, y la joven Políxena.



Durante el descanso en la costa Tracia, el ejército decide honrar a Aquiles, muerto ante los muros de Troya. Los griegos solicitan un sacrificio humano sobre la tumba del héroe, y la elegida para ello es la princesa troyana Políxena. Su madre, Hécuba, suplica clemencia a Agamenón, pero la intransigencia de Ulises impide cualquier tipo de misericordia. Sin embargo, Políxena está dispuesta a entregarse a la muerte antes de subsistir como esclava.


Hécuba llora el sacrificio de su hija, pero no acaba aquí su sufrimiento. Un mensajero le muestra el cadáver de su hijo más pequeño, el príncipe troyano Polidoro, que había sido acogido por Poliméstor, junto con gran cantidad de oro, con el fin de ponerlo a salvo de la guerra inminente con los griegos. Poliméstor, al enterarse de la destrucción de la ciudad troyana y con el fin de apoderarse del tesoro, asesina a Polidoro y lo arroja al mar.


Ese es precisamente el momento en que la vieja Hécuba, henchida de desgracias, se transforma. Implora justicia a Agamenón, que ahora es su dueño, para que la deje hacer y preparar su venganza. Hécuba hace venir a Poliméstor y a sus hijos, quien le asegura que Polidoro sigue vivo, ignorando que ella conoce que le ha asesinado. Con argucias le hace creer en la existencia oculta del tesoro de la familia real troyana, que los griegos no han podido encontrar. Hécuba y sus troyanas, ya dentro de la tienda que utilizan para agasajarle, asesinan a sus hijos y le dejan ciego con las fíbulas de sus vestidos. La venganza está cumplida. Con el tiempo, Poliméstor será abandonado por los griegos en una isla desierta.


La vieja y débil Hécuba que nació y vivió en palacios, esposa de rey y madre de hombres llamados a ser héroes y reyes, convertida ahora en esclava, arrastrada a tierra extranjera y resignada a vivir en cautiverio, se levanta más fuerte que nunca ante los acontecimientos que se producen y que destrozan su amor madre y la confianza en sus aliados y amigos, y devuelve con saña los golpes que recibe.

La obra de Eurípides trasmite una enseñanza que trasciende lo intemporal y que llega más clara que nunca a la sociedad actual: la venganza incontrolada que puede surgir cuando la gente de bien, la sociedad, padece la violación y el atropello de sus derechos, de los principios más elementales de respeto y convivencia, por parte de las instituciones o de las personas en las que ha puesto su confianza y entregado su protección.

Esta intolerable situación, puede conducir a que los engañados y traicionados realicen por su cuenta la más terrible de las “venganzas”. Que tomen buena nota nuestros dirigentes e instituciones … es posible que en un momento no muy lejano, llegue la hora de la ira y la furia de Hécuba.




- Concha Velasco como Hécuba (EL PAIS).
- Teatro Romano. Hécuba, 59ª Edición Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 
- Aquiles vencedor de Héctor. Fresco en Corfú de Michael McCollum.
- Busto de Casandra. Max Klinger.
- Hécuba y Políxena. Merry-Joseph Blondel.
- Sacrificio de Políxena. Giovanni Battista Pittoni.
- El dolor de Hécuba. Bramer.
- Hécuba ciega a Poliméstor. Giuseppe Maria Crespi.
- Eurípides. Copia romana de obra griega, s. IV aC.
- Concha Velasco.
- Audio: Ancient Greek Music: Paean and Processional (MisterAncienMusic).


viernes, 31 de enero de 2014

La “residencia” en León de María del Carmen Martínez-Bordiú y Franco




La actual Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Agraria de la Universidad de León, está ubicada, desde hace más de 60 años, en una finca de 16 hectáreas conocida como “Vega de Armunia”, y situada en la Avda. Portugal. Cuenta con un edificio de más de 1.000 metros cuadrados para docencia e investigación, pero también se pueden encontrar instalaciones complementarias como invernaderos, campos de cultivo y frutales, una estación meteorológica y zonas deportivas y de recreo.


Su creación data del año 1963, (Decreto 3.608/1963, de 12 de noviembre), por lo que el pasado mes de noviembre ha cumplido 60 años. Sin embargo, no se puso en funcionamiento hasta el curso académico 1966/67, pasando a denominarse en el año 1972, Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola, al integrarse en la Universidad de Oviedo. En 1979 y tras la fundación de la Universidad de León se integra en ésta y en 1993, tras implantarse la titulación de segundo ciclo de Ingeniero Agrónomo, toma la actual denominación de Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Agraria de la Universidad de León.

En la entrada, en la zona ajardinada, existe una fuente seca, muy deteriorada y completamente abandonada, con un alto pedestal cuadrangular en el centro, flanqueado por cuatro leones rampantes y coronados situados en las esquinas, que portan en sus patas delanteras una antorcha realizada en metal, en una postura un tanto irreal y grotesca.

Sobre el pedestal una representación de la diosa romana Ceres, Deméter para los griegos, con una gavilla de espigas bajo su brazo derecho, mientras que con su mano izquierda ofrece un ramillete de flores. 

Como sabemos, Ceres es la diosa de las cosechas y de la fertilidad, que ayudó a fijar sobre el terreno las poblaciones, hasta aquel momento nómadas, y las enseñó a organizarse y a cultivar la tierra. Una auténtica revolución social que domesticará animales, aprenderá a roturar, a sembrar y a recoger y moler posteriormente el grano, con el que el hombre elaborará harina, su principal sustento durante siglos. La diosa de la Agricultura, guía para los jóvenes estudiantes que se forman como ingenieros agrónomos.

La obra escultórica, de un tamaño considerable, unos tres metros de altura,  permanece prácticamente “oculta” para el público. Pero lo que más sorprende, es que es completamente ignorada y apartada de los circuitos de información y difusión de arte y de la escultura leonesa. Sirva como ejemplo su ausencia en la conocida guía, “León Escultura Urbana”, editada en 2007 por la Concejalía de Educación y Cultura del Ayuntamiento de León, con textos de Eloísa Otero y fotografías de Juan Villoria. ¡Parece increíble! Pero estando por medio quien está ...

Y es que la talla de la Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Agraria, posee, además, una de las historias más pintorescas y curiosas de toda la obra escultórica urbana de la ciudad de León, tanto por su autoría, como por el personaje representado.

Fue el cincel del extraordinario Víctor de los Ríos, el autor del conocido Quijote del Campus de Vegazana y de muchas de las tallas que protagonizan nuestra Semana Santa, quien realizó a comienzo de los años 70 el monumento a la Agricultura, o la representación de la diosa Ceres. El escultor pasó largas temporadas en nuestra ciudad al haberse casado en 1939 con una prestigiosa dama leonesa de conocida familia, Dª Catalina Fernández Llamazares, y tener su estudio en la ahora rehabilitada y conocida Casona de Víctor de los Ríos, propiedad de su esposa.

Víctor de los Ríos tomó como modelo para su obra nada menos que a la conocida como “nietísima”, María del Carmen Martínez-Bordiú Franco, uno de los actuales personajes mediáticos que más se exhibe y prodiga en los programas televisivos del corazón, además de ser frecuente portada en las revistas del idem.

Nieta del general Franco, Carmen Martínez-Bordiú, hija de Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de Villaverde y María del Carmen Franco Polo, hija de Francisco Franco, nació en el Palacio del Pardo en febrero de 1951, y fue considerada una de las mujeres más interesantes, rebeldes y bellas del país, antes de su matrimonio de conveniencia con D Alfonso de Borbón a los 21 años.



El Periódico ABC publicó el 17-07-1969 el testimonio fotográfico, de como una comisión de la Escuela Agrícola leonesa acude al Palacio del Pardo para mostrar y entregar a su abuela, Dª Carmen Polo de Franco y a la propia Carmen Martínez-Bordiú, una copia del boceto de la escultura realizada por el prestigioso Víctor de los Ríos, que se instalaría en los jardines de la Escuela.


Y allí sigue la “nietísima”, “viviendo” a la entrada de la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Una gran obra del maestro Víctor de los Ríos, desconocida, sin referencias, olvidada y en un estado deplorable. Un trato que no tienen otras obras que “decoran” parques y calles de nuestra ciudad, y que alguna de ellas no tendría que haber salido nunca del estudio de sus autores.



- Conjunto: fuente y obra.
- Desde la Avda. de Portugal, dentro del recinto universitario.
- Detalle.
- Víctor de los Ríos, primera etapa.
- Victor en su estudio.
- ABC 17-7-1969.
- 1971. María del Carmen Martínez-Bordiú en la inauguración del monumento en León.
- Idem., en la actualidad.
- Detalle de la  obra de Víctor de los Ríos. "Desconocida" para Ayuntamiento y autores ¿?.






sábado, 25 de enero de 2014

León en Tontour


Espléndida promoción ... con este vídeo publicitario seguro que no hay plazas hoteleras en la capital y provincia a partir del próximo lunes. Enhorabuena a los "artistas" y al Consorcio Provincial de Turismo.



Audiovisual promocional de Turismo para la Provincia de León. Realizado en 3D. Consorcio Provincial de Turismo de León. http://www.turisleon.com/ Autor: Juan Carlos Mostaza



viernes, 27 de diciembre de 2013

Hispania: el año comienza en enero


Saturnalia-Saturnales El joven Baco de William Adolphe Bpuguereau
Parece ser que la primera constancia de la celebración de la llegada del AÑO NUEVO, ocurrió en Mesopotamia 2000 años a C. Se celebraba coincidiendo con el llamado punto Aries o punto vernal, el punto de la elíptica a partir del cual el Sol pasa del hemisferio sur al hemisferio norte, lo que ocurre en el equinoccio de primavera, alrededor del 21 de marzo. En ese momento, se inicia la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur.

Equinoccio_vernal
En la actualidad los años y también los días, tienen su fundamento en los dos movimientos de la Tierra: sobre sí misma y alrededor del Sol. Es el calendario solar. No obstante, los meses se conforman con el movimiento lunar, formando la base de los llamados calendarios lunares.

Roma continuó, en principio, con la antigua tradición lunar de iniciar el año el 1 de marzo, martius, en honor al dios de la guerra: Marte. El año contaba únicamente con diez meses: el ya referido marcius, aprilis (aperire, abrir, brotar), maius (por la diosa Maia), junius (por el dios Juno), quintilis (mes quinto), sextilis (mes sexto), september (mes séptimo), october (mes octavo), november (mes noveno), y december (mes décimo). Como vemos, aun permanecen varios nombres de aquella primera denominación.

La ninfa Egeria dictando a Numa Pompilio las leyes de Roma de Ulpiano Checa.
El rey Numa Pompilio, s. VII a C., reformará el calendario y añadirá dos meses finales más a los ya existentes: ianuarius y februarius. De esta manera, el año tendrá 12 meses, con 355 días. Los meses poseerán 29 o 31 días y cada dos años se añadirá un mes. Toda esta reglamentación quedará en Roma en mano de los pontífices.

Se iniciaba el año el primer día de marzo (calendas, de ahí calendario), bajo los auspicios de Marte, el dios de la guerra. Esta era la fecha que señalaba el comienzo de las campañas militares y la designación de cónsules, pero también el inicio de la actividad agrícola que suponía para aquella sociedad la supervivencia.

Tras la denominada primera guerra celtíbera, del 181 al 179 aC, se firmó un tratado entre Roma y las tribus celtíberas hispanas, en el que éstos se comprometían a no fundar nuevas ciudades focalendariortificadas. Sin embargo, los pobladores de la ciudad de Segeda, de la tribu celtíbera de los belos, muy cerca de la actual Calatayud, realizaron una importante ampliación y restauración de su recinto defensivo, cuyo perímetro llegó a tener cerca de 8 kilómetros.

Tras conocer la situación, en el año 154 aC. el gobierno romano toma cartas en el asunto, ya que este “incumplimiento” chocaba son sus futuros planes expansionistas, y trata de preparar rápidamente una expedición militar que frenase urgentemente la reparación y construcción de las defensas celtíberas. Esta será el causus belli que servirá a Roma para su segunda intervención en Hispania.

Los preparativos bélicos chocan con un gran inconveniente. Se encontraban todavía en pleno invierno, faltando varios meses para las calendas de marzo, fecha, como hemos señalado, en la que se decidían los principales asuntos de Estado para el nuevo año, entre ellos las campañas militares. Si esperaban a marzo, los largos preparativos del ejército, su avituallamiento y su traslado a Hispania, significaría que las tropas no estarían prestas para el combate hasta septiembre u octubre, con un nuevo invierno por delante en Hispania, nada deseable para una campaña militar.

Numancia. Alejo Vera

Esta situación motivó que Roma adelantara el “comienzo del año” a todos los efectos, dos meses para así aprovechar la época estival, decidiendo que el año comenzase en el mes de enero (ianuarius), mes dedicado al dios Jano, el dios de las puertas, y a continuación febrero (februarius) dedicado a Plutón, dios de las ceremonias de purificación. Los dos últimos meses del año, se convirtieron de esta manera y por el conflicto con los celtíberos de Hispania, en los dos meses primeros del año.

¿Cómo finalizó aquel asunto? Roma nombró cónsul a Quinto Fulvio Nobilor que se trasladó de inmediato a Hispania con un ejército de 30.000Enero hombres. De poco sirvió a Roma en aquella campaña el cambio de fechas, que dura hasta la actualidad. La tribu de los belos, pobladores de Segeda, se aliaron con otra de las tribus celtibéricas más poderosas, los arévacos, cuya ciudad más importante era Numancia.

Las fuerzas combinadas celtíberas detuvieron primero el ataque del cónsul Fulvio Nobilor contra Segeda y luego lo rechazaron frente a Numancia. En aquel enfrentamiento, ocurrido el 23 de agosto del 153 a C., que motivó que, actualmente, más de 2.000 años después, el año comience en el mes de enero y no en marzo, perecieron más de 6.000 soldados romanos. El desastre militar de Roma fue tan grave, que posteriormente ningún general romano luchará en ese día a menos que fuera obligado.

Calendario agrícola del Panteón Real de San Isidoro. S. XII

- Saturnalia. Willian A. Burguereau.
- Punto Aries o punto vernal.
- La ninfa Egeria dictando a Numa Pompilio las leyes de Roma. Ulpiano Checa.
- Calendario romano en piedra.
- Numancia. Alejo Vera.
- Mes de enero. Calendario románico de San Isidoro de León.
- Reprodución del calendario agrícola del Panteón Real de San Isidoro de León.









martes, 17 de diciembre de 2013

Feliz Navidad !



YOUTUBE: jovenessustentables: "El mundo es maravilloso" 
(David Attenborough, naturalista)

sábado, 30 de noviembre de 2013

Ramo leonés de Navidad


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Existe una antiquísima leyenda que narra la existencia de un gallo en el Portal de Belén en el momento del nacimiento de Jesús. Se cuenta, que fue él quien dio el primer testimonio del acontecimiento, primero a los pastores y después a la gente que vivía en los alrededores del lugar. Es por lo que se dice que la venida al mundo de Cristo fue anunciada “ad galli cantus”, es decir, “al canto del gallo”.

Esta historia es una de las tantas que existen sobre el origen de la denominación de la Misa del Gallo, celebración que, en teoría, marca el paso del Adviento, de un tiempo antiguo, a uno nuevo de alegría y celebraciones. A partir de ese momento se activan las tradiciones navideñas plagadas, entre otras, de manifestaciones y actividades teatrales.


A lo largo de los siglos, la Navidad leonesa ha sido pródiga y original en cuanto a los actos, expresiones y dramaturgia navideña. Todavía persisten las pastoradas, los tradicionales villancicos y los autos de reyes; otras, como el “cantico de la Sibila”, que ya comentamos en otra entrada (http://www.fonsado.com/2010/05/la-sibila-eritrea_30.html), han desaparecido. Sin embargo, una de las tradiciones navideñas leonesas que ha estado a punto de eclipsarse, pero que está teniendo actualmente un auge y seguimiento sorprendentes, es la instalación en las casas del ramo leonés, posiblemente, una de las costumbres con más arraigo en la Provincia.

No obstante, al ser poco conocido fuera de León, se sigue pensando que la existencia del popular árbol de navidad es una tradición genuina de los países del centro y norte de Europa, y que desde allí fue exportado a todo el mundo. En León, en el territorio del Reino de León, ya existía esta costumbre tiene sus raíces en época prerromana, como veremos.

42Ramo_Leonxs_de_Navidad[1]

La tradición del ramo navideño es eminentemente rural, pero ha tenido un potente eco en la sociedad urbana, que aunque no era totalmente ajena a ello, ha estado y está ávida en la búsqueda de identidad y tradiciones propias que identifique a sus individuos y que, a la vez, los diferencien de costumbres vecinas. Gracias a esto, este entrañable uso tiene el futuro asegurado.

En su origen el ramo leonés era una simple rama de árbol de hoja perenne, de ahí procede su denominación, muy anterior a la romanización. Formaría parte del ancestral culto a la vegetación y serviría como ofrenda o tributo de fecundidad y prosperidad para el nuevo año. Con el tiempo, esta práctica se integraría en las fiestas o celebraciones paganas del solsticio de invierno, para más adelante convivir con los inicios del cristianismo, adaptándose a los nuevos tiempos, pero conservando parte de sus creencias antiguas. La Edad Media sería el momento de introducir en la tradición textos y cantos, junto con las ofrendas y tributos obligados, pero ahora integrados plenamente en las celebraciones religiosas cristianas de la Navidad.
Valdevimbre
El ramo leonés no solo es su estructura física, la costumbre del ramo es una manifestación de la cultura tradicional leonesa, formado por un conjunto de valores en el que, por supuesto, su armazón y los objetos simbólicos que contiene forman parte de ello, pero también su texto o copla, la música y la teatralidad, todo al servicio de la religiosidad popular.

Generalmente, la estructura material está constituida por un varal que se incrusta en un cuerpo, ordinariamente también de madera, de distintas formas: triangular, la más común, pero también cuadrada, redonda o romboide. Se adorna (“vestir el ramo”) con velas (12 que representan los meses del nuevo año), puntillas, cintas, labores de bordados, etc., todo de colores vivos. Lo complementan, recordando sus orígenes, formas vegetales tales como acebo, laurel, muérdago, hiedra, laurel, o cualquier rama perenne del lugar. No puede faltar la presencia de los productos típicos de la estación o dulces tradicionales, que formaría parte de la ofrenda o impuesto religioso: manzanas, nueces, bollos, rosquillas, etc. Se apoya en una peana, pero cuenta con la posibilidad de trasladarlo a modo de trofeo y así poder ser observado por el pueblo.

tenebrae
Esta tradición evolucionó desde la simple rama votiva arrancada y preparada de un árbol, a la estructura de madera descrita, que guarda parecidas formas con el tenebrario, existente en todas las iglesias, y del que ya se tiene noticias en el siglo VII. Los tenebrarios son candelabros triangulares que se sitúan en el presbiterio. Poseen quince velas que se van apagando durante el oficio de tinieblas de Semana Santa, en la que se cantaban los salmos y lamentaciones de Jeremías. Simboliza el día de la muerte de Cristo en la cruz, y sus quince velas las personas que supuestamente le acompañaron: los once apóstoles, las tres Marías y la Virgen María. El parecido con la estructura del ramo leones es evidente.

Tras la procesión de rigor, portado por hombres, en la que se exhibe el ramo leonés con sus “adornos y ofrendas”, se realiza la ofrenda y la plegaria correspondiente en el interior del templo, normalmente al finalizar la Misa del Gallo. La plegaria cantada es realizada siempre por las mujeres del pueblo con melodías propias de la zona, que recuerdan sonidos medievales y gregorianos. Aunque los temas giran casi siempre alrededor del nacimiento de Jesús, la plegaria y la ofrenda van dirigidas a la Virgen María, usándose episodios de las leyendas religiosas o de los Apócrifos.

Los cánticos suelen llevar un orden: permiso para entrar en la iglesia, estrofas de entrada, narración de las escenas evangélicas citadas, la ofrenda del ramo, petición de aguinaldo, despedida, felicitación de las fiestas y deseo de volver a verse en un año ... En algunos lugares, se intercalan los sucesos ocurridos en el pueblo durante el año.

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Se han llegado a catalogar más 200 antecedentes de ramo leonés en distintos pueblos de la Provincia. Es de desear que esta costumbre tan leonesa, arraigue y se consolide todo los años en estas fechas.


- Ramo leonés de Valcecillo.
- Video: "Ramo de Navidad", La Banzaca.
- Canto del ramo.Plaza San Marcelo. León.
- Canto del ramo en Valdevimbre.
- Tenebrario.
- Ramo del blog Sisters and Dresses.



miércoles, 30 de octubre de 2013

Día de difuntos




El primer concilio que se celebró en Hispania por la iglesia cristiana, fue el Concilio de Elvira (o de Llíberis), ciudad cercana a la actual Granada entre el 300 y el 324 dC. En aquel primer concilio, al que asistieron 19 obispos y veintiséis presbíteros de toda la Península, se trató de numerosos temas y se establecieron 81 Cánones, alguno tan trascendente como el del celibato.

Uno de los Cánones habla ampliamente de los “cementerios” y entre sus recomendaciones y prohibiciones se encuentra la siguiente: “Las mujeres no deben trasnochar en los cementerios, porque algunas veces con el pretexto de orar comenten maldades”.

Raban Maurus (derecha) presenta su trabajo en Gregorio IV (en el centro). Ilustración de la Laude Crucis , en torno a 831-840

Esta prohibición, a comienzos del s. IV, demuestra lo arraigadas que se encontraban las fiestas o celebraciones de difuntos, que en un inicio se celebraban en primavera para festejar la muerte de la Virgen, pero también la de los apóstoles y de múltiples mártires y justos.

Jean-Joseph Dassy
En el s. IX, concretamente en el 835, el papa Gregorio IV introdujo para toda la cristiandad la fiesta de difuntos en otoño. Sin embargo, fue su contemporáneo, el hijo y sucesor de Carlomagno, el emperador Luis I el Piadoso (Ludovico Pio), quien fijo el 1 de noviembre para honrar a todas las almas bienaventuradas. El abad de Cluny, San Odilón, a finales del s. X, promovió prolongar la fiesta al día siguiente, con el fin de rezar por el resto de las almas fallecidas que aun se encontraban purificándose en el Purgatorio.

Estas celebraciones religiosas otoñales, aprovechaban un tiempo de cierto ocio en las sociedades aimage002grícolas medievales una vez finalizadas las faenas de recolección, aunándose con conmemoraciones profanas donde imperaba la fiesta, los cánticos, el baile y la comida abundante. Concretamente en León sobresalen dos: el magosto o calbote y la matanza o sanmartino. El cerdo y la castaña son protagonistas de estas festividades, donde la gente se reúne junto al fuego, a veces toda la noche, se asan castañas, se bebe abundante orujo y, sobre todo, se narran cuentos e historias.

A pesar del cambio continuo de fechas en las celebraciones de difuntos, siempre promovido por el poder o la Iglesia, la tradición y creencias populares no desaparecieron. Muchas de ellas continuaron a través de los siglos, como la antigua creencia egipcia que aún se mantiene en algunos lugares, de que las almas de los difuntos visitan su antiguo domicilio una noche al año, dando lugar a que dejaran comida a sus seres queridos y lamparillas o candiles encendidos al lado del sepulcro, para guiarles hasta allí.

30 0ctbre 1901 LA NOCHE DE DIFUNTOSDIBUJO DE M. POY DALMAU

En España, con múltiples peculiaridades locales antiguas y actuales, cuando el cementerio no se encontraba dentro de las iglesias, parroquias, conventos u hospitales, era costumbre pasar la tarde y la noche del 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, al 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos, velando la tumba del ser querido, además de visitar a otras familias que hacían lo propio sus familiares. Previamente, los días anteriores se acudía al cementerio con el fin de asear y adornar con esmero el sepulcro.

El día de los muertos (1859) por William-Adolphe Bouguereau.El cementerio se llenaba de antorchas, palmatorias o lamparillas de aceite que alumbraban los distintos corros de familias que se formaban alrededor de la sepultura, y de soniquetes monótonos producidos por los rezos de letanías y rosarios. A veces, se encendían hogueras y se contaban sucesos excepcionales ocurridos en otros años en el mismo lugar, mientras el frio del otoño hacía que corriera profusamente el orujo entre la gente, sobre todo al final de la velada.

Los cada vez más continuados excesos en las celebraciones, hicieron que las autoridades prohibieron estas veladas al final del XVIII. La costumbre continuó pero limitándose a visitar los días de difuntos los cementerios, adecentando y llenando de flores las sepulturas de los seres queridos.

Actualmente, las tradicionales  fiestas de difuntos y santos en España se reducen a una corta visita familiar al cementerio, donde se colocan ramos de flores sobre los sepulcros de los seres queridos, y fuera de ellos, en el consumo de los dulces del momento, como los huesos de santo y los buñuelos de viento.

Sin embargo, las costumbres parece que ahora cambian más rápidamente. Hasta hace pocos años, no se concebía la fiesta de Todos los Santos sin la representación teatral o televisiva de Don Juan Tenorio, el conquistador sevillano que pretendía burlarse de la muerte. En cambio, la mascarada norteamericana de Halloween, que se encuentra con profusión en series de televisión y películas, pero que tiene un origen celta, adquiere un auge inusitado entre los jóvenes urbanos de nuestro país.


Ahora se ha desbordado, pero en origen, los niños estadounidenses cubiertos con sábanas y portando calabazas vaciadas con velas en el interior, recorrían los vecindarios para pedir donativos la noche del 31 de octubre. Sin embargo en Huesca y en pueblos de Madrid, mucho antes que EE.UU., los niños pedían monedas y dulces llevando también calabazas (es la época) vacías e iluminadas con velas, que después abandonaban en lugares especiales con el fin de asustar a las mujeres del lugar.

- Día de Difuntos. M Friant.
- Gregorio IV. Laude Crucis.
- Luis I, el Piadoso. Jean-J. Dassy.
- San Odilon, Abad de Cluny.
- La noche de difuntos. M. Poy Dalmau.
- El día de los muertos. Willian Adolphe Bouguereau.
- Estudio 1, 1966. Paco Rabal y Concha Velasco. Don Juan Tenorio.