viernes, 5 de septiembre de 2008

Expedición militar a Dinamarca


El Tratado de San Ildefonso firmado en 1796 entre Carlos IV y Napoleón, suponía una alianza ofensivo-defensiva entre las dos naciones para hacer frente a Inglaterra, enemigo común en aquellos momentos, con la obligación de prestarse ayuda militar si uno de los dos reinos así lo requería. Consecuencia desastrosa de aquel Tratado para España, fue la derrota naval Trafalgar en 1805.

A los dos años, en 1807, Napoleón, apelando a la alianza existente, exigió a España que enviara una expedición militar al Báltico, concretamente a Dinamarca, para potenciar el bloqueo contra Inglaterra, presionar a Suecia, aliada de los ingleses y, de paso, alejar tropas de la Península ante la prevista intervención y ocupación francesa.

El acuerdo firmado obligó a España a preparar y enviar un potente contingente de tropas, la División del Norte, al mando del marqués de La Romana, compuesta por 15.000 hombres entre los que se encontraba un grupo importante de ingenieros, que llegó y se desplegó por Dinamarca en marzo de 1808.

La expedición militar española estaba formada por los regimientos Guadalajara y Asturias, que se establecieron en la isla danesa de Zelandia, cerca de la capital Copenhague. En la isla Fiona se instalaron los regimientos de la Princesa, Voluntarios de Barcelona, dos regimientos de dragones, Almansa y Villaviciosa, además del cuartel general del marqués de La Romana. En la isla de Langeland, se situó el regimiento de Voluntarios de Cataluña, y en el continente, en Jutlandia, el regimiento Zamora y los tres de caballería de línea: del Rey, del Infante y Algarbe. Este importante contingente español se incorporó al cuerpo de ejército franco-belga al mando del general francés Bernadotte, príncipe de Ponte Corvo.

De la presencia militar española existen varias anécdotas que aun se recuerdan, como el incendio fortuito del castillo de Kolding, en Jutlandia, ocupado por el regimiento de infantería de la Princesa, o la célebre frase del propio Bernadotte que llegó a decir del regimiento de caballería de línea Algarbe:Yo con este regimiento entraría en el infierno y arrojaría de él al diablo”; incluso había escogido como su guardia de honor a una compañía del regimiento Zamora, que destacaba por su disciplina y marcialidad.

A raíz de la sublevación contra la presencia francesa en la Península, primero en Madrid y luego en el resto de España, la situación de la expedición española en Dinamarca fue muy delicada. España estaba en guerra, oficialmente no declarada, con Francia, y la decisión del comandante de las tropas españolas, marqués de La Romana, a pesar de no ser compartida por el segundo al mando, el afrancesado general Kindelán, fue la retirada de Dinamarca.

La repatriación fue muy compleja debido a la presencia francesa, que trató de impedir a toda costa el embarque de los soldados españoles. Algunos de los regimientos no pudieron llegar a Nyborg, en la isla Fiona, donde estaba previsto embarcar en buques ingleses. Concretamente los regimientos de infantería Asturias y Guadalajara, acuartelados en Zelandia, tuvieron violentos enfrentamientos con tropas francesas, que con ayuda danesa, les consiguieron cercar, dispersar y más tarde desarmar. Lo mismo le ocurrió al regimiento de caballería ligera Algarbe que fue rodeado y apresado y del que todavía se recuerdan las últimas palabras pronunciadas por un capitán del regimiento, Antonio Costa, que decidió suicidarse para salvar a sus tropas del castigo de los franceses y que han quedado grabadas en su tumba, junto a la iglesia católica de la ciudad de Fredericia: “Recuerdos para España”.

No obstante, aunque con muchos problemas, los regimientos del Rey, del Infante y Zamora, situados en el continente, consiguieron llegar a tiempo para embarcar. En total, fueron 5.000 soldados los que quedaron atrapados y no pudieron regresar a España; con el tiempo y para evitar la prisión, decidieron incorporarse al ejército francés y combatir en la campaña de Rusia. Tras la retirada francesa hacia el río Beresina, los españoles que quedaban, cerca de 2.000, desertaron y se unieron a los rusos. El Zar Alejandro I les dio la oportunidad de alistarse en sus filas, y el 2 de mayo de 1813 se creó con soldados españoles el Regimiento Imperial Alejandro I, constituyéndose como guardia de honor de la Zarina y de la Reina madre. Finalmente el 4 de octubre de 1814, los españoles serían embarcados y transportados hasta España.

Aunque la historia oficial danesa calificó la retirada de “huida cobarde” y a los soldados españoles como “traidores”, nunca se tuvo en cuenta que España estaba ocupada y en pleno conflicto armado con Francia. No obstante, a pesar de esa opinión, la presencia española en Dinamarca, aunque corta, dejó una huella imborrable en la población danesa de los lugares donde se instalaron y que todavía hoy permanece.

Fiel reflejo de lo expuesto, y como conmemoración de los 200 años del suceso, se realiza este año una exposición itinerante en los museos daneses de Holbaek, Kolding, Langelan y Roskilde, que bajo el título de “Cuando llegaron los españoles; un encuentro entre culturas en 1808”, recuerda el bicentenario de la presencia española con pinturas, armas y vestimenta de la época, dibujos, utensilios, etc., así como objetos personales o regalos de aquellos soldados.

Los daneses cuentan que los españoles convivían con la gente comportándose con ellos de manera familiar, tocaban la guitarra, hacían fiestas, jugaban con los niños, … Popularmente se les recuerda como personas educadas y alegres que aceptaban de buen grado las costumbres y la comida del lugar, que curiosamente les enseñaron el aliño de las ensaladas y también a liar tabaco (en Europa sólo se fumaba en pipa), sorprendiéndose de lo que podía llegar a comer aquellos soldados del sur: pájaros, gatos, ranas, caracoles ... De esa convivencia proceden muchos mitos en Dinamarca, como que los daneses de ojos marrones son descendientes españoles, o que un carácter fuerte o fisonomía mediterránea, tiene como origen un antepasado español.

Pero no solo la estancia española en Dinamarca está presente en la memoria colectiva, también lo está en la infancia y la literatura del gran cuentista danés Christian Andersen, como lo demuestran algunas de sus obras; en Próspero Merimée que les dedica una comedia con el título, “Les espagnols au Danemarck”, en una pieza musical sueca, “El vals de los españoles”, etc.

El 5 de septiembre de 1808, hace hoy 200 años, 10.000 hombres de la expedición española partía del puerto sueco de Gotebor con destino a España. La ciudad de Santander recibió a los expedicionarios como héroes e hizo repicar sus campanas durante tres días.



Grabados de época: Colección Suhr

7 comentarios:

  1. no conocía yo esta conexión danesa, sí conozco en cambio el libro de andersen sobre su viaje por españa

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  2. Quizás Napoleón al reclamar que las tropas españolas fueran a Dinamarca con la idea de apartarlos de España antes de la invasión francesa, no contó con el pueblo español que no se iba a doblegar tan fácilmente.
    Interesantísimo tu artículo de hoy, reconozco que no conocía lo referente a esta presencia española en Dinamarca.
    Buen fin de semana.

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  3. El interés de Andersen por España procede, sin duda, de aquella expedición militar.
    Siendo un niño tuvo la noción de su "princesa de España" de un soldado español. Andersen cuenta:

    "Nunca he logrado olvidar la estancia de los españoles en Fiona en 1808 ... Un día un soldado español me alzó en brazos y puso en mis labios una medalla de plata que llevaba colgando sobre su pecho ... A mí me gustaba la medalla y que aquél hombre bailara girando conmigo en sus brazos mientras se le caían las lágrimas; él tenía hijos en España ..."

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  4. Tampoco tenñia yo noticia de esta presencia española en Dinamarca.

    Es curioso que mientras tropas españolas luchaban en otros países, para liberar buena parte de Andalucía tuvo que intervenir un aventurero escocés (Juan Downie) y montar un ejército costeándolo prácticamente de su bolsillo. La diplomacia....

    Saludos y nuevamente me deja ensimismado con sus entradas.

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  5. Has nombrado a todo un personaje.

    No sé si llegó costear el regimiento que formó de extremeños, lo que si conozco es que llegó a ser general del ejército español y que se abrió paso de una manera heroica y suicida en el Puente de Triana, ya al final de la guerra.

    Un saludo

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  6. Bueno, y ya si hablamos del final de sus días...

    Como bien dices, por lo visto este señor, tras ser herido heroicamente en el Puente de Triana, ya que la descendiente de Francisco Pizarro le había regalado la espada del mismo y se empeñó en asaltar la ciudad espada en mano, se quedó prendado de la ciudad y acabó sus días como alcaide del Alcázar. Leyendo un día unas cartas del viajero Richard Ford, parece que siguió tramando cosas el señor Downie incluso en su vejez, y fue arrestado por alzarse contra Fernando VII. Genio y figura.

    Tengo una entrada pendiente para Downie, ya te avisaré el día que la cuelgue porque no tiene desperdicio la vida de este hombre.

    Saludos.

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  7. Siempre es un placer leer a Lorca.
    No esperaba encontrar parte de la historia por estos lares..........
    Saludos cordiales.

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