viernes, 26 de septiembre de 2008

Los cuatro recintos amurallados de León


El recinto campamental de la ciudad de León, sobre el que existen y recomendamos excepcionales trabajos de Ángel Morillo Cerdán y Victorino García Marcos, pasa por cuatro fases bien diferencias: dos fortificaciones militares levantadas y ocupadas por la Legio VI Victrix, y otras dos posteriores erigidas por la Legio VII, que se instala y permanece en ellos durante más de dos siglos. Estos cuatro recintos militares están claramente diferenciados y estudiados.

Los dos primeros se realizan en un corto periodo de tiempo, en 20 ó 30 años de diferencia, desde finales del s. I aC., al término del reinado de Augusto o, posiblemente, al principio del de su sucesor Tiberio (entre los años 10-20 dC.), mostrando ambos una estructura relativamente sencilla y coincidiendo en la utilización de materiales precarios que les diferencia notablemente de los dos recintos posteriores.

El primero de ellos estuvo formado por dos empalizadas paralelas reforzadas con postes verticales, y colmado su interior de arcilla y grava. El baluarte se encontraba rematado en su cara exterior con parapeto de madera y con foso externo en forma de U/V (1). Debió alcanzar los 5 ó 6 metros de alto por 3 de ancho y contaba, como era lo habitual, con varias torres defensivas en madera situadas por todo el perímetro (2).

El segundo recinto defensivo se construye unos metros adelantado al primero, incrementándose la superficie del campamento de 17 Ha. a 20 Ha., aproximadamente. Estaba formado por dos paramentos de madera a los que se acumula, tanto interior como exteriormente, hiladas de tierra y césped formando sendos terraplenes; el interior de las dos empalizadas se rellena con tierra, cantos, escombros, etc., y se remata con un parapeto almenado realizado en madera. El conjunto defensivo alcanzaría los 6 metros de altura y aproximadamente 4 metros de ancho. No se tiene constancia del número y forma de los fosos exteriores ni de la torres de defensa que con seguridad debió poseer.

Después de su traslado definitivo a Hispania, la Legio VII elige como asentamiento el mismo campamento que construyó y tuvo de base la Legio VI, siguiendo y utilizando el mismo contorno existente de planta rectangular con ángulos redondeados. La elección de este lugar de larga tradición militar, está vinculado a la progresiva y creciente importancia que adquiere la zona leonesa en la economía del Imperio por la explotación de sus formidables recursos auríferos, resultando el solar leonés un lugar idóneo para vigilar, proteger y controlar la extracción y trasporte del preciado metal.

El primer perímetro defensivo de esta segunda fase (3), se realiza en el último cuarto del s. I dC. sobre parte del anterior, concretamente sobre la mitad exterior del paramento existente, que se destruye con el fin de realizar unos poderosos cimientos a base de canto rodado. Sobre ellos, un muro de aproximadamente 2 metros de anchura realizado en opus caementicium (argamasa a base cal, arena y guijarros), con un revestimiento exterior de opus quadratum (compuesto de bloques de piedra regulares y bien escuadrados). Esta nueva muralla, que mantendría los 6 metros de alto, conservó adosado a su parte interna las defensas de césped y tierra del anterior recinto, que conformaban un terraplén de acceso fácil y rápido a la muralla.

El conjunto defensivo se completaría con seguridad, aunque no se tiene constancia de ello, con uno o dos fosos exteriores. Del mismo modo, se remataba con torres cuadrangulares empleando el mismo material de opus caementicium, revestido de opus quadratun, emplazadas en el interior de la muralla y de las que se han verificado restos en tres lugares diferentes de la ciudad.

El cuarto recinto castrense que se construye a principios del s. IV o finales del s. III dC., se realiza adosándolo por el exterior al ya existente. Como base de la imponente construcción, un pequeño muro de sillería irregular a la que le sigue un paramento de mampostería realizado con cantos de diferentes tamaños y sin labrar; en el interior, un relleno de de más de 5 metros de anchura de opus caementicium. Contaba con más de 70 cubos o torres realizadas en el mismo material y de planta semicircular, situadas cada 15 metros y con más de 8 de diámetro, de las que aún se conservan más de 30. La altura de la muralla se incrementó, pasando de de 6 a 10 metros (4).

De esta manera, el recinto amurallado que todavía hoy es visible de forma continua en una buena parte de su trazado, y que mantiene prácticamente el mismo perímetro del segundo campamento construido en el s. I dC, está formado en realidad por dos murallas adosadas levantadas con más de 200 años de diferencia y construidas con materiales y técnicas muy distintas.

La muralla romana de León, considerada como el tercer recinto defensivo existente más importante de España, declarada Monumento Histórico Artístico en 1931 y "protegida" por distinta legislación posterior, sigue abandonada a su suerte. Las murallas de Ávila y Lugo, de periodo medieval y romano respectivamente, están reconocidas, protegidas y gozan de una gran difusión y promoción nacional e internacional. Del mismo modo, los escasos restos que existen en Barcelona, Córdoba, Tarragona, Zaragoza, Sevilla, etc., se muestran y exhiben en excelentes condiciones de conservación.

El desconocimiento y abandono del recinto leonés es de tal envergadura que, sin ir más lejos, en el número de este mes de la revista mensual de tirada nacional, Historia de la Iberia Vieja, en una pequeña reseña al reciente derrumbe ocurrido en un lienzo de la muralla de la calle Ruíz de Salazar, se incluye una fotografía de las "murallas de Astorga".

Sigue sin existir ni presupuesto nacional, local o autonómico para adecentar definitivamente el conjunto, pero resulta todavía más preocupante la falta de un serio compromiso, la carencia de firmes voluntades y propósitos para llevar a cabo una total rehabilitación.

La muralla leonesa continúa todavía con casas en ruina adosadas, la mayor parte de su ronda en manos de particulares que han edificado sobre ella, y con vegetación permanente y cada vez más abundante en sus lienzos. En la zona norte, la denominada Era del Moro, permanece sin abrir y oculta con tendejones, los derrumbes y problemas de mantenimiento a la orden del día, con polémicas e inexplicables licencias municipales para adosar nuevas viviendas, con la promesa incumplida de abrir algún tramo peatonal de la ronda, etc.

Como la mayor parte del patrimonio de León, la muralla romana, la construcción más antigua y con más historia de la ciudad, pero también la menos conocida, se encuentra en un estado de desamparo y permanente ruina; eso sí, hay que decirlo todo, como hemos leído en una página oficial, una ruina consolidada.






domingo, 14 de septiembre de 2008

El próximo año, en Jerusalén

No estarían completas las entradas de este blog sobre el pasado judío de León, sin hacer referencia a Israel y, sobre todo, a la ciudad tres veces santa: Jerusalén.

Para ello, recurro a un magnífico artículo publicado hace unos meses en El Mundo-La Crónica, bajo el título “El próximo año, en Jerusalén”, realizado por Agustín Suárez, que resulta ser una somera pero extraordinaria guía sobre Israel y el pueblo judío, tan lejano, pero tan cerca.

La referencia no es gratuita. Agustín Suárez, médico y articulista, ha estado implicado en estos pasados años en la defensa de nuestra historia y patrimonio. Su presencia ha supuesto un antes y un después en la denuncia de la caótica situación patrimonial y de la responsabilidad que en ello tienen sus garantes. Tras abandonar la “lucha” activa, la ofensiva y denuncia social ha sufrido una tangible y desastrosa involución, tanto en hombres como en voluntades, sin vislumbrarse ninguna esperanza de cambio, más bien, y según afirmaciones recientes, una gris, orgullosa y buscada regresión.

Pero sobre todo, Agustín Suárez, que viene colaborando habitualmente en prensa y radio, es un profundo conocedor de la cultura judía, en particular la cultura judía en el Reino de León, que le ha llevado a impartir varias conferencias sobre el tema, a participar como experto en el documental, “León. Reencuentro”, a presentar en la ciudad autores sefardíes, etc. Gracias a él, la ciudad se implicó en su desconocido pero interesante pasado judío, al solicitar durante el periodo que fue concejal del Ayuntamiento de León, concretamente en abril del año 1987, hace ya 21 años, que se denominase a toda la circunvalación del perímetro del nuevo Polígono 10, el nombre que hoy lleva y que, posiblemente, sea el del leonés más universal: Moisés de León.

El pasado año, Agustín Suárez fue invitado por la Universidad Bar Ilán de Tel Aviv con el objeto de dar una conferencia dentro del llamado Maratón Ladino, junto a Natalia Muñoz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la catedrática de la Universidad de Basilea, Manuela Cimell. De la experiencia de aquél viaje surgió el siguiente artículo.

El pasado día 3 de mayo, con un grupo de amigos, fui a Israel. Estaba invitado por la Universidad Bar Ilán de Tel Aviv para dar una conferencia dentro del Maratón Ladino que el profesor Samuel Rafael había organizado el día 9 de mayo y que incluía la proyección de la película-documental de Margalit Matitiahu sobre el pasado judío de León, “León. Reencuentro”. El título que para mi conferencia había escogido, de acuerdo con la organización, fue –El Reino de León, un reino de libertad. Los judíos en el Reino de León-.

Era un viaje largamente esperado y temido. Hay dos sitios que siempre he pensado que te pueden cambiar, la India con sus grandezas y miserias e Israel, centro del mundo, donde se habla la lengua del Paraíso y donde sigue pivotando el futuro de la humanidad, donde está la capital del mundo, la ciudad tres veces santa de Jerusalén.

-¿Quién me dirá si estás en el perdido / laberinto / de mi sangre, Israel?-, se preguntaba Jorge Luís Borges.

Esa pregunta todos nos la hemos hecho en algún momento. ¿Quién me dirá cuánto de nosotros viene de nuestra herencia hebrea? y ¿cuánto de nuestra religión viene también del mismo sitio? Es la razón de la atracción que este tema suscita en gran parte de la población española.

Hasta es posible que sea también, el origen del rechazo que suscita en otra parte de la población. Este es un tema interesante para la psicología, la patología del rechazo.

Israel ocupa un estrecho corredor entre el Valle del Jordán y el Mar Mediterráneo. Está rodeado por Líbano, Siria, Jordania y Egipto. Se encuentra en el punto de contacto entre tres continentes y donde han confluido durante milenios, las principales rutas de comercio entre Asia, África y Europa.

Israel es la única democracia de toda la zona desde el año 1948. Su sistema es como el nuestro, una democracia parlamentaria basada en un sistema de partidos políticos y un presidente, que es elegido cada 5 años. El Parlamento, la Kneset, situada en Jerusalén, cuenta con 120 miembros electos a través de representación proporcional.

El país mide, de norte a sur, 420 km. y el ancho del mismo varía desde unos 20 km. hasta 116 km. Estas distancias tan cortas, no explican las enormes distancias en miles de años que uno recorre continuamente en este joven país sin casi moverse del sitio. Bet Shean supone recorrer dieciocho ciudades superpuestas desde el quinto milenio A.C. hasta el siglo VI de nuestra era.

Jericó, la ciudad de Josué y sus trompetas tiene dos características únicas: es la ciudad más baja (258 m. por debajo del nivel del mar) y la más antigua del mundo. Se remonta al décimo milenio A.C.

El puerto de Jaffa en la moderna Tel Aviv, es el puerto más antiguo del mundo acogiendo barcos desde hace cuatro mil años y por el que siguen siendo exportadas las famosas naranjas de su nombre, -Jaffa-, extraordinarias en todo incluido su sabor.

A Tel Aviv se acerca uno cuando el avión avista Israel. Es una ciudad de estilo europeo con una gran área metropolitana. Enormes edificios de atrevido diseño y concepción que rascan el cielo entre casas individuales, villas y edificios de poca altura, restos del comienzo de aquella ciudad que pugnaba por ser libre y judía en los comienzos de su andadura como país.

Con dos universidades de prestigio, la Universidad de Tel Aviv y la Universidad Bar Ilán.

Con varios sitios de interés: museos como el Eretz Israel, el de la Biblia o el Museo de Arte de Tel Aviv. El Centro Israelí del diamante y el Museo de Diamantes Oppenheimer nos recuerdan que Tel Aviv es hoy día el centro mundial de estas piedras. Galerías de arte en el entorno de la calle Ben Yehudá y Gordon, a su vez cerca de unas magníficas playas de arena ultra fina. Parques, mercados, centros comerciales, restaurantes y cafés que, haciendo uso de la benignidad del clima, mantienen un extraordinario ambiente en locales abiertos y terrazas hasta las mismas horas impensables que la gran cantidad de clubes nocturnos.

Meirón y Safed, cerca de la frontera con Líbano, ciudades cabalísticas por excelencia y donde se aposentaron los sefardíes a comienzos del s. XVI. Donde todos los años en estas fechas, 33 días después de la Pascua, se celebra una noche cabalística y mágica, la fiesta de Lag Ba Omer, que convoca a miles de personas de los sitios más dispares del mundo. También españoles. Safed, centro de la Cábala y ciudad sagrada junto con Hebrón y Jerusalén. Meirón y Safed unidas a nosotros por nuestro leonés más universal, Moisés de León, autor del Libro del Esplendor, uno de los Libros sagrados de la Humanidad.

Safed donde se instaló la primera imprenta en Tierra Santa en 1563, que tuvo 24 sinagogas y donde permanecen, entre otras, la de Joseph Caro o la colorista Ari Sephardi.

Tiberíades y su espléndido lago, fundada por Herodes en honor de Tiberio y donde se encuentra la tumba de otro español universal, por todos respetado, Maimónides.

Más al norte, Tabga, también a orillas del lago. Precioso y tranquilo lugar donde Jesús asombró a unas masas estupefactas ante el mensaje de su sermón y donde multiplicó los panes y los peces.

Cerca de la anterior, Cafarnaúm –Kefar Nahum- la ciudad de los apóstoles Pedro y Andrés y donde Jesús predicaba con frecuencia. Lugar de tolerancia donde los primeros cristianos construyeron una iglesia en la casa de Pedro y los gentiles ayudaron a construir la gran Sinagoga del siglo IV, sucesora de aquella donde predicaba Jesús.

Ir hacia el monte Carmelo, ya desde Haifa. Puerto de Israel y sede de la Teknion, una de las más importantes universidades tecnológicas del mundo.

Desde allí al valle de Jezrael, a Megido donde, según el Apocalipsis, en sus colinas tendrá lugar el Armagedón, la lucha final entre las fuerzas del Bien y el Mal.

La hermosa Séforis, situada cerca de Nazaret donde hubo asentamiento desde la Edad de Hierro hasta el siglo VI. Allí se encuentra una gran casa patricia, cerca del teatro, con unos mosaicos impresionantes y la presencia de la cara de una mujer sensual y hermosa, de turbadora mirada. Se la conoce como la Mona Lisa de Galilea. El resto de los mosaicos son increíbles con escenas dionisíacas, pero la mirada siempre vuelve a su cara.

Los mosaicos de la casa de Nilómetro, los mosaicos de su Sinagoga con el zodíaco, el castillo templario de Safuriya, … hacen de Séforis, la actual Moshav Zippor, visita imprescindible.

Ein Gaddi, oasis del Mar Muerto. Todo lo que nuestra imaginación, infantil o adulta, puede esperar de un oasis. Palmeras, sombra, agua dulce, dátiles y la gran maravilla del mar Muerto, sus sales y plantas balsámicas. Cremas, jabones, sales de baño, perfumes, … toda una panoplia de sensaciones, olores, calores y texturas que te hacen entender la más que merecida fama de los productos del Mar Muerto.

La sensación de ese flotar, la magnífica soledad del desierto, la dureza de la sal en sus orillas, sus barros, hacen de la visita al Mar Muerto algo imprescindible, no sólo para contarlo, sino para disfrutar su recuerdo como un ancla en la soledad de la noche.

Masada, fortaleza construida por Herodes el Grande cerca del Mar Muerto y símbolo de la resistencia extrema del hombre, de los judíos, ante la opresión. En el año 73 de la era común, 950 hombres, mujeres y niños, prefirieron el suicidio antes que la rendición ante los soldados de la Legio X.

Los campamentos perimetrales y la rampa de asedio creada por los romanos, suponen una de las máquinas de guerra más impresionantes nunca creadas por el hombre. La subida, las terrazas del palacio de Herodes, la resolución del problema del agua, todo impresiona. El lugar, el desierto, la luz, las vistas y lo despiadado de su historia. También el que sea tomado como símbolo vivo del actual Israel y donde juran bandera sus tropas.

Al norte, Qumran, con sus cuevas de los manuscritos del Mar Muerto que hoy pueden verse en el Museo de Israel, en el Santuario del Libro en Jerusalén, con una espléndida solución museística.

Y Jerusalén la bella, el lugar donde se unen la capital del mundo y el cielo. Donde cada rincón esconde una parte del Evangelio o de la Biblia. Donde el profeta Mahoma ascendió al cielo, en el mismo Monte Moriah donde Abraham detuvo su brazo y no sacrificó a Isaac su hijo, donde se edificó el primer y el segundo Templo.

Templo donde está el Muro de las Lamentaciones, con la Sinagoga del arco de Wilson. Sagrado, anhelado y llorado como pocos lugares. Acariciado por los millones de plegarias que esconden sus rendijas, enredaderas de la condición humana ante Dios.

En el lado oriental del Templo, la Puerta Dorada, cerca de la Puerta de los Leones. La misma Puerta Dorada que Jesús atravesó para entrar al monte del Templo el Domingo de Ramos. Los turcos tapiaron la puerta, temerosos de la leyenda de la caída de todos los imperios, cuando el Mesías la atraviese otra vez y sea el día del Juicio Final. El juicio tendrá lugar enfrente, en el valle de Josafat, al pie del Monte de los Olivos.

Cerca, el huerto de Getsemaní con la tumba de María en lo profundo de una oscuridad hecha iglesia.

Las Puertas de Herodes y de Damasco. Vuelta atrás con la historia y los siglos, los cruzados, los turcos, los jordanos, los judíos y los jasidím que llegan desde el barrio de Mea Sharín con sus tocados espectaculares, sus caftanes de raso, sus gorros de piel y sus rizos cayendo por sus patillas. Muy cerca la Garden Tomb, alternativa evangélica al Santo Sepulcro y muy interesante de ver. También cerca, las Cuevas de Zedekías o Cantera de Salomón. Imprescindible la visita al Museo del Holocausto. Dura, pero imprescindible. Perderse por sus barrios, es una magnífica solución. Comprobar que en el mismo barrio y dependiendo de la altura la casa es judía, cristiana o musulmana ya que unas están encima de otras.

El Santo Sepulcro, la piscina de Betsheda, la Vía Dolorosa. Al entrar por la puerta de Jaffa, visitar la Ciudadela de David con sus impresionantes vistas y lo bien que cuenta la historia de la ciudad. Hablar de Jerusalén y de sus atardeceres, del sol cambiando el color de la piedra de sus murallas te hace exclamar, como al final del Pésaj: -El próximo año, en Jerusalén-".




viernes, 5 de septiembre de 2008

Expedición militar a Dinamarca


El Tratado de San Ildefonso firmado en 1796 entre Carlos IV y Napoleón, suponía una alianza ofensivo-defensiva entre las dos naciones para hacer frente a Inglaterra, enemigo común en aquellos momentos, con la obligación de prestarse ayuda militar si uno de los dos reinos así lo requería. Consecuencia desastrosa de aquel Tratado para España, fue la derrota naval Trafalgar en 1805.

A los dos años, en 1807, Napoleón, apelando a la alianza existente, exigió a España que enviara una expedición militar al Báltico, concretamente a Dinamarca, para potenciar el bloqueo contra Inglaterra, presionar a Suecia, aliada de los ingleses y, de paso, alejar tropas de la Península ante la prevista intervención y ocupación francesa.

El acuerdo firmado obligó a España a preparar y enviar un potente contingente de tropas, la División del Norte, al mando del marqués de La Romana, compuesta por 15.000 hombres entre los que se encontraba un grupo importante de ingenieros, que llegó y se desplegó por Dinamarca en marzo de 1808.

La expedición militar española estaba formada por los regimientos Guadalajara y Asturias, que se establecieron en la isla danesa de Zelandia, cerca de la capital Copenhague. En la isla Fiona se instalaron los regimientos de la Princesa, Voluntarios de Barcelona, dos regimientos de dragones, Almansa y Villaviciosa, además del cuartel general del marqués de La Romana. En la isla de Langeland, se situó el regimiento de Voluntarios de Cataluña, y en el continente, en Jutlandia, el regimiento Zamora y los tres de caballería de línea: del Rey, del Infante y Algarbe. Este importante contingente español se incorporó al cuerpo de ejército franco-belga al mando del general francés Bernadotte, príncipe de Ponte Corvo.

De la presencia militar española existen varias anécdotas que aun se recuerdan, como el incendio fortuito del castillo de Kolding, en Jutlandia, ocupado por el regimiento de infantería de la Princesa, o la célebre frase del propio Bernadotte que llegó a decir del regimiento de caballería de línea Algarbe:Yo con este regimiento entraría en el infierno y arrojaría de él al diablo”; incluso había escogido como su guardia de honor a una compañía del regimiento Zamora, que destacaba por su disciplina y marcialidad.

A raíz de la sublevación contra la presencia francesa en la Península, primero en Madrid y luego en el resto de España, la situación de la expedición española en Dinamarca fue muy delicada. España estaba en guerra, oficialmente no declarada, con Francia, y la decisión del comandante de las tropas españolas, marqués de La Romana, a pesar de no ser compartida por el segundo al mando, el afrancesado general Kindelán, fue la retirada de Dinamarca.

La repatriación fue muy compleja debido a la presencia francesa, que trató de impedir a toda costa el embarque de los soldados españoles. Algunos de los regimientos no pudieron llegar a Nyborg, en la isla Fiona, donde estaba previsto embarcar en buques ingleses. Concretamente los regimientos de infantería Asturias y Guadalajara, acuartelados en Zelandia, tuvieron violentos enfrentamientos con tropas francesas, que con ayuda danesa, les consiguieron cercar, dispersar y más tarde desarmar. Lo mismo le ocurrió al regimiento de caballería ligera Algarbe que fue rodeado y apresado y del que todavía se recuerdan las últimas palabras pronunciadas por un capitán del regimiento, Antonio Costa, que decidió suicidarse para salvar a sus tropas del castigo de los franceses y que han quedado grabadas en su tumba, junto a la iglesia católica de la ciudad de Fredericia: “Recuerdos para España”.

No obstante, aunque con muchos problemas, los regimientos del Rey, del Infante y Zamora, situados en el continente, consiguieron llegar a tiempo para embarcar. En total, fueron 5.000 soldados los que quedaron atrapados y no pudieron regresar a España; con el tiempo y para evitar la prisión, decidieron incorporarse al ejército francés y combatir en la campaña de Rusia. Tras la retirada francesa hacia el río Beresina, los españoles que quedaban, cerca de 2.000, desertaron y se unieron a los rusos. El Zar Alejandro I les dio la oportunidad de alistarse en sus filas, y el 2 de mayo de 1813 se creó con soldados españoles el Regimiento Imperial Alejandro I, constituyéndose como guardia de honor de la Zarina y de la Reina madre. Finalmente el 4 de octubre de 1814, los españoles serían embarcados y transportados hasta España.

Aunque la historia oficial danesa calificó la retirada de “huida cobarde” y a los soldados españoles como “traidores”, nunca se tuvo en cuenta que España estaba ocupada y en pleno conflicto armado con Francia. No obstante, a pesar de esa opinión, la presencia española en Dinamarca, aunque corta, dejó una huella imborrable en la población danesa de los lugares donde se instalaron y que todavía hoy permanece.

Fiel reflejo de lo expuesto, y como conmemoración de los 200 años del suceso, se realiza este año una exposición itinerante en los museos daneses de Holbaek, Kolding, Langelan y Roskilde, que bajo el título de “Cuando llegaron los españoles; un encuentro entre culturas en 1808”, recuerda el bicentenario de la presencia española con pinturas, armas y vestimenta de la época, dibujos, utensilios, etc., así como objetos personales o regalos de aquellos soldados.

Los daneses cuentan que los españoles convivían con la gente comportándose con ellos de manera familiar, tocaban la guitarra, hacían fiestas, jugaban con los niños, … Popularmente se les recuerda como personas educadas y alegres que aceptaban de buen grado las costumbres y la comida del lugar, que curiosamente les enseñaron el aliño de las ensaladas y también a liar tabaco (en Europa sólo se fumaba en pipa), sorprendiéndose de lo que podía llegar a comer aquellos soldados del sur: pájaros, gatos, ranas, caracoles ... De esa convivencia proceden muchos mitos en Dinamarca, como que los daneses de ojos marrones son descendientes españoles, o que un carácter fuerte o fisonomía mediterránea, tiene como origen un antepasado español.

Pero no solo la estancia española en Dinamarca está presente en la memoria colectiva, también lo está en la infancia y la literatura del gran cuentista danés Christian Andersen, como lo demuestran algunas de sus obras; en Próspero Merimée que les dedica una comedia con el título, “Les espagnols au Danemarck”, en una pieza musical sueca, “El vals de los españoles”, etc.

El 5 de septiembre de 1808, hace hoy 200 años, 10.000 hombres de la expedición española partía del puerto sueco de Gotebor con destino a España. La ciudad de Santander recibió a los expedicionarios como héroes e hizo repicar sus campanas durante tres días.



Grabados de época: Colección Suhr