No estarían completas las entradas de este blog sobre el pasado judío de León, sin hacer referencia a Israel y, sobre todo, a la ciudad tres veces santa: Jerusalén.
Para ello, recurro a un magnífico artículo publicado hace unos meses en El Mundo-La Crónica, bajo el título “El próximo año, en Jerusalén”, realizado por Agustín Suárez, que resulta ser una somera pero extraordinaria guía sobre Israel y el pueblo judío, tan lejano, pero tan cerca.
La referencia no es gratuita. Agustín Suárez, médico y articulista, ha estado implicado en estos pasados años en la defensa de nuestra historia y patrimonio. Su presencia ha supuesto un antes y un después en la denuncia de la caótica situación patrimonial y de la responsabilidad que en ello tienen sus garantes. Tras abandonar la “lucha” activa, la ofensiva y denuncia social ha sufrido una tangible y desastrosa involución, tanto en hombres como en voluntades, sin vislumbrarse ninguna esperanza de cambio, más bien, y según afirmaciones recientes, una gris, orgullosa y buscada regresión.
Pero sobre todo, Agustín Suárez, que viene colaborando habitualmente en prensa y radio, es un profundo conocedor de la cultura judía, en particular la cultura judía en el Reino de León, que le ha llevado a impartir varias conferencias sobre el tema, a participar como experto en el documental, “León. Reencuentro”, a presentar en la ciudad autores sefardíes, etc. Gracias a él, la ciudad se implicó en su desconocido pero interesante pasado judío, al solicitar durante el periodo que fue concejal del Ayuntamiento de León, concretamente en abril del año 1987, hace ya 21 años, que se denominase a toda la circunvalación del perímetro del nuevo Polígono 10, el nombre que hoy lleva y que, posiblemente, sea el del leonés más universal: Moisés de León.
El pasado año, Agustín Suárez fue invitado por la Universidad Bar Ilán de Tel Aviv con el objeto de dar una conferencia dentro del llamado Maratón Ladino, junto a Natalia Muñoz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la catedrática de la Universidad de Basilea, Manuela Cimell. De la experiencia de aquél viaje surgió el siguiente artículo.
“El pasado día 3 de mayo, con un grupo de amigos, fui a Israel. Estaba invitado por la Universidad Bar Ilán de Tel Aviv para dar una conferencia dentro del Maratón Ladino que el profesor Samuel Rafael había organizado el día 9 de mayo y que incluía la proyección de la película-documental de Margalit Matitiahu sobre el pasado judío de León, “León. Reencuentro”. El título que para mi conferencia había escogido, de acuerdo con la organización, fue –El Reino de León, un reino de libertad. Los judíos en el Reino de León-.
Era un viaje largamente esperado y temido. Hay dos sitios que siempre he pensado que te pueden cambiar, la India con sus grandezas y miserias e Israel, centro del mundo, donde se habla la lengua del Paraíso y donde sigue pivotando el futuro de la humanidad, donde está la capital del mundo, la ciudad tres veces santa de Jerusalén.
-¿Quién me dirá si estás en el perdido / laberinto / de mi sangre, Israel?-, se preguntaba Jorge Luís Borges.
Esa pregunta todos nos la hemos hecho en algún momento. ¿Quién me dirá cuánto de nosotros viene de nuestra herencia hebrea? y ¿cuánto de nuestra religión viene también del mismo sitio? Es la razón de la atracción que este tema suscita en gran parte de la población española.
Hasta es posible que sea también, el origen del rechazo que suscita en otra parte de la población. Este es un tema interesante para la psicología, la patología del rechazo.
Israel ocupa un estrecho corredor entre el Valle del Jordán y el Mar Mediterráneo. Está rodeado por Líbano, Siria, Jordania y Egipto. Se encuentra en el punto de contacto entre tres continentes y donde han confluido durante milenios, las principales rutas de comercio entre Asia, África y Europa.
Israel es la única democracia de toda la zona desde el año 1948. Su sistema es como el nuestro, una democracia parlamentaria basada en un sistema de partidos políticos y un presidente, que es elegido cada 5 años. El Parlamento, la Kneset, situada en Jerusalén, cuenta con 120 miembros electos a través de representación proporcional.
El país mide, de norte a sur, 420 km. y el ancho del mismo varía desde unos 20 km. hasta 116 km. Estas distancias tan cortas, no explican las enormes distancias en miles de años que uno recorre continuamente en este joven país sin casi moverse del sitio. Bet Shean supone recorrer dieciocho ciudades superpuestas desde el quinto milenio A.C. hasta el siglo VI de nuestra era.
Jericó, la ciudad de Josué y sus trompetas tiene dos características únicas: es la ciudad más baja (258 m. por debajo del nivel del mar) y la más antigua del mundo. Se remonta al décimo milenio A.C.
El puerto de Jaffa en la moderna Tel Aviv, es el puerto más antiguo del mundo acogiendo barcos desde hace cuatro mil años y por el que siguen siendo exportadas las famosas naranjas de su nombre, -Jaffa-, extraordinarias en todo incluido su sabor.
A Tel Aviv se acerca uno cuando el avión avista Israel. Es una ciudad de estilo europeo con una gran área metropolitana. Enormes edificios de atrevido diseño y concepción que rascan el cielo entre casas individuales, villas y edificios de poca altura, restos del comienzo de aquella ciudad que pugnaba por ser libre y judía en los comienzos de su andadura como país.
Con dos universidades de prestigio, la Universidad de Tel Aviv y la Universidad Bar Ilán.
Con varios sitios de interés: museos como el Eretz Israel, el de la Biblia o el Museo de Arte de Tel Aviv. El Centro Israelí del diamante y el Museo de Diamantes Oppenheimer nos recuerdan que Tel Aviv es hoy día el centro mundial de estas piedras. Galerías de arte en el entorno de la calle Ben Yehudá y Gordon, a su vez cerca de unas magníficas playas de arena ultra fina. Parques, mercados, centros comerciales, restaurantes y cafés que, haciendo uso de la benignidad del clima, mantienen un extraordinario ambiente en locales abiertos y terrazas hasta las mismas horas impensables que la gran cantidad de clubes nocturnos.
Meirón y Safed, cerca de la frontera con Líbano, ciudades cabalísticas por excelencia y donde se aposentaron los sefardíes a comienzos del s. XVI. Donde todos los años en estas fechas, 33 días después de la Pascua, se celebra una noche cabalística y mágica, la fiesta de Lag Ba Omer, que convoca a miles de personas de los sitios más dispares del mundo. También españoles. Safed, centro de la Cábala y ciudad sagrada junto con Hebrón y Jerusalén. Meirón y Safed unidas a nosotros por nuestro leonés más universal, Moisés de León, autor del Libro del Esplendor, uno de los Libros sagrados de la Humanidad.
Safed donde se instaló la primera imprenta en Tierra Santa en 1563, que tuvo 24 sinagogas y donde permanecen, entre otras, la de Joseph Caro o la colorista Ari Sephardi.
Tiberíades y su espléndido lago, fundada por Herodes en honor de Tiberio y donde se encuentra la tumba de otro español universal, por todos respetado, Maimónides.
Más al norte, Tabga, también a orillas del lago. Precioso y tranquilo lugar donde Jesús asombró a unas masas estupefactas ante el mensaje de su sermón y donde multiplicó los panes y los peces.
Cerca de la anterior, Cafarnaúm –Kefar Nahum- la ciudad de los apóstoles Pedro y Andrés y donde Jesús predicaba con frecuencia. Lugar de tolerancia donde los primeros cristianos construyeron una iglesia en la casa de Pedro y los gentiles ayudaron a construir la gran Sinagoga del siglo IV, sucesora de aquella donde predicaba Jesús.
Ir hacia el monte Carmelo, ya desde Haifa. Puerto de Israel y sede de la Teknion, una de las más importantes universidades tecnológicas del mundo.
Desde allí al valle de Jezrael, a Megido donde, según el Apocalipsis, en sus colinas tendrá lugar el Armagedón, la lucha final entre las fuerzas del Bien y el Mal.
La hermosa Séforis, situada cerca de Nazaret donde hubo asentamiento desde la Edad de Hierro hasta el siglo VI. Allí se encuentra una gran casa patricia, cerca del teatro, con unos mosaicos impresionantes y la presencia de la cara de una mujer sensual y hermosa, de turbadora mirada. Se la conoce como la Mona Lisa de Galilea. El resto de los mosaicos son increíbles con escenas dionisíacas, pero la mirada siempre vuelve a su cara.
Los mosaicos de la casa de Nilómetro, los mosaicos de su Sinagoga con el zodíaco, el castillo templario de Safuriya, … hacen de Séforis, la actual Moshav Zippor, visita imprescindible.
Ein Gaddi, oasis del Mar Muerto. Todo lo que nuestra imaginación, infantil o adulta, puede esperar de un oasis. Palmeras, sombra, agua dulce, dátiles y la gran maravilla del mar Muerto, sus sales y plantas balsámicas. Cremas, jabones, sales de baño, perfumes, … toda una panoplia de sensaciones, olores, calores y texturas que te hacen entender la más que merecida fama de los productos del Mar Muerto.
La sensación de ese flotar, la magnífica soledad del desierto, la dureza de la sal en sus orillas, sus barros, hacen de la visita al Mar Muerto algo imprescindible, no sólo para contarlo, sino para disfrutar su recuerdo como un ancla en la soledad de la noche.
Masada, fortaleza construida por Herodes el Grande cerca del Mar Muerto y símbolo de la resistencia extrema del hombre, de los judíos, ante la opresión. En el año 73 de la era común, 950 hombres, mujeres y niños, prefirieron el suicidio antes que la rendición ante los soldados de la Legio X.
Los campamentos perimetrales y la rampa de asedio creada por los romanos, suponen una de las máquinas de guerra más impresionantes nunca creadas por el hombre. La subida, las terrazas del palacio de Herodes, la resolución del problema del agua, todo impresiona. El lugar, el desierto, la luz, las vistas y lo despiadado de su historia. También el que sea tomado como símbolo vivo del actual Israel y donde juran bandera sus tropas.
Al norte, Qumran, con sus cuevas de los manuscritos del Mar Muerto que hoy pueden verse en el Museo de Israel, en el Santuario del Libro en Jerusalén, con una espléndida solución museística.
Y Jerusalén la bella, el lugar donde se unen la capital del mundo y el cielo. Donde cada rincón esconde una parte del Evangelio o de la Biblia. Donde el profeta Mahoma ascendió al cielo, en el mismo Monte Moriah donde Abraham detuvo su brazo y no sacrificó a Isaac su hijo, donde se edificó el primer y el segundo Templo.
Templo donde está el Muro de las Lamentaciones, con la Sinagoga del arco de Wilson. Sagrado, anhelado y llorado como pocos lugares. Acariciado por los millones de plegarias que esconden sus rendijas, enredaderas de la condición humana ante Dios.
En el lado oriental del Templo, la Puerta Dorada, cerca de la Puerta de los Leones. La misma Puerta Dorada que Jesús atravesó para entrar al monte del Templo el Domingo de Ramos. Los turcos tapiaron la puerta, temerosos de la leyenda de la caída de todos los imperios, cuando el Mesías la atraviese otra vez y sea el día del Juicio Final. El juicio tendrá lugar enfrente, en el valle de Josafat, al pie del Monte de los Olivos.
Cerca, el huerto de Getsemaní con la tumba de María en lo profundo de una oscuridad hecha iglesia.
Las Puertas de Herodes y de Damasco. Vuelta atrás con la historia y los siglos, los cruzados, los turcos, los jordanos, los judíos y los jasidím que llegan desde el barrio de Mea Sharín con sus tocados espectaculares, sus caftanes de raso, sus gorros de piel y sus rizos cayendo por sus patillas. Muy cerca la Garden Tomb, alternativa evangélica al Santo Sepulcro y muy interesante de ver. También cerca, las Cuevas de Zedekías o Cantera de Salomón. Imprescindible la visita al Museo del Holocausto. Dura, pero imprescindible. Perderse por sus barrios, es una magnífica solución. Comprobar que en el mismo barrio y dependiendo de la altura la casa es judía, cristiana o musulmana ya que unas están encima de otras.
El Santo Sepulcro, la piscina de Betsheda, la Vía Dolorosa. Al entrar por la puerta de Jaffa, visitar la Ciudadela de David con sus impresionantes vistas y lo bien que cuenta la historia de la ciudad. Hablar de Jerusalén y de sus atardeceres, del sol cambiando el color de la piedra de sus murallas te hace exclamar, como al final del Pésaj: -El próximo año, en Jerusalén-".