jueves, 9 de abril de 2020

La Saeta de Antonio Machado


Es habitual escuchar en los desfiles procesionales de nuestra Semana Santa, interpretada por las distintas bandas de música de las Cofradías de la ciudad, la partitura conocida como “La Saeta”, canción que Juan Manuel Serrat publicó en 1969 en su álbum, “Dedicado a Antonio Machado, poeta”.

Serrat pone música al poema del poeta sevillano Antonio Machado que fue incluido en el libro "Campos de Castilla", publicado en 1912. En esta obra el escritor se "encuentra" con el paisaje castellano que lo rodea, pero también incluye una serie de poemas breves, unos críticos con la España del momento, otros sentenciosos y de carácter personal.

Entre estos últimos poemas  se encuentra “La Saeta”, copla en la que Machado evoca y reflexiona, de una manera muy breve, sobre las creencias y costumbres de su Andalucía natal, contrastando éstas con su interpretación de la religiosidad y su manera de entenderla y sentirla. Para ello, emplea y menciona el canto tradicional andaluz: la saeta.

Muy unida al cante flamenco y a la devoción popular, la saeta es una expresión andaluza propia de la Semana Santa. Su origen se remonta a las coplillas que recitaban o cantaban los padres franciscanos en los ss. XVI y XVII, mientras predicaban el arrepentimiento de los pecados. Pero también mantiene influencias de las antiguas salmodias judías y del rezo musulmán del almuédano.

A mediados del s. XIX nace la costumbre de cantar estas coplas durante las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, esta “oración cantada” tiene su apogeo en el primer tercio del s. XX, cuando la saeta se hace flamenca teniendo como epicentro fundamental la ciudad de Sevilla. Según los expertos, el mágico mundo de la saeta popular se deteriora con el tiempo y la promoción turística de la Semana Santa, surgiendo los saeteros profesionales, denigrados por los entendidos, que los consideran “artistas sin implicaciones” o, como también se les denomina, “cantaores de Cuaresma”.

La letra de Machado y la música de Serrat, como hemos señalado, es constantemente versionada por orquestas, bandas, solistas y cantaores, siendo permanentemente protagonista en los desfiles procesionales de toda España, a lo que no son ajenas las bandas de las Cofradías leonesas.

Si Machado levantara la cabeza, quedaría horrorizado del uso de su poema. El poeta describe las formas y costumbres andaluzas de la Semana Santa, pero renegando y abogando por una representación y celebración no sangrienta. Una festividad que invitara a mirar, imitar y cantar al Cristo hombre, al Cristo de los sermones, al de los milagros, al de las enseñanzas y el amor, al Cristo vivo, no al martirizado, al del sufrimiento, no al Cristo muerto.

Ese Cristo muerto, crucificado, es al que, desde que Serrat hizo popular el tema, se trata de identificar y hasta de “apropiarse” por las distintas Hermandades andaluzas. ¿Quién es el Cristo crucificado y ensangrentado de la copla de Machado? El escritor menciona al Cristo de los Gitanos y habla de “la tierra mía”. En su Sevilla natal,  Nuestro Padre Jesús de la Salud es conocido como el “Cristo de los Gitanos” y también como “er Manué”

Procesiona con  la Hermandad de los Gitanos y es una obra de 1937 del escultor sevillano José Rodríguez (la antigua talla se perdió en un incendio en 1936). Todo indica que ésta sería la talla de la copla, pero el poeta no puede referirse a este Cristo, ya que corresponde a una imagen de Nazareno, figura que porta la cruz camino del Calvario, no a un Crucificado, como mencionan los versos.

Otra posibilidad sobre la identificación, estaría en la idea de que el escritor evocara una de las imágenes más emblemáticas de la devoción sevillana y andaluza: Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, obra del escultor Juan de Mena realizada en 1620:
Que redoblen los tambores
y las trompetas despacio.
Contemplemos al Gran Poder,
va caminando despacio.
¡Fijarse, gitanos, en Él.!

Esta opción tampoco resulta verosímil, ya que también se trata de una talla de Nazareno, por lo que nada tiene que ver con el Cristo Crucificado que se menciona en “La Saeta”.


Hay quien propone que Machado podría referirse a la imagen de uno de los desfiles más espectaculares de Andalucía, por el marco que supone la Alhambra y por las candelas que se encienden a su paso por el Sacromonte. Es la procesión del Cristo de los Gitanos, imagen con una curiosa historia y a la que le llueven las saetas desde los jardines y las cuevas del barrio granadino. Pero este Cristo, a pesar de ser un Crucificado, tampoco es al que canta Machado. La Hermandad de los Gitanos de Granada fue fundada en 1939 y el poema, como hemos comentado, fue incluido y publicado en 1912 en la obra "Campos de Castilla".

La imagen por la que se inclina la mayoría como protagonista de “La Saeta”, tal vez por las múltiples leyendas e historias que le acompañan, es por el Crucificado sevillano: el Santísimo Cristo de la Expiración, conocido como “El Cachorro”, el “Moreno de Triana”, obra magnífica de Francisco Antonio Ruíz Girón que fue tallada en 1682.
Cachorro, quién pudiera
librarte de esta agonía, 
que si Triana pudiera
su vida, Señor, daría
para que Tú no murieras.


Cuenta la leyenda que, no encontrando la perfección que deseaba para la nueva obra encargada por la Hermandad de la Expiración, el escultor se inspiró en un suceso trágico ocurrido en Triana.

Paseando una noche por el barrio sevillano le llamaron la atención unos gritos. Se acercó al lugar y entre los faroles de los congregados, pudo ver a un hombre retorciéndose en la agonía que, alzando con dificultad la cabeza, dejaba escapar con trabajo los últimos estertores de una respiración convulsa, producto de varias cuchilladas en el pecho.

Aquel hombre moribundo era “el Cachorro”, un joven gitano, guitarrista, cantaor admirado, serio y taciturno, que decían tenía amores al otro lado del Guadalquivir con una dama casada. Ruiz Girón, mientras el gitano era auxiliado por los vecinos y a la luz amarillenta de los escasos candiles, dibujó en un papel el semblante agónico del gitano de Triana. En poco tiempo trasladó aquel boceto a la madera, consiguiendo en la talla del Cristo una auténtica expresión de agonía.

Cuando salió por primera vez la nueva imagen de la Hermandad a las calles de Triana el día de Viernes Santo de 1862, los trianeros al ver en la cruz al Cristo de la Expiración, profirieron gritos de admiración y sorpresa al reconocer en la fisonomía del Cristo al joven gitano asesinado: ¡Es el Cachorro!

No acaban aquí las curiosidades y leyendas que rodean a esta imagen tan conocida y venerada. Pero, posiblemente, Antonio Machado no pensó tampoco en “El Cachorro” sevillano ni en ninguna otra talla, en el momento de componer las conocidas estrofas de “La Saeta”. Lo único que deseaba describir el poeta en esos escasos versos, son las costumbres muy arraigadas de la Semana Santa en Andalucía, identificada muchas veces como tierra de gitanos, a la vez que manifiesta que ese no es su sentimiento religioso ni la manera debida de celebrar el cristianismo. Machado aboga por desterrar la sangre, el sufrimiento, la muerte, y centrarse en el hombre vivo y en sus enseñanzas.

Hoy, más arraigadas que nunca estas celebraciones, se viene utilizando, paradójicamente, una copla, un poema que, precisamente, reniega y excluye este tipo de representaciones. De esta manera, la interpretación de “La Saeta” en los desfiles procesionales, resulta un equívoco, un absurdo de intenciones que solo busca en los presentes un sentimentalismo fácil, sin reparar en la esencia y espíritu de los versos del poeta andaluz.

La Saeta (fragmento). Julio Romero de Torres (1918 - Colección Caja Sur).
- Album: "Dedicado a Antonio Machado, poeta" (1969 - Juan Manuel Serrat).
- Serrat.
La Saeta (fragmento). Julio Romero de Torres (1918 - Colección Caja Sur).
Nuestro Padre Jesús de la Salud. Sevilla. José Rodríguez, 1937. Sevilla.
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder . Pedro de Mena, 1620. Sevilla.
Cristo de los Gitanos. José Risueño, s. XVII. Granada.
Santísimo Cristo de la Expiración, conocido como “El Cachorro”. Francisco Ruíz Girón, 1682. Sevilla.
Santísimo Cristo de la Expiración, detalle.
- Antonio Machado.



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