miércoles, 1 de abril de 2009

Piedad popular: las procesiones de Semana Santa

Dentro de unos días, se iniciarán en casi toda España los desfiles procesionales de Semana Santa. Esta arraigada tradición no tiene un punto de partida claro y definido, no comienza en un momento determinado. Las procesiones de Semana Santa, son el resultado de un proceso largo y cambiante a través del tiempo, influido en sus inicios por la tradición pagana, pero también por multitud de sucesos y vicisitudes históricas, como son las variables costumbres sociales, las ofensivas y movimientos heréticos, los dictámenes de los distintos concilios, las modas y hasta las terribles pandemias medievales, que modificaron las aptitudes y formas de la piedad popular.

Todas las culturas y religiones han tenido en las procesiones su manifestación de culto público, como conducto para exteriorizar la devoción y adoración hacia sus dioses, o para conmemorar las celebraciones y fiestas estacionales, tan unidas a su propia subsistencia. Los ancestrales cortejos, denominados “pompas”, exaltaban el fondo festivo y lúdico de las comitivas, en las que era habitual la presencia de carromatos o carrozas engalanadas, coros, músicos y danzantes.

La Iglesia cristiana, como el resto de creencias, incorporó, una vez acomodada y adecuada a sus finalidades, esta tradición religiosa natural en el hombre, si bien, la reservó para ocasiones especiales. Curiosamente, adoptará en sus inicios un estilo militar a sus desfiles, imitando a los que realizaban las legiones romanas, en los que el águila legionaria que figuraba como distintivo al frente de la unidad militar, será sustituida por la cruz, símbolo de la Resurrección. Hay que tener en cuenta, que el vocablo processio viene a significar “marchar”, pero en el sentido militar del término.

Las procesiones cristianas, aunque parten de las tradiciones paganas, se remontan a los primeros siglos de nuestra Era. De una u otra manera, se realizarán desfiles de un lugar sagrado a otro, conducidos por el clero, con el fin de promover y suscitar la devoción de los fieles participantes y hacerles ver, mediante el rezo y canto en común, la igualdad de todos los hombres ante Dios.

La más antigua descripción de la fiesta anual cristina de la Semana Santa, es el sugestivo testimonio de la peregrinación que realizó a Oriente a finales del siglo IV, Egeria, (o Etheria), mujer piadosa procedente del noroeste español, posiblemente de la zona conocida como la tebaida leonesa, que en su viaje a Tierra Santa detalla la liturgia y las celebraciones en Jerusalén durante el día de Viernes Santo, ofreciendo el curioso dato de que, “son parecidas a las que se realizan en mi tierra”.

Este testimonio viene a confirmar que, aunque parece que las procesiones podrían tener su origen en Tierra Santa donde se conmemoraban los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en el mismo lugar en el que sucedieron, en el siglo IV y en el noroeste peninsular, según la narración de Egeria, ya existían celebraciones parecidas a las que se llevaban a cabo en Jerusalén.

Este tipo de representaciones, posiblemente compuestas de dos tipos de actos: escenificaciones y procesiones, se realizaban durante el Jueves y Viernes Santo. Estos rituales, que ya tienen entidad al final de la Edad Antigua, se ven reforzados y fomentados en la Península en plena Edad Media, concretamente en el siglo XIII, con la publicación de el Código de las Siete Partidas del rey Alfonso X, texto en el que se recomienda y se promueven las escenificaciones que, “recuerden la memoria del pasado”: el lavatorio, la oración en el huerto, la flagelación, el camino al Calvario, la crucifixión, …

A finales de la Edad Media, se realiza un primer giro significativo en las manifestaciones de la Semana Santa. Hasta ese momento, las imágenes y la devoción popular habían representado a un Cristo glorioso, protector, rey del mundo, triunfalista, que comprobamos en la iconografía existente de las pinturas, o en las tallas que ocupan las portadas de nuestras catedrales, en las que prevalece la imagen del pantocrator, Cristo glorioso y dominante, o las abundantes imágenes de Cristo en majestad.

Sin embargo, la miseria que se extiende por toda Europa, el hambre y, sobre todo, la peste, trasforman las representaciones triunfales en otras donde se aprecia un Cristo esclavizado, resignado y torturado, que inspira un sentimiento dramático, incluso y en ocasiones, tétrico y macabro. La permanencia y extensión de la peste, origina procesiones de penitencia donde surgen los alumbrante, flagelantes o disciplinantes, que se trasladaban de pueblo a pueblo, portando estandartes e imágenes con escenas de la Pasión, mientras que, desnudos hasta la cintura, se azotan incansablemente.

A su llegada a los pueblos, estos grupos realizaban representaciones sacras sobre escenas de la Pasión, además de las conocidas y famosas Danzas Macabras, donde la muerte era la protagonista. Estas procesiones, con el tiempo, se fueron convirtiendo en espectáculo, y a partir de los siglos XVI-XVII, con motivo de los dictámenes del Concilio de Trento, las procesiones penitenciales se trasformaron con el fin de fomentar el culto a las imágenes sagradas y como apoyo a la enseñanza de la doctrina católica, con las premisas de comprensibilidad, sencillez y claridad para una interpretación realista y un estímulo a la piedad.

Nacen las extraordinarias escuelas de tallas religiosas en madera, que combinan dramatismo, dulzura y perfección anatómica. La imagen del Cristo humano, sumiso y atormentado, se arropa con toda una parafernalia barroca de objetos ostentosos: estandartes, indumentarias lujosas, luminarias, etc., pero manteniendo la representación de los diversos episodios de la Pasión, dando lugar así a un segundo cambio importante en las costumbres, que abocará en las manifestaciones actuales de la Semana Santa.

Así surgen lo que se conoce como “pasos” escultóricos, escenas sobre la Pasión compuestas por tallas de madera que en las procesiones eran trasladadas a hombros por los miembros de las cofradías. Es también en este momento, cuando aparece con fuerza la rivalidad entre cofradías. A las compañías denominadas “cofradías de sangre”, intituladas de la Vera Cruz, promovidas por los franciscanos y que extendían la práctica pública de la flagelación, surgen las de Jesús Nazareno, o la de la Virgen de las Angustias y Soledad, auspiciadas por los rivales de los franciscanos, los dominicos.

A finales del siglo XVIII, durante el periodo conocido como Ilustración, movimiento filosófico y cultural que subraya el predominio de la razón y que es seguido por la clase política del momento, pero también por la jerarquía eclesiástica, supuso que se consideraran las muestras religiosas de las procesiones, representaciones inaceptables por sus, a veces, muestras de heterodoxia religiosa, llegando a vetarse numerosas manifestaciones (disciplinantes, empalados, etc.), mientras otras, debido a los importantes procesos desamortizadores de mediados del siglo XIX, desaparecían como consecuencia de los graves problemas económicos originados.

Las tradicionales procesiones de Semana Santa pervivieron solamente y con muchas dificultades, en algunos puntos de León, Andalucía, Castilla y Murcia, pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido principalmente a una reactivación del comercio que provoca el auge de una clase burguesa tradicional y de la consolidación de una monarquía conservadora, se produce la revivificación de las celebraciones en algunas ciudades, sobre todo del sur, que abandonan muchos de los componentes medievales y, de alguna manera, reinventan o trasforman los significados y funciones tradicionales de la Semana Santa, llegando hasta la actualidad con un ímpetu arrollador, a pesar de los intentos reformistas del Concilio Vaticano II.

Actualmente, el atractivo tirón turístico de la festividad es extraordinario. Pero, a pesar del empuje que produce el interés y la visita de miles de foráneos, resulta difícil de explicar el espectacular incremento de la participación local, cuando el laicismo y la irreligiosidad imperan en la sociedad y está demostrada la inexistencia de un aumento en la práctica y fervor religioso.

Este auge en la participación de las celebraciones de la Semana Santa, solo se explica como una reafirmación de la identidad de un grupo, de un pueblo o de una sociedad, que deja en un segundo plano el aspecto religioso original u penitencial.

Esta reafirmación de un colectivo, está avalada y reforzada a través de una serie de sensaciones estéticas inigualables: música, arte, olores, flores, los propios pasos o tronos, su bella e irrepetible imaginería, sus tradiciones particulares, etc., que suponen verdaderos emblemas, auténticos referentes simbólicos para los grupos que se congregan o se identifican con parroquias, barrios o cofradías y que convierten los inigualables desfiles de Semana Santa, en una auténtica fiesta de la primavera.


Primavera. Lawrence Alma Tatema

Procesión del buey Apis. Frederick A. Bridgman

Flagelantes en procesión contra la peste en Doorjik. Crónica de Aeqidius

Procesión de los disciplinantes. Francisco de Goya

Martínez Montañés contemplando salida Nuestro Padre Jesús de la Pasión. Joaquín Turina y Areal

Beso de Judas. José Gutierrez Solana

Los Nazarenos. Joaquín Sorolla

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Nuestro Padre Jesús Nazareno 1610-1630

Obra de Pedro de la Cuadra ¿?

Cofradía Dulce Nombre de Jesús Nazareno

Emblema de la Semana Santa leonesa





15 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Has condensado un información valiosísima y precisamente llevaba tiempo queriendo conocer el origen de estas celebraciones.

Lo has contado muy ameno, magníficamente acompañado por las imágenes, con tu estilo pulcro y exquisito.

Ya me figura yo que venían de antes de lo religioso.

Un abrazo.

COSINASDELEON dijo...

Genial entrada sobre los origenes de la Semana Santa y perfectamente explicado.

América dijo...

ENTRE LA IMAGENES SELECCIONADAS Y EL TEXTO HE PASADO UNOS MINUTOS EXTRAORDINARIOS,ACERTADA ENTRADA, YA TENIA GANAS YO DE LEER ALGO RELACIONADO CON LAS PROCESIONES DE SEMANA SANTA SOBRE TODO EN ESTOS DIAS EN QUE AQUELLOS QUE NO PODEMOS ESTAR AHI,SEGUIMOS A LOS BLOGGEROS QUE ESCRIBEN SOBRE EL AMBIENTE,LOS ACONTECIMIENTOS INCLUSO SU PROPIA EXPERIENCIA.

EL CUADRO DE TURINA NO LO CONOCIA,ESTA BELLISIMO, EL DE SOLANA TAMPOCO.....

marta dijo...

Hola fonsado, tal vez convenga apuntar algunas procesiones de la Antigüedad, como la de las Panateneas que está reflejada en los frisos del Partenón o las que en Mesopotamia se hacían en honor de Marduk y las del Egipto faraónico. Por no citar las de Oriente Medio (en India, por ejemplo, las hay espectaculares, con penitentes que se infligen daños tremendos también) y las que otras religiones posteriores al cristianismo han recogido, como la de Ashura en honor del mártir chií Hussein, muy celebrada en la ciudad de Yazd.

Un abrazo,

Leodegundia dijo...

Las procesiones son algo habitual en todas las religiones y en todos los tiempos. En la Grecia antigua las más famosas eran las que se realizaban durante las fiestas de las Panateneas, en honor de Atenea.
Tienes razón en decir que parece que el auge de las procesiones en estos tiempos es notable. En Oviedo se llevaba años sin que saliera ninguna procesión y en estos últimos años vuelven a salir con asistencia de numeroso público.
Disfruté tanto del texto como de las imágenes, eliges los cuadros con gran acierto.
Un abrazo

América dijo...

Con su permiso me hice de la frase.
una sociedad rural,oscura e intransigente para mi entrada,gracias,y saludos.

Sabor Añejo dijo...

He quedado realmente impresionada con esta maravillosa entrada. La cantidad de cosas y detalles que narras y que yo desconocía.. me ha parecido totalmente enriquecedora.
La historia no es historia si desconocemos el cuándo y el porqué.
Y está claro que todo lo tiene.
Este año miraré la Semana Santa con otros ojos.

Un abrazo

A. Escalada dijo...

Amigo Fonsado:
Felicitaciones por otra deliciosa entrada, como todas las tuyas.
Te invito (y también a tus lectores) a ver una presentación personal a la Semana Santa Leonesa 2009. Picando en mi nombre, ya sabes...

¡¡¡Feliz Semana!!!

María dijo...

Quedo asombrada ante esta entrada, pues has documentado este hecho desde sus orígenes de una forma amena y clara. Y recordando las últimas líneas de ella, me resulta curioso que ante una sociedad cada vez más laica, se viva la Semana Santa con tanto fervor, creo que como bien dices, todo ello se debe a un motivo antropológico: la identidad de un grupo, de un pueblo...
Un saludo.

fonsado dijo...

LdG. Como ves, no existe nada nuevo bajo el Sol.

America. Resulta espectacular, como bien señalas, el cuadro de Turina.
Representa al escultor Martínez Montañes (s. XVII)junto a su familia, sentado y contemplando la salida en procesión de su obra Nuestro Padre Jesús de la Pasión, posiblemente del Convento de la Merced o de la Iglesia de San Miguel en Sevilla.

Marta. Por supuesto, las procesiones, desfiles o cortejos, están presentes en todas las culturas, porque se utilizan para exteriorizar la devoción del ser humano.

Leo. De alguna manera se están recuperando o reinventando los desfiles. Este uso resulta interesante, cuando se pueden recuperar antiguas tradiciones olvidadas de la zona. Lo que en principio no veo muy positivo es la imitación.

fonsado dijo...

América. Nuevamente te felicito por esa última entrada de "Puñal de Claveles".

S. Añejo. Lo que resulta espectacular es el formato y las ilustraciones de tu blog. Como ejemplo, la última entrada sobre el "Cotarro", que desde aquí recomiendo.

A.Escalada. Agradezco el comentario y yo también te deseo una agradable semana.
Me he permitido disponer durante unos días del vídeo "Día de las Candelas" en San Miguel.

María. Has llegado al fondo del asunto, ¿cómo se explica el auge y éxito de estas fiestas, con una sociedad más laica que nunca? Está bastante claro, es la reafirmación y la diferenciación como grupo.

Anónimo dijo...

La tradición religiosa se ha esfumado, solo queda el ambiente festivo y cada vez más carnavalesco.

Maritoñi dijo...

Ya no ahya religión ni nada. Todo es una manifestación popular espectaculo medieval.... y gratis, que viene muy bien en tiempos de crisis.

Ligia R dijo...

Todo un espectáculo que nada tiene que ver con lo que cuentas de antaño. Pero es lo que hay y, lo importante, es saber el origen y la evolución, para explicarnos el presente.
Una reseña sucinta pero clarísima.

Sabor Añejo dijo...

He quedado realmente sorprendida con la cantidad de información que traes sobre la Semanana Santa. Yo la desconocía.
Es muy grato aprender estas cosas, su procedencia sus motivos. Además las imágenes son preciosas.
Me ha encantado.

Un abrazo