domingo, 24 de febrero de 2008

Los judíos en León

Cada vez es más frecuente el interés de la sociedad leonesa por la presencia y cultura del pueblo judío en León. La persecución y el ostracismo que se ha promovido y fomentado por todo el mundo hacia los judíos, ha dado lugar a que, en muchos lugares, entre ellos España y en concreto nuestra ciudad, tuvieran que llevar una existencia clandestina en cuanto a sus costumbres y religión, lo que ha significado un desconocimiento total sobre su importancia e influencia científica, cultural y económica.

La diáspora (dispersión) judía no comienza, como normalmente se cree, con la destrucción de Jerusalén por Tito, hijo del emperador Vespasiano en el año 70 d.C., después de cinco meses de asedio, y el traslado de numerosos esclavos judíos a Roma y a todas las provincias del Imperio. La diáspora tiene su origen ya en el s. VI a.C., cuando Nabucodonosor en varias campañas militares a Jerusalén, deportó a centenares de hebreos a Babilonia. Después de la liberación, gran número de ellos se establecieron en el norte de Egipto, Asia Menor y sur de Europa.

En el s. II, se produce la decadencia definitiva con nuevas revueltas y guerras. El emperador Adriano arrasa Jerusalén, cambiándole el nombre por Aelia Capitolina, y despoblando y dispersando a los judíos por todo el mundo conocido. Al pueblo hebreo no le quedó más eslabón de unión que la Tora y la ley mosaica, a lo que se aferraron firmemente para seguir siendo un pueblo a pesar de la falta de patria y conservando, a pesar del tiempo y la distancia, su cultura e identidad.

Conocemos la existencia de judíos en la Península desde época romana, gracias a autores romanos como Flavio Josefo o Estrabón. Pero existen tradiciones medievales, como cita la Crónica de Al-Rasis, que fijan ya la presencia de judíos en nuestro país como consecuencia de las campañas de Nabucodonosor. Sea como fuere, no se debe hablar de comunidades judías asentadas en Hispania hasta época tardorromana.

La primera aljama leonesa se forma en Puente Castro a mediados del siglo IX, cuando el rey Ordoño I repuebla la zona. No será hasta comienzos del s. X, cuando documentalmente aparezca por primera vez la referencia a un hebreo, Habaz. Ocurre en un documento fechado el 22 de abril del 905 que figura en el Tumbo de Celanova, hoy en el Archivo Histórico Nacional:

"El presbítero Lázaro dona al presbítero Cixila y a los monjes de San Cosme y San Damián [de ‘Abeliar’] la tierra y el agua que había recibido de Habaz, judío converso y monje, el cuan se había entregado a él haciéndole ‘perfiliatio’ de todos sus bienes.”





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