martes, 11 de septiembre de 2018

EL país de NUNCA JAMÁS


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El escritor escocés J.M. Barrie autor de la conocida novela de fantasía titulada Peter Pan, describe en ella una isla ilusoria a la que llama NUNCA JAMÁS.

En esta exótica y lejana isla se asienta un país en donde los niños no crecen, pasan la mayor parte del tiempo viviendo aventuras, en diversión permanente y continua, sin ninguna ley, regla, normativa ni responsabilidad. Se conocen como NIÑOS PERD14736084096219IDOS y son liderados y comandados por un aventurero ambicioso y trotamundos que en la obra se llama Peter Pan.

Los habitantes de la isla del país de NUNCA JAMÁS (Neverland) son muy variopintos. Los hay que son piratas, otros hadas, indios, sirenas … pero también existen un montón de criaturas temibles residentes en los mares y en las selvas y, desde hace ya algunos años, han llegado a ese país de fantasía imponiendo su presencia desmedida los aterradores nazicatalufos, también llamados hombres-mentira. (1)

En el mundo de los catalufos todo es una gran mentira e invento, pura fantasía: su dialecto, su baile, su arquitectura, su historia …  y también su “diada”, en la que celebran "su derrota" en 1714 ¿?. Esta falsa celebración se fundamenta en hechos tergiversados, bases históricas imaginarias y “patriotas” inexistentes, como la existencia del "valiente" Casanova o el General Moragues, declarado “defensor de la libertad de la nación catalana”, cuando simplemente es considerado un traidor y mediocre militar, defensor de la causa austracista frente a la borbónica, que nada sabía ni conocía de “causas catalanas” (fuentes de los propios historiadores catalanes: http://www.racocatala.cat/forums/fil/148583/ja-fora-hora-desmitificar-puto-traidor-general-moragues).

Imagen de Foro España

La verdad realmente es otra. Fue la oligarquía soberbia, ambiciosa e ignorante de Barcelona la que decidió entrar en la guerra únicamente para conseguir beneficios territoriales y económicos (¿os suena?). Gracias a la decisión de sus “dirigentes”, Cataluña fue arrasada y convertida en un campo de batalla durante 10 años, simplemente con la esperanza de poder conseguir para su único beneficio alguna merceIMG-20170831-WA0028d en el caso de que triunfara el pretendiente austriaco. En la actualidad, los herederos de aquella fatal decisión, “niegan” lo ocurrido y lo trasforman en su “fiesta nacional”, invalidando y trasformando la verdad del suceso.

Aquella fue una guerra de Sucesión (no secesión, como aseguran), donde los vencedores borbónicos tenían catalanes en sus filas y los defensores de Barcelona luchaban por “nosotros y por toda la nación española” y, según el manifiesto leído al pueblo barcelonés en aquellos trágicos días, con el fin de: “salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

Pero hay más. En todas las reuniones o manifestaciones que celebran estos personajes no puede faltar para refrendar sus actos, la presencia solemne y campanuda de otra atrocidad histórica: su himno.

Cuando se interpreta, da la sensación de ser un cántico milenario de tradición ancestral, de música y letra inspirada en la comunión milenaria de una sociedad, pero ese "himno" alienta nuevas mentiras. Esa canción a la que recurren con frecuencia para demostrar su unión, su supremacía, su prepotencia y la imagen de un sentir patrimonial de super-sociedad es, como no podía ser menos, un auténtico refrito histórico-musical.

A finales del siglo XIX Cataluña no tenía una musiquita-sentimental con la que identificarse. Francisco Alió, un compositor barcelonés inmerso en el movimiento que iniciaba la invención de una nación, se propuso crear una “canción nacional”. En 1896 compone “Los Segadores”, que en su primera estrofa decía: “Cataluña, gran condado …” (“Catalunya, comtat gran …”), que como vemos no tiene nada que ver con la actual letra.

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Para componer aquella canción el señor Alió se basó en un texto anónimo que relataba los hechos de 1640 (El Corpus de sangre), al que añadió una melodía popular de carácter erótico titulada “Los tres segadores” (Els tres garberets). A la letra también le agregó el conocido y sangriento estribillo: “Bon cop de falç..." (Buen golpe de hoz…), que no estaba en el texto original. Resultado: una mezcolanza y revoltillo de temas e innovaciones.

Señalar que aquella revuelta conocida como “de los segadores”, no tuvo nada que ver con ninguna aspiración soberanista (NUEVA MENTIRA), sino todo lo contrario. Se trató de una revuelta popular que pretendía conseguir la libertad, mantener las tradiciones, la religiosidad y el compromiso con España y con su rey, en contra de la clase poderosa.

Pero volvamos al cantito. Un poeta anarquista llamado Emilio Guanyavents completó el embrollo pocos años después. Cambió en parte la letra de la canción, que ahora comenzará como: “Cataluña triunfante…” (“Catalunya, triomfant…”), en vez de “Cataluña, gran condado …”. El texto fue el ganador de un concurso convocado en 1899 por la Unión Catalanista, para premiar: “la mejor composición en verso que, simbolizando en valientes estrofas las aspiraciones nacionalistas de Cataluña, se adapte bien a la melodía popular conocida con el nombre de Los Segadores”, transmitiendo “los deseos que siente Cataluña de reconquistar su personalidad perdida y que con su esfuerzo la libren del yugo que hoy sufre” .


                                      Ein K'Eloheinu - No hay como nuestro Dios - Eyal Bitton

Esta es la historia de esta canción que se interpreta con gran solemnidad, como si fuera el canto patrimonial y ancestral de la sociedad catalana. Pero solo es un cóctel, un popurrí, un amasijo de música y letra, basado en una letrilla multitrasformada y en una melodía erótico-popular.

Pero hay más. Durante buena parte del siglo pasado, Los Segadores no fue aceptado plenamente como himno por el catalanismo y se buscaron otras alternativas, como el “Canto de la señera”, “Canto del pueblo” o la conocida sardana “La Santa Espina”. Durante la transición se recuperó la cancioncita y, con el restablecimiento de la Generalidad, “Los Segadores” se convirtió en el himno autonómico, oficializándose en 1993. En 2006 se definió como símbolo nacional ¿?

Como remate hay que añadir, que en el año 2013 se descubrió que la melodía del himno podría haber sido copiada (nada de extrañar, ¿verdad?) de un himno religioso judío llamado “Ein K´Eloheinu("No hay nadie como nuestro Dios"), que data del siglo XV y se canta al final del shacharit (oración matinal judía), y que a veces también se entona al final del shabbat o de otras festividades religiosas (el parecido resulta asombroso - PLAY para reproducir).

Es el país de NUNCA JAMÁS, es parte de una sociedad aducida y enferma que vive y se nutre, ya durante décadas, de copias, cambios, plagios, ficciones, quimeras e invenciones. En resumen, de la mentira.

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(1) Según Pío Moa: “Catalufo” es un término despectivo aplicado no a los catalanes, sino a los nacionalistas, similar al de “charnego” con que los catalufos designan al oriundo de otras regiones. Con una diferencia: la voz charnego rebaja a alguien por el mero hecho de haber nacido en otro lugar, mientras que catalufo desprecia a quienes piensan y actúan de modo muy ofensivo para el resto de los españoles.