domingo, 28 de marzo de 2010

Morir de amor en Viernes Santo


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Rafael Sancio fallecía en Roma el mismo día en el que cumplía 37 años: el Viernes Santo de 1520. Giorgio Vasari, célebre biógrafo de artistas italianos, cuenta que Rafael nació en Urbino el Viernes Santo del año 1483, a las 3 de la madrugada. Su énfasis sobre el día y la hora son claves porque sobre ellos el biógrafo comenzó a construir la vida del pintor renacentista como una milagrosa imitación de Cristo, con el fin de sostener la grandiosidad y divinidad terrenal del pintor. De hecho, su corta vida estuvo rodeada de un halo de misterio.

Entre los sucesos extraordinarios que le rodean, es conocido el que tiene como protagonista una de sus obras, actualmente en el Museo del Prado, Lo Spasimo di Sicilia (La subida al Calvario). Este cuadro fue lo único que se salvó de un naufragio ocurrido entre Génova y Palermo, en el que fallecieron todos los ocupantes del barco y se perdieron todos los enseres. También se cuenta, como hecho sorprendente, que el mismo día de su muerte, el 6 de abril de 1520, surgieron unas grietas en las Loggia vaticana que el artista estaba decorando, y que sus coetáneos tomaron por un signo milagroso, como si el Arte se resintiera de su prematura desaparición.

La Spasimo  di Sicilia

Según Vasari, a finales de marzo de 1520 Rafael contrajo unas fiebres originadas, según el biógrafo, por los excesos pasionales y amorosos del pintor: “Enamorado de los placeres y abusando de la práctica, en una de estas contrajo unas fiebres que los médicos creían que era una insolación por imprudencia suya, no confesando el exceso que se lo provocó. Le sangraron cuando más falta le hacía para recuperarse de la debilidad en que se zambulló. Por lo que hizo testamento como honrado y cristiano disponiendo medios para vivir a su amada la envió fuera”. Y así fue, el 4 de abril, Rafael despidió a su amante, hizo testamento solicitando ser enterrado en Santa María de la Rotonda y, dos días más tarde, el Viernes Santo de 1520, entre las nueve y las diez de la noche, expiró.

Es verdad que otro de sus cronistas Francesco Longhena, atribuye su muerte a una dolencia “más corriente”:”Rafael era de naturaleza muy delicada … Hallándose muy debilitado, un día, encontrándose él en la Farnesina, recibió orden de acudir a la corte inmediatamente. Echó a correr para no incurrir en retraso; y mientras hablaba allí, largamente, acerca de la construcción de San Pedro, se le secó el sudor encima. Súbitamente, se sintió enfermo. Marchó a su casa; y se vio acometido por una fiebre perniciosa …”.

Panorama 2 Su naturaleza enfermiza y la gran cantidad de trabajo debió influir en la salud de Rafael. El deterioro físico es evidente si contemplamos su “Autorretrato” de 1506, a los 23 años, con el conocido “Autorretrato con el maestro de esgrima”, pintado en 1518, a los 35 años, en el que el artista aparece con barba y largo cabello con raya al medio, rasgos que se aproximan a la iconografía de Cristo, y con una expresión de fatiga y dulce melancolía.

A pesar de su pésima salud, Vasari califica a Rafael de enamoradizo y gran aficionado a las mujeres, entregándose sin media al amor y, a veces, más pendiente de sus amantes que de su profesión. Aunque murió soltero, estuvo prometido a una dama importante María Bibbiena, sobrina del influyente cardenal Bernardo de Bibbiena, a la que continuamente daba largas sobre matrimonio, porque de quien realmente estaba enamorado era de su amante, Margarita Luti, apodada la Fornarina por ser hija de un panadero del Trastevere.

Con Margarita compartía su pasión vehemente, pintándola en numerosas ocasiones. Sobresale la “Donna velata”, pintado en 1516, en el que Rafael sintetiza su ideal de belleza en el retrato de su amante: perfección, virtudes, gestos, costumbres, etc.

Pero la obra que llama poderosamente la atención, es la que pinta un año antes de su muerte. Es el único desnudo no mitológico que realiza, “La Fornarina”, donde el pintor descubre su amor y pasión por aquella mujer, rubricándolo de una manera poco habitual: escribiendo su propio nombre en el brazalete que luce Margarita en el brazo izquierdo.

La declaración de Rafael sobre su pasión no ignora ni las plantas del fondo de la obra, entre las que se distinguen un membrillo y un mirto. Éste, asociado a Venus, era la planta del amor y el deseo; el membrillo, símbolo del amor carnal y la fecundidad.

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La gran historia de amor y pasión entre Margarita Luti y Rafael Sancio está repleta de leyendas y misterio. Desde considerarse como causa de la muerte del pintor los excesos pasionales con su amada, hasta la desaparición del anillo nupcial que lucía la Fornarina en el dedo anular de su mano izquierda, y que, incomprensiblemente, alguien borró.


- Donna Velata. Rafael Sancio.
- La Spasimo di Sicilia. Rafael Sancio.
- Autorretrato. Rafael Sancio.
- Autorretrato con el maestro de esgrima. Rafael Sancio.
- Rafael y la Fornarina. Ingres.
- Rafael pinta a la Fornarina. Felice Eschiavoni.
- Detalle de La Fornarina. Rafael Sancio.
- La Fornarina. Rafael Sancio.




lunes, 15 de marzo de 2010

Monedas con ceca en León

No son muy abundantes las monedas con ceca en León. Se realizan acuñaciones en la ciudad durante el periodo de tiempo comprendido entre los reinados de Alfonso VI de León (1072‑1109) y Enrique IV, rey de Castilla y de León (1454‑1474), si bien nos centraremos en las emisiones de moneda realizadas en la ciudad durante la existencia del Reino leonés del 910 al 1230, además de enumerar algunas emisiones anteriores a la invasión musulmana que, aunque escasas, merecen señalarse.

En la España Medieval era el monarca el que tenía el privilegio y la facultad de acuñar moneda. Para ello, poseía su propia ceca formada por pequeños talleres de herreros y artesanos grabadores, fijos o itinerantes. Era frecuente también, siempre con la supervisión del monarca, el encargo de emisión a artesanos particulares pero controlando exhaustivamente el peso y aleación de los metales. Con el paso del tiempo, los reyes concedieron ocasionalmente derechos de acuñación a obispos, abades, condes y señores feudales, lo que dio lugar a una gran confusión dentro del campo monetario, desconcierto que se acrecentó con las adulteraciones y falsificaciones constantes. 

El lugar físico del emplazamiento de una ceca (de la voz árabe sikka, que significa troquel), solía situarse en las ciudades más importantes del Reino, aunque en un principio, como hemos dicho, no tenía ninguna importancia su ubicación concreta al poder realizarse de forma ambulante por la sencillez que suponía la acuñación de forma manual: utilizando dos troqueles con los grabados que iban a figurar en la moneda, se situaba el disco metálico o cospel entre los dos troqueles y se golpeaba fuertemente para producir la impresión, produciéndose pieza a pieza. Trascurrido el tiempo, se utilizarán máquinas movidas por ingenios hidráulicos, con lo que el lugar de las cecas se traslada a las proximidades del cauce de los ríos.


En cuanto a la ceca de León, Amando Represa Rodríguez en su obra "Los viejos gremios de León", describe al gremio de monederos en la ciudad leonesa: "Gremio interesante y antiquísimo, pues consta la existencia de ceca en León desde los días de Alfonso VI. Su asentamiento en el Burgo de los francos y en uno de los accesos al mismo, bautizó la calle con el nombre de Moneda, así como la puerta próxima."

En los alrededores de Puerta Moneda, entrada a la capital del Reino por el este, ejercían su lucrativo oficio los cambistas que trocaban las monedas de oro y plata por las fracciones de vellón (aleación de plata y cobre). El lugar de asentamiento elegido no era casual. La ciudad medieval de León se expande hacia el sur y el este, hacia las vegas, y es por allí por donde entran principalmente las mercaderías, las cosechas, los comerciantes y los peregrinos que, desde Europa y los reinos cristianos peninsulares, acuden a Santiago de Compostela. Toda esta importante entrada de labradores, comerciantes y peregrinos, necesitaría fraccionar moneda con el fin de gestionar su estancia o sus negocios en la ciudad que, en aquel momento, era la más importante del norte peninsular.

Así todo, durante los siglos X y XI el uso de moneda no era habitual. Hasta ese momento, se usa moneda musulmana (dirhemes de oro y plata), alguna pieza franca e, incluso, moneda de cobre del Bajo Imperio. Es frecuente también como sistema de pago, el trueque, el pago en especie y el denominado "pagos en plata al peso", pesando con balanza cualquier pieza de plata en el caso de no disponer de moneda.

Una muestra excelente de esta actividad, se encuentra en un fragmento de la conocida obra del medievalista Claudio Sánchez Albornoz, “Una ciudad en la España cristiana hace mil años”. En uno de los episodios, se narra la compra de varias piezas de marroquinería para una cabalgadura en el mercado de la ciudad de León en los inicios del año 1.000: “El talabartero, a presencia de todos, prepara una pequeña balanza que le presta uno de los zabazoques o inspectores del mercado, allí presente, y se dispone a pesar los denarios romanos, los sueldos galicanos, los dirhermes moriscos y los demás pedazos de plata que entrega por la silla, el petral, la cincha y unas bridas el caballero recién improvisado. ... Mas no bastan las dirhemes de Córdoba, los sueldos ni los viejos denarios, y aunque con frecuencia se acude al trueque directo de objetos por objetos, como no es éste siempre suficiente y los reyes leoneses no acuñan numerario, fuerza es admitir en los pagos todo trozo de plata y pesar la moneda, para igualar de algún modo los diversos instrumentos de cambio.”
MONEDAS SUEVAS Y VISIGODAS
Antes del comienzo de la emisión de las monedas leonesas medievales, el reino suevo acuña en la actual provincia leonesa durante la ocupación del noroeste peninsular a principio del s. V, las primeras monedas denominadas tremis o trientes de oro (nombre de origen romano que vienes a significar “tercera parte”). Estas monedas poseen leyendas que resultan de difícil interpretación; una de ellas muestra en el anverso busto a la derecha con leyenda: LEONES MONETA CLARA; en su reverso, cruz en el centro de dos láureas o coronas de laurel con la leyenda: CONOB (abreviatura de “Obryzum de Constantinopol”, que vendría a significar “oro puro Constantinopolitano”). Se conoce otra acuñación similar a la anterior con la leyenda: LEIOA CUTIS MUNITA.


No existe mucha información gráfica sobre las emisiones suevas en la Península. Como ejemplo podemos mostrar una moneda de procedencia sueva emitida a mediados del s. V, en honor del Emperador Valentiniano III (423—455), perteneciente a los reinados de Rechila y Rechario, con busto a la derecha diademado y drapeado; en el reverso cruz dentro de dos láureas de laurel y la leyenda CONO. Una como la descrita, según Luengo Martinez, se encontró en las proximidades de la iglesia de San Bartolomé de Astorga.

Con posterioridad a la dominación sueva, los visigodos también acuñan monedas en territorio leonés. Sisebuto (612‑621), realiza emisiones en Villafranca del Bierzo de trientes de oro, con un peso de 1,50 gr., representando en el anverso la silueta muy esquematizada del rey con la leyenda: SISEBUTVS RE; en el reverso, la misma silueta del anverso, con la leyenda de la ceca: BERGIO PIVS.

Su sucesor Suintila (621–631), también acuña en zona leonesa trientes de oro con el mismo peso, presentando en el anverso silueta esquematizada del rey y leyenda: SVINTILA RE; en el reverso silueta esquematizada y la ceca de León: LEIONE PIUS. Este triente apareció entre las piezas del tesorillo de La Capilla, en Carmona. Asimismo, se conocen trientes del reinado de Suintila acuñados en Astorga con la leyenda de la ceca: ASTORICA PI.

MONEDAS MEDIEVALES – REINO DE LEÓN

Alfonso VI
Es a partir del siglo XI, coincidiendo con el apogeo político, económico y militar del Reino de León, cuando comienzan las emisiones de moneda en la ciudad. Después de las primeras monedas emitidas por suevos y visigodos, no se producen acuñaciones en León hasta el reinado de Alfonso VI (1072-1109), considerándose como las primeras realmente españolas sin influencia de emisiones extranjeras. Como ya se ha señalado, hasta ese momento imperaba el trueque y una escasa circulación de moneda procedente del Bajo Imperio, de acuñaciones suevas, visigodas y francas, pero, sobre todo, sobresalía la utilización de moneda hispano-árabe que llega desde el sur a los reinos cristianos en concepto de parias.

En 1086 irrumpe en la Península la primera gran expedición almorávide, netamente fundamentalista, que se hace con el control de los Reinos de Taifas y emprende su expansión hacia el norte derrotando a Alfonso VI en Sagrajas (1086) y, tras una segunda expedición, en Uclés (1108). Estas derrotas leonesas significan el fin de los pagos musulmanes y una gran escasez de moneda en el Reino de León.

La necesidad de moneda, el deseo del monarca leonés de afianzar su soberanía y una incipiente relación económica con los reinos europeos debido a su matrimonio con la princesa francesa Constanza, provocó la necesidad de acuñar una moneda propia.

Alfonso VI realiza acuñaciones de dineros (procede de denario) y óbolos (medio dinero) de vellón, con 0,90 gr. y 0,45 gr., respectivamente, en distintas ciudades: Santiago, Segovia, Toledo y León. Los motivos representados en estas primeras monedas leonesas están inspirados en emisiones francesas, mostrando en el anverso cruz griega patada y leyenda: ANFVS REX. En los reversos, crismones con la primera y última letra del alfabeto griego, alfa y omega, y las leyendas de la ceca con todas las letras: LEO CIVITAS.

Es a partir de estos momentos, cuando la ceca de León tomará gran importancia acuñándose más monedas en comparación con otras ciudades del Reino. Incluso llegó a emitirse una moneda, hoy parece perdida, con la leyenda: LEGIO CIVITAS CAPUT SPANIE (Ciudad de León Cabeza de las Españas). Esta importante moneda, viene a demostrar que la ciudad de León es la capital indicutible del Reino, ante el pretendido y reivincado protagonismo actual de castellanos y gallegos por minimizar y hasta anular su predominio durante los más de 300 años de la existencia del Reino. No está claro el periodo de acuñación, ya que puede tratarse de una emisión realizada por Alfonso VII (1126-1157). Ver artículo e imagen sobre el asunto en: http://corazonleon.blogspot.com/2009/09/leon-capital-de-alfonso-vii-leo-civitas.html.

Doña Urraca / Alfonso I de Aragón
Doña Urraca (1109-1126), hija de Alfonso VI, acuña dineros de vellón con ceca en León de ocho tipos diferentes. Seis de ellos, continúan con los modelos de su padre: cruces patadas, floreadas y crismones, con leyendas como VRRACA REGI alrededor de cruz floreada en los anversos, y LEO CIVITAS alrededor de crismón en los reversos, haciendo referencia directa a la ceca de la ciudad.

Los otros modelos introducen una variedad importante, ya que, por primera vez en esta etapa medieval, aparece el rostro del monarca, en uno de frente y en el otro de perfil, con la leyenda en el anverso: VRRACA REXA; en reverso: LEGIONENSIS.

Aunque no es monarca leonés, se debe citar a Alfonso I de Aragón y Navarra (1109-1114), casado con Doña Urraca y cuyo matrimonio que fue anulado en 1114.

Este monarca acuña en la ciudad de León dineros y óbolos de vellón, continuando con algunos de los motivos y creando otros nuevos e innovadores. En los anversos: cruces patadas, motivos florales, jinete a derecha con espada, busto mitrado con creciente y estrella en la parte superior. En los reversos: cruces patadas, cruz sobre vástago, y adornos florales.

Por primera vez se representa un león pasante en las monedas leonesas. Las leyendas de estas emisiones son: ALF REX, ANFVS REX y ANF REX en los anversos; IN SPANIA y LEO CIVITAS, en los reversos.

Alfonso VII
Continúan las acuñaciones en la ciudad de León durante el reinado del hijo de Doña Urraca y Raimundo de Borgoña, Alfonso VII (1126‑1157), proclamado Emperador en un acto solemne convocado por las Cortes Leonesas en el año 1135.

Durante este periodo, se consolida la ceca de León y se multiplican las emisiones de moneda como corresponde al más importante centro de la vida política, económica y religiosa del norte peninsular, llegando a acuñarse en la ciudad 23, de los 52 tipos diferentes.

Las monedas acuñadas son dineros y óbolos de vellón, con 1,0 gr. y 0,55 gr. de peso, respectivamente. Los motivos que se muestran son muy diversos. En los anversos: cabezas afrontadas con cruz y adornos florales, catedral y campanario, busto coronado a izquierda, león con cabeza humana y coronada, jinete a caballo con espada, leones pasantes y rampantes, enfrentados, espaldados, etc. Los reversos siguen con los modelos de cruz patada, equilátera, latina, floreada, sobre árbol, con creciente, con estrellas, con adornos florales, leones, etc.

Las leyendas de los anversos suelen ser con ANFVS REX, IMPERATOR, REX ANFVS IMPERATOR, incluso SVPER REX; en cuanto a las leyendas de los reversos, LEO CIVITAS, LEONI, LEO, LEONIS CIVI, LEGIONENS, LEGIO CIVITAS, LE CIVITAS, y por primera vez, LEON.

Fernando II
A Alfonso VII le sucede su hijo Fernando II (1157‑1188), reinado durante el cual se vuelven a separar los reinos de Castilla y León. Fernando II de León se intitula "rex Hispaniae", lo que da lugar a que, en alguna de las monedas que acuña, figure en los reversos la leyenda: IN SPANIA.

Siguen las acuñaciones de dineros y óbolos de vellón, figurando en los anversos rey coronado a derecha, cruces patadas, floreadas, en trebolillo y busto de frente; en los reversos, distintas cruces y leones en diferentes posiciones: a derecha, espaldados, cabezas, etc. Las leyendas siguen conformándose con los nombres: FERNAND, FERNANDVS REX, FERNAND REX, SPANIA y F REX LEGIONIS, en los anversos. En los reversos: REX D LEON, ET LEGIONIS, IN SPANIA.


Bajo el reinado de Fernando II se acuña por primera vez una moneda de oro de 3,85 gr., representando en el anverso al rey coronado a izquierda con cetro y cruz, mas espada, y leyenda de FERNANDVS DEI GRACIA REX; en el reverso, león a derecha y encima una espada sobre globo; debajo la ceca de León con LEO y leyenda IN NE PATRIS I FLI Y SPS SCI. Esta nueva moneda se denominada maravedí (de "morabithis", devotos a Dios, calificación dada por Abd Allah-ben-Yasim o los sectarios que llamamos almorávides. Con el tiempo los reinos cristianos harán de esta definición, sinónimo de moneda), designación que se utilizará hasta Isabel II, acuñándose, con el tiempo, en plata y posteriormente en cobre.

Alfonso IX
Al llegar al trono el hijo de Fernando II, Alfonso IX (1188‑1230), se encuentra con una economía muy poco saneada. Como consecuencia de esta situación, decide adoptar una serie de medidas económicas, entre ellas, una devaluación de la moneda, rebajando la proporción de plata en las piezas de vellón que pasa del 22% al 11%, y todo ello, sin incrementar las cargas impositivas.

El pueblo ante este cambio, y siendo consciente de la importancia de la devaluación, protesta ante el Rey consiguiendo de éste el compromiso de no modificar nuevamente el valor de la moneda durante un periodo de 7 años, a cambio de crear una tasa llamada de "la moneda forera", que consistía en pagar al monarca una cierta cantidad de dinero. Este acuerdo de “venta” al pueblo, se adopta en la Cortes de Benavente de 1202, resultando ser el más remoto antecedente histórico de una votación en unas Cortes Estamentales para otorgar un servicio y una normativa o Ley que puede considerarse como la actualmente existente en los parlamentos democráticos: la Ley de Presupuestos.

Durante este reinado, los modelos de monedas acuñadas en vellón son similares a periodos anteriores: dineros y óbolos. Los motivos que se representan son diversos tipos de cruces patadas, en trebolillo, potenzadas con veneras en los cuarteles, leones, busto coronado a derecha, en el anverso; en el reverso: cruces, cuatro cabezas de león bajo árbol, león a derecha, con muchas variantes combinando con estrellas, punto, medias lunas veneras, etc. Las leyendas: ADEFONSVS, ADEFONSV y ADEFONSVS REX en los anversos; LEGIONIS, LEONIS LEGIO CIVITAS, LEO Y IMPERATO.


El último rey leonés emite también un maravedí de oro muy parecido al de su padre, figurando en el anverso el busto del Rey a izquierda, con cetro, espada, y leyenda: ALFON SVS DEI GRACIA REX; en el reverso presenta un león pasante izquierda sobre puente, con leyenda: IN NE PATRIS IFLI I SPS SCI. Aunque no figura concretamente la ceca, todo hace pensar que fue acuñada en la ciudad de León.

Documentación:
F. Álvarez Burgos
Luís Abello Álvarez
Edmundo Carretero