lunes, 13 de julio de 2009

El búcaro de Las Meninas


A mediados del s. XIX, el director del Museo de Prado, el pintor Federico Madrazo, denominó a la obra de Diego de Velázquez titulada “Retrato de familia”, como “Las Meninas”, nombre por el que hoy conocemos una de las obras cumbre de la pintura universal.


Menina es una palabra de origen portugués para designar las damas jóvenes que solían acompañar a las infantas, y portugués será con seguridad el barro del que está hecho el búcaro que la "menina", doña María Agustina Sarmiento ofrece, sobre una bandeja de plata, a la Infanta Margarita, en aquel momento de cinco años de edad, y que el pintor sevillano refleja extraordinariamente.


¿Por qué un objeto tan humilde, como es un pequeño recipiente de barro, se encuentra en una cámara real y es, si nos fijamos bien, casi centro de atención de la pintura?


En primer lugar hay que decir que primitivamente un búcaro, palabra de origen latino (butticula = tonelito), es un recipiente que, como norma, posee una boca y cuello angosto y un vientre abombado, realizado en un material muy fino y poroso, con una tierra roja arcillosa de olor característico que, en principio, se importaba de Portugal. Un búcaro es también el botijo o botija, llamado en algunas regiones pipo o pimporro, igualmente las alcarrazas, que están presentes en muchos de los cuadros clásicos. Todos estos recipientes realizados en arcilla tienen como finalidad mantener el agua fresca.

Pero volvamos al cuadro de Velázquez. La imagen de la pintura parece "congelarse" en el momento en el que la Infanta Margarita, con gesto rutinario, alarga su mano para coger el pequeño búcaro de barro que le ofrece doña María Agustina Sarmiento. Velázquez muestra de esta manera una de las costumbres más curiosas entre las damas del Siglo de Oro español: la bucarofagia.

En aquella época se consideraba la blancura de la piel femenina como algo especialmente seductor. Un sistema para adquirir ese color de piel, era masticar y comer los recipientes de barro, lo que producía una forma de clorosis o anemia que se denominaba “opilación” (obstrucción), y que bloqueaba, entre otros, los conductos biliares. A veces, el color blanco perseguido, se trasformaba en un amarillento enfermizo, o en otros tintes extraños, seguramente porque los búcaros eran de arcilla muy roja o poseían engobes coloreados.

Aparte del efecto cosmético citado, hay quien mantiene que comer barro producía efectos narcóticos y alucinógenos, pero, también, la obstrucción u opilación intestinal hacia disminuir o desaparecer el flujo menstrual, por lo que la ingesta de barro se convertía en un anticonceptivo, dando lugar a que la Iglesia de la época lanzara sus más furiosas diatribas y sermones contra las mujeres que tenían esa costumbre, llegando a imponer los confesores como penitencia, quedarse varios días sin probar el barro.

La obstrucción intestinal se combatía con purgantes y aguas ferruginosas. Era famosa en Madrid, la “Fuente del Acero”, al otro lado del Puente de Segovia, cuya agua había que beber y "pasearla", lo que se denominaba “pasear el acero”, que resultaba una buena excusa para los encuentros entre enamorados. Una de las comedias de Lope de Vega, El acero de Madrid, versa precisamente sobre el asunto; una de las estrofas de la obra no deja duda sobre el asunto:

"Niña de color quebrado,

o tienes amores

o comes barro."


El búcaro de la Infanta Margarita es, sin duda, la dosis que normalmente se prescribía: “un búcaro al día”. Después de beber su contenido de agua fresca, la Infanta lo mordería y masticaría en pequeños trozos como deliciosa golosina.


Está claro que por su edad no lo utilizaría como anticonceptivo, pero es conocido que la Infanta sufría de una pubertad precoz, posiblemente padecía el síndrome de Albright, que provoca una muerte temprana (murió con veintidós años). Este síndrome se caracteriza por tumor tiroideo, bocio, talla corta y unas hemorragias menstruales anormales, que haría de la ingesta de barro, uno de los remedios para obstruir u opilar los conductos sangrantes.


Pero no hay que descartar la utilización del barro por la Infanta Margarita como uso cosmético con el fin de lograr una piel más blanca, e igualmente, como “golosina viciosa”, como la define el diccionario clásico de Covarrubias a propósito de la definición de búcaro, y como bien remarca un entremés anónimo del s. XVIII titulado Los gustos de las mujeres, en el que una dama confiesa:


“Yo señor, gusto del barro

que me agrada ver que suena mascadito,

poco a poco, en los dientes y en las muelas.”




Las Meninas (detalle). Diego Velázquez.
Las Meninas (detalle). Diego Velázquez.
El aguador de Sevilla. Diego Velázquez (alcarraza y cántaro).
Bodegón de cacharros. Francisco de Zurbarán (alcarraza, búcaro y alcarraza trianera).
Dos mujeres en la ventana. Bartolomé Esteban Murillo.
Infanta Margarita de luto por Felipe IV (15 años). Juan Bautista Martínez del Mazo.


30 comentarios:

Ricardo Chao Prieto dijo...

Caramba, qué interesante. No tenía ni idea.

Anónimo dijo...

Si me lo cuentan, sin el fundamento que muestra, pienso que realmente me están tomando el pelo. Realmente cuesta creer que esto pudiera ocurrir.
Un placer leer este tipo de cosas.

El León Curioso dijo...

Me sumo a los anteriores comentarios. Desconocía por completo esas técnicas estéticas.

Otra entrada genial. Un saludo.

Maria dijo...

Qué sorprendente recorrido desde el búcaro de Margarita hasta esa utilización del barro por la mujeres de la época.
Enhorabuena!!!. lol

América dijo...

Estupenda entrada,desconocía los detalles que nos proporcionas,de pinturas las más analizadas y comentadas ,siempre pensé que el detalle por decirlo de alguna manera mas interesante del mismo era la figura del propio Velázquez en la obra,no sabia sobre ese detalle tan importante que no solo habla de las costumbre de la época,si no también de la condición de la protagonista del cuadro,bien sea por estética o por cuestiones relacionadas con su salud y los usos de la época es muy curioso advertir la ignorancia del efecto de tal habito.

El búcaro de la Infanta Margarita es, sin duda, la dosis que normalmente se prescribía: “un búcaro al día”. Después de beber su contenido de agua fresca.

El caso es que esta entrada te dará muchas satisfacciones,por lo novedosa de la misma por lo bien escrita y por tu gran curiosidad en los detalles.

Bello ,Las Meninas (detalle). Diego Velázquez y ese cuadro tan hermoso de Dos mujeres en la ventana. Bartolomé Esteban Murillo.

Un abrazo directo!!!Felicitaciones por el post!

La Dame Masquée dijo...

Hola, muchas gracias por tu visita, gracias a la cual he tenido ocasion de descubrir tu blog, que me gusta muchisimo.
Te enlazare para seguirte en adelante.

Bisous

fonsado dijo...

Esta costumbre, todavía está presente a mediados del siglo XIX en algunos puntos de las Península, como destaca el escritor y viajero francés Teófilo Gautier en su obra, "Viaje por Espsña", que cuenta: " ... las damas no contentas con oler el perfume de los búcaros o beber el agua de los cántaros, se los comen a pedazos."

fonsado dijo...

América: Si contemplas detenidamente Las Meninas, la única "acción" que se está desarrollando en la escena y que queda plasmada por Velázquez, es la entrega, sobre bandeja, del pequeño búcaro de barro a la Infanta, que alarga su mano para recogerlo. Un fuerte abrazo.

La DM: Es mutuo. Gracias y hasta otra.

valhalex dijo...

Interesante articulo ! La verdad que este mundo de los blogs es muy interesante y arroja mucha luz sobre curiosidades y demás. Precisamente son este tipo de cosas las que constituyen la microhistoria, que tantos seguidores está adquiriendo.

Te dejo la dirección de mi blog, sobre historia de León

http://valhalex.blogspot.es

fonsado dijo...

alex: Gracias comentarios.
Decirte que he tenido problemas para llegar a tu blog ¿?. Así todo, solo he conseguido llegar a una entrada del pasado 2 de junio, sin poder ver más.
Saludos.

Carlitosbraun dijo...

Si no lo documentas, toda esta historia parece una auténtica broma. Desde hoy observar Las Meninas, tendrá otro significado y solo falta comentar el asunto con la gente que te rodea ... ¡fliparán!

Ana Trigo dijo...

Hola, te agradezco mucho tu amable comentario en mi blog gracias al cual he descubierto el tuyo, que me ha encantado. Cuenta con mi asidua visita :)
Un saludo!

Susana Peiró dijo...

Fonsado! Es un artículo ESPECTACULAR! Caramba Amigo, ignoraba esa costumbre de comer los recipientes de barro para "blanquear" la piel. Definitivamente la laceración (en este caso interna)en pos de los ideales de belleza, ha sido parte del mundo femenino de todas las épocas!

Nuestra amiga América -en video conferencia- me recomendó este artículo como imperdible, y definitivamente tenía toda la razón!

Muchísimas Gracias por publicar este EXCELENTE material, y por cierto, si estás de acuerdo, me gustaría hacer un link a esta página en oportunidad de algún personaje...¿La Infanta Margarita? ¿Por qué no?

Un enorme Abrazo, Estimado Amigo, me voy fascinada!!!

fonsado dijo...

ATrigo: Vuelvo a decir que me parece exquisito y con temas muy atractivos. Saludos Ana.

Susana: América, en la distancia, es una estupenda amiga en esta aventura.
Gracias por ese comentario, y, por supuesto, que puedes tratar el tema cuando desees, enlaces o no. No existe ninguna exclusividad.
Un fuerte abrazo también para ti.

Patricia dijo...

Es un post maravilloso y muy informativo, tiene todo el detalle ignorado por el tiempo de la cultura de la epoca, la sed por la perfeccion y el toque de arte.
Cambiamos en preferencias pero seguimos la eterna busqueda por esa "perfeccion" a cualquier precio, me encanto, si no te molesta me gustaria ponerme de seguidora,
gracias,
saludos,

fonsado dijo...

Patricia. Gracias por esos comentarios y, por supuesto, encantado de poder intercambiar comentarios.
Un saludo.

nachoben dijo...

La Infanta Margarita de Austria, trago a trago, se bebió el contenido de la jarrita de arcilla roja de Tonalá, y le costó su tiempo, hasta la última pincelada del cuadro a pintar.
Bueno, que no me creo nada.
Observa esta Web:

http://diegovelazquez.webcindario.com/Phi.htm

Aquí queda más claro el tema de la jarrita roja de Tonalá.

Un saludo.

fonsado dijo...

Interesante prisma.
No dejaré de estudiar lo que en principio propones y parecen deducciones interesantes sobre la intersección de Las Meninas y la Cábala.
Si te interesa en asunto entra en: ""León medieval: El "Libro del Esplendor" y la Cábala"" y otros.
Gracias comentario.

Anónimo dijo...

Este blog ha sido todo un descubrimiento, gracias al creador.

Robincita dijo...

Muy interesante. Un buen comienzo de día.

fonsado dijo...

Gracias por el comentario.

Vendeano dijo...

Acabo de leerlo en Gautier, más de diez años después de su comentario. Ya había leído algo hace mucho de los búcaros. ¿Éste mismo Blog hace diez años, revisitado hoy sin recordarlo?

carmen martin audouard dijo...

Cuando sale el cuadro a comentar, siempre se aprende algo nuevo.
Muchas gracias.

stb5543 dijo...

Tenia preguntas, como esas, y bueno otras, y de repente tengo respuestas. Y sí se sigue adelante, abran más detalles sobre el tema. Es que aparte de la obra de arte, está el inimaginable poder de la mente humana, de crear.

Jorge García Hernández dijo...

Me encantó mucho la explicación en fondo y en forma. Ha sido un descubrimiento esta página.
Muchas gracias,

Erick sosa dijo...

Es facinante e instructivo conocer las culturas, entrar a un mundo donde tal vez la ingorancia se refleja de una epoca de transigencias. E

Erick sosa dijo...

Es facinante e instructivo conocer las culturas, entrar a un mundo donde tal vez la ingorancia se refleja de una epoca de transigencias. E

Erick sosa dijo...

Es facinante e instructivo conocer las culturas, entrar a un mundo donde tal vez la ingorancia se refleja de una epoca de transigencias. E

Angeles G. Caramanzana dijo...

Agradecida por tan bonita historia del cuadro más comentado

Miguel Zafra dijo...

Fantástico.
Lo tomo como referencia. Estoy haciendo un estudio sobre la clorosis como enfermedad que desapareció "misteriosamente". Miguel Zafra. Grupo de Historia de la Pediatría.