miércoles, 25 de julio de 2012

Que nos gobierne Coca-Cola …


Montoro lleva a las Cortes un duro ajuste para «recuperar la confianza en España»


Hace unos días, el periodista-escritor Pérez-Reverte fue expresando mediante varios twits y a raíz de las últimas y salvajes medidas del Gobierno, lo que piensa del estado actual de España y de sus políticos.

La mayoría de la población piensa lo mismo, incluso diría que últimamente es aun más radical que el escritor. Sin embargo, este generalizado pensamiento de la calle aparece tímidamente reflejado en los medios de comunicación (¿por qué será?) y ni siquiera los sindicatos, “baluartes” de las protestas y manifestaciones callejeras, muestran en sus pancartas ni mencionan en sus discursos, la posibilidad de una completa reforma del Estado (¿por qué será?).

Este cambio, necesario para sobrevivir, no se contempla, por supuesto,  por los grupos políticos, refugiados y atrincherados en el Gobierno y en los feudos autonómicos (un fracaso económico y social), que han demostrado sobradamente su incompetencia para dirigir y gestionar, salvo su patrimonio personal.

Esta clase se rodea de una telaraña de familiares, amigos y colegas que forman una enorme barricada de miles de puestos de trabajo a dedo, que disfrutan de salarios públicos de lujo. Puestos inventados, sin utilidad práctica, ideales para individuos sin antecedentes laborales y que son incapaces de hacer otra cosa.

Los resultados los padecemos. Y es que en este país “cualquiera” puede ocupar un puesto importante de decisión en la sociedad, sin que se tenga en cuenta su capacidad. Solo sirve la obediencia al partido de turno,  la influencia de los amiguetes, o el “agradecimiento por servicios”. Así nos encontramos con verdaderos inútiles en: Direcciones Provinciales, chorizos incompetentes en los Consejos de administración de las Cajas, caducos en Consejos Consultivos, asesores chaqueteros de Defensores del Pueblo ¿? y miles de etc. a nivel regional o nacional.

Todos los conocemos. No han demostrado su capacidad en ningún campo, solo en medrar al amparo y sombra de los partidos. Bueno, no del todo. Hay señoras diputadas criadas a los pechos de la camorra que, mientras se relacionan los recortes y sacrificios de los trabajadores en el Congreso, muestran su trayectoria “profesional” con su experta opinión: ¡Qué se jodan!

Y claro que nos jodemos. Como dice Pérez-Reverte casi medio millón de individuos/as que viven a costa del personal que paga su sueldo, viajes, prebendas, pensiones millonarias, jubilaciones sin cotización, teléfonos, ordenadores, etc. Medio millón de jetas que no han sido capaces de gestionar debidamente los abundantes recursos de los que disfrutábamos hace unos años y nos han llevado a la ruina.

¡Ahora se comprende mejor la Revolución Francesa y la guillotina!

Twits de Pérez-Reverte:


La Cultura, la Educación, la Sanidad, las clases altas, medias y bajas, expoliadas. Y el disparate administrativo-político-autonómico, ni tocarlo.

A ver si lo he entendido, señor presidente…

Hasta por morirme debo pagar un 21 %…

A ver si lo entiendo. Insisto.

Alemania tiene 80 millones de fulanos y 150.000 políticos. España, 47 millones y 445.000 políticos. Sin contar asesores, cómplices y colegas.

O en Alemania faltan políticos, o aquí sobran.

Si en Alemania faltan, apenas tengo nada que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas. Señor presidente.

¿Para qué sirven 390 senadores (con la brillantez media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por ejemplo)?

¿Para qué sirven 350 diputados y 54 eurodiputados? ¿Nos apañaríamos peor de lo que estamos con la mitad? ¿Me lo dice en serio?

¿Para qué sirven 74.000 alcaldes y concejales, cada cual con su paquete adosado de asesores de ambos sexos y sexas?

Subpregunta: si un concejal de Villacantos del Botijo, por ejemplo, necesita contratar a 15 asesores…

¿Para qué puñetas sirve ese concejal, aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?

¿Para qué sirven 1.206 parlamentarios autonómicos y 1.031 diputados provinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa gente? ¿Y lo que come?

Ese tinglado regional, repartido en diecisiete chiringuitos distintos, duplicados, nos cuesta al año 90.000 millones de euros.

Con ahorrar sólo la mitad… Eche usted cuentas, señor presidente. Que yo soy de Letras.

En vista de eso ¿cómo es posible que el Gobierno de este putiferio de sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias y no a ellos?

Que en vez de sangrar a esa chusma, se le endiñe a la Dependencia, a la Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño comercio?

¿A la gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a esa casta golfa, desvergonzada y manifiestamente incompetente?

A ese negocio autonómico absurdo e insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años.

17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público.

El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas nuestras.

Treinta años engordándolos con nuestras imbecilidad y abulia política. Cuando no con complicidad ciudadana directa: Valencia, Andalucía…

Con unos tribunales de Justicia cuando no politizados o venales, a menudo lentos y abúlicos. El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso.

Esos políticos de todo signo (hasta sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros para favorecer a partidos y amiguetes. Impunes, todos.

Me creeré a un presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es insostenible.

Cuando alguien diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, “voy a luchar por un gran pacto de Estado con la oposición.”

“Me voy a cargar esta barbaridad, racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y necesario.”

“Voy a desmontarles el negocio a todos los que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible.”

“Aquí hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla”.

“Y el que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo”.

Pero dudo que haga eso, señor presidente. Es tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como el Pesoe lo es de la suya.

Ese toque de jacobinismo es ya imposible.

Tiene gracia. No paran de hablar de soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su propio país. Sobre sus políticos.

Dicho en corto, señor presidente: no hay cojones.

Seguirán pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre. El negocio autonómico beneficia a demasiada gente.

Usted, señor presidente, como la oposición si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil.

A cargar a una población triturada, con cinco millones de parados, lo que no se atreven a cargar sobre sus desvergonzados socios y compadres.

Seguirá haciéndonos aun más pobres, menos sanos, menos educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para soportarlo serán imposibles.

Así que cuando lo pienso, a veces se me va la olla y me veo deseando una intervención exterior.

Que le vayan a frau Merkel con derechos históricos, defensores del pueblo, inmersiones lingüísticas, embajadas y golferías autonómicas.

De tanto reírse, le dará un ataque de hipo. De hippen, o como se diga allí.

Lo escribía el poeta Cavafis en “Esperando a los bárbaros”. Quizá los bárbaros traigan una solución, después de todo.

Para esto, que nos invadan los bárbaros de una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el Sentido Común reconozca a los suyos. Si quedan.

Recristo.

Qué a gusto me he quedado esta tarde, señor presidente.

Lola acaba de abrir el bar. Esta noche me emborracho. Como Gardel en el tango.


Y después de todo esto, los sindicatos UGT y CC.OO., han acordado constituir una Cumbre Social del Estado Español en la que se invita a todo tipo de plataformas, asociaciones, sindicatos, organizaciones, universidades, consumidores, colegios profesionales, grupos religiosos, etc., para un único objetivo: ¡convocar elecciones!

Pero si el problema sabemos todos dónde está. El problema es todo el tinglado estatal que tienen montado el gobierno, los partidos, los sindicatos, las autonomías, las empresas públicas, las diputaciones, ayuntamientos, los centenares de consejos, los bancos y cajas, etc. Ese es el problema.

Y en último extremo Alemania, tocando los … a todo el mundo desde hace un par de siglos, con su Deutschland siegt an Allen Fronten!!!, (Alemania siempre victoriosa!!!). Es verdad que nos toca los cataplines, pero puede que sea la última esperanza para vernos en el futuro libres de toda esta canalla que nos gobierna.

Como dice Reverte “que de una puta vez vengan los bárbaros”, a ver si acaban con todos estos inútiles, porque hasta que el tinglado autonómico y demás no desaparezca esto no hay quien lo arregle. 

O, si no, que  nos gobierne la Coca-Cola, o por qué no, el leonés de INDITEX. Seguro que nos iría de lujo.


¿Qué esperamos agrupados en la plaza?

Hoy llegan los bárbaros. 

¿Por qué inactivo está el Senado 
e inmóviles los senadores no legislan? 

Porque hoy llegan los bárbaros. 

¿Qué leyes votarán los senadores? 

Cuando los bárbaros lleguen darán la ley. 

¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba, 
y en la puerta mayor espera ahora sentado 
en su alto trono, coronado y solemne? 

Porque hoy llegan los bárbaros. 
Nuestro emperador aguarda para recibir 
a su jefe. Al que hará entrega 
de un largo pergamino. En él 
escritas hay muchas dignidades y títulos. 

¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten 
sus rojas togas, de finos brocados; 
y lucen brazaletes de amatistas, 
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas? 
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados 
en oro y plata, signos de su poder? 

Porque hoy llegan los bárbaros; 
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros. 

¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores 
a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia? 

Porque hoy llegan los bárbaros 
que odian la retórica y los largos discursos. 


¿Por qué de pronto esa inquietud 
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.) 
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas, 
y sombría regresa a sus moradas? 

Porque la noche cae y no llegan los bárbaros. 
Y gente venida desde la frontera 
afirma que ya no hay bárbaros. 

¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros? 
Quizá ellos fueran una solución después de todo.


                                                              Esperando a los Bárbaros. Konstantinos Kavafis (1863-1933), poeta griego.


- La invasión de los bárbaros. Ulpiano Checa.



sábado, 14 de julio de 2012

Buscando explicaciones …


Pablo Molina

El Consejo de Política Fiscal y Financiera celebrado este jueves tuvo como principal punto del orden del día reñir un poquito a las autonomías más díscolas en el cumplimiento de sus compromisos presupuestarios. Cristóbal Montoro pidió por favor a los consejeros autonómicos un poquito de mesura en el dispendio, a ver si con un poco de suerte llegamos a fin de año con una desviación manejable del objetivo de déficit, descontando ya que las comunidades no tienen pensado ajustarse al 1,5 por ciento previsto.

La propuesta de mantener el objetivo de déficit autonómico para este año, con pequeñas reducciones en 2012 y 2013, se saldó con el voto en contra de Andalucía (3 canales públicos de TV), Asturias (3 canales), Canarias (otros 3 canales) y Cataluña (subcampeona mediática con 7 canales de televisión autonómica, a tan sólo uno del País Vasco). Por su parte dos comunidades gobernadas por el PP, Extremadura (1 canal autonómico) y Castilla León (2 canales de TV), se abstuvieron en la votación.

El resto de comunidades autónomas, todas del PP, se sometió a la exigencia del ministro votando a favor de la prudencia presupuestaria, lo que no supone un compromiso añadido de restricción para no exceder el déficit fijado, sino tan sólo un gesto formal para aliviar el sofoco del pobre Montoro, que de tanto amenazar con intervenir a las comunidades más descocadas ha acabado provocando cierta ternura en los consejeros que han de soportar sus sermones periódicos.

La conclusión de este Consejo que se anunciaba apocalíptico es que las comunidades autónomas no están dispuestas a prescindir de funciones básicas como las televisiones públicas, las embajadas en países exóticos o las direcciones generales dedicadas a combatir el cambio climático. Tampoco se les ve demasiado interesadas en suprimir las fundaciones, observatorios y empresas públicas en las que trincan grandes sueldos toda una legión de enchufados. La casta autonómica se ha declarado a sí misma ajena a la crisis y el Gobierno es incapaz de levantar esa inmunidad presupuestaria, a pesar del mayor sufrimiento que esta desvergüenza generalizada está provocando en los contribuyentes con bajadas de sueldo, reducciones de subsidios y aumento de impuestos.

Artículo publicado por el editorialista Pablo Molina el 13 de de julio de 2012 en Libertad Digital.


Si existe algún motivo para que Europa, los "mercados", etc., desconfíen o duden de España es su estructura autonómica, solo deseada por la clase política y permanentemente al margen de los ciudadanos a los que, se supone, administra. Hemos oído estos días, que la mayoría de ellas superan en estructura y poder a los Länder alemanes que, al parecer, hace unos años abandonaron y renunciaron a muchas de sus competencias a favor de estado central. Así les va.

Esta maraña política, muestra excepcional del clientelismo español del XIX y, según ellos, ¿bandera? de la democracia, se niega a perder sus privilegios de mini-estado. Esta es la principal causa del deterioro económico actual, al que hay que añadir la incompetencia para solucionar y prever los problemas de futuro de la comunidad a la que gobiernan, pero prestos a mantener sus privilegios y prerrogativas a cualquier precio, incluso deteriorando el extracto social en el que hipotéticamente se apoyan. ¿No es hora de acabar con esto? ¿No es posible un referéndum para conocer la opinión de la sociedad sobre su continuidad?