miércoles, 17 de abril de 2019

Actualidad: el incendio de la Catedral de León

En el mes de mayo de 2016, se cumplieron 50 años del incendio que destrozó la techumbre de la catedral leonesa. Hoy el acontecimiento cobra nuevamente actualidad ante el incendio de la catedral parisina que ha conmocionado a medio mundo. 

Es el momento de recordar aquel suceso que en 1966 tuvo a los leoneses expectantes ante el terrible avance de las llamas que, poco a poco, iban adueñándose de la cubierta de la Catedral de León. Es el momento de recordar aquella historia que contamos en una entrada de hace ya 3 años.

"El domingo 29 de mayo de 1966 los presagios más pesimistas circularon rápidamente por la ciudad, tal fue la espectacularidad del incendio de la catedral leonesa, como se puede comprobar en algunas fotografías. Todo hacía pensar en un final trágico.

Han sido innumerables los problemas estructurales que a lo largo de los siglos ha sufrido la catedral, pero no son menos los que han surgido durante estos últimos 50 años y los que actualmente permanecen vigentes. Pero, como en aquel momento clave del año 1966, el edificio la Catedral de Santa María sigue en pie y, desde su pequeña atalaya, continua contemplando y gobernando el día a día de los leoneses y dejándose admirar permanentemente por los miles turistas que llegan a su plaza.


Hace unos pocos años, con motivo de un pequeño incendio, recordamos aquel acontecimiento del 29 de mayo 1966 mediante un entrada: http://www.fonsado.com/2008/01/hace-unas-semanas-y-en-plena-noche.html. Hoy después de 50 años del suceso merece la pena revivirlo.

Hace unas semanas y en plena noche, sonaron las alarmas. Una fuerte humareda surgía de la fachada meridional de la Catedral y a los pocos minutos, ambulancias, vehículos policiales y de bomberos llenaron la Plaza de Regla.


Uno de los equipos de bomberos accedió al triforio exterior sur, bajo el rosetón, logrando de inmediato sofocar el conato de incendio que, al parecer, tuvo su origen en el calor generado por uno de los focos en contacto con un elemento combustible, aun sin identificar, posiblemente olvidado por los obreros que ensamblaron la estructura metálica utilizada para los actuales trabajos de restauración.

Este pequeño incidente, nos hizo revivir el tremendo incendio  del año 1966 en el que el fuego arrasó por completo la cubierta de la Catedral. La magnitud del suceso fue de tal envergadura e impacto social, que todos los leoneses que lo vivieron no pudieron entender como fue posible que el edificio se salvara de un inevitable y casi presagiado derrumbe, a la vista de la intensidad y virulencia de las llamas.

Esa respuesta la tuve de primera mano hace un par de años, curiosamente a raíz de la última y polémica restauración de San Miguel de Escalada, donde conocí a Santiago Seoane Abuín, escultor, restaurador e hijo del también restaurador y gran maestro de la talla, Andrés Seoane Otero. Santiago Seoane, entre otras cuestiones, me contó la extraordinaria trayectoria profesional de su padre y su indiscutible protagonismo en aquel tremendo e inesperado incendio.

El buen hacer de Andrés Seoane, todavía se puede apreciar en una serie de obras realizadas en la ciudad, entre otras, la réplica en piedra de San Jorge sobre la puerta principal de la Casa de Botines, que realizó en 1953 ante el deterioro del original; pero sobre todas, destaca la copia de la Virgen Blanca para su ubicación en el parteluz de la Catedral y que aun hoy permanece espléndida presidiendo todo el conjunto escultórico de la portada occidental, mientras el original se trasladó al interior para su preservación.

Estos y otros extraordinarios trabajos, suponen que D. Luis Menéndez Pidal, por aquellos años responsable del Patrimonio Artístico Nacional, proponga a Andrés Seoane como encargado general de las obras de la primera zona del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional que comprendía las provincias de Asturias, León y Zamora.

Como he comentado, Santiago, su hijo, que por aquel entonces aprendía y colaboraba con él, me detalló la fundamental e inapreciable actuación de su padre en aquella trágica tarde-noche del 29 de mayo del año 1966 en nuestra ciudad.

Aquella tarde de primavera, se produjo una fuerte tormenta en la ciudad con abundante aparato eléctrico. Casualmente, uno de aquellos rayos, con una potencia extraordinaria, cayó sobre uno de los pararrayos de la Catedral. En una situación normal, este tipo de descargas eléctricas eran conducidas de los pararrayos mediante tirantes de metal a unos fosos en la Carretera de los Cubos; pero una de las descargas fue tan enorme y de tanta intensidad que no pudo ser absorbida, produciéndose un retroceso de la carga eléctrica que puso incandescente el hierro conductor por el que circulaba, rebotando y llegando hasta la cubierta de la fábrica realizada en madera de pinotea en el s. XIX. Esta madera, en contacto con el hierro incandescente, comenzó a arder muy rápidamente y con gran intensidad.


La actuación de los bomberos de León fue inmediata pero, ante la espectacularidad y magnitud del incendio, se decidió también avisar a los cuerpos de bomberos de Oviedo, Gijón y Zamora. Como encargado del Patrimonio y ante la petición expresa del Gobernador Civil de la ciudad, Andrés Seone se hizo cargo del siniestro y desde un primer momento coordinó los trabajos de extinción.

La primera orden que imparte es la retirada de los bomberos, dejando que el incendio, aunque controlado, se extinguiera de forma natural. Esta decisión, asombrosa en un principio, hizo que se salvara la Catedral de un derrumbe inminente.

Aquella sorprendente y valiente disposición tenía una explicación muy sencilla y Andrés Seoane, como buen profesional y experto en la fábrica del templo, la conocía. Debajo de la enorme techumbre de la Catedral construida con teja y madera, se encontraban las bóvedas de la fábrica (ver fotografías), realizadas y conformadas en piedra tova, material de origen volcánico, muy ligera y porosa, que se utiliza precisamente por su ligereza. Esta piedra, al recibir cantidades ingentes de agua, aumenta espectacularmente de peso, lo que hubiese originado toneladas y toneladas de sobrepeso en las bóvedas y su desplome inevitable.

La polémica decisión de Andrés Seoane Otero de retirar los bomberos en pleno incendio, salvó la Catedral de Santa María de un indudable derrumbe y, gracias a ello, todavía podemos seguir disfrutándola. Por este hecho, y aunque pocos leoneses lo conocen, Andrés Seoane fue reconocido a nivel nacional con la Encomienda de Alfonso X el Sabio.



Fotografías: Santiago Seoane / El Mundo. es


sábado, 13 de abril de 2019

La Morenica del Mercado: nuestra Piedad


Nuevamente ayer, como todos los Viernes de Doleres, recorrió las calles de León la imagen titular de la Iglesia del Mercado: “Nuestra Señora del Mercado, Antigua del Camino”. La Dolorosa, como normalmente se la reconoce, representa una iconografía muy conocida  con el nombre italiano de Pietà, y no precisamente porque las representaciones italianas sean las más antiguas, sino por la popularidad que adquirieron algunos ejemplos realizados por Botticelli o Tiziano, o la más conocida ejecutada por Miguel Ángel: la Piedad del Vaticano.

Estas tallas muestran a la Virgen sentada sosteniendo sobre sus rodillas el cuerpo de Jesucristo tras ser desclavado de la Cruz. Toma diversos nombres según el tiempo y el lugar: Virgen de la Piedad, Virgen del Traspaso, Virgen de la Amargura, Virgen de la Caridad, Virgen de la Soledad, Virgen de las Angustias, Virgen Dolorosa, … Es popularmente conocida también como “Sexta Angustia”, aunque existen grandes equívocos al respecto, ya que, a lo largo del tiempo e incluso en la actualidad, se define erróneamente estas representaciones como “Quinta Angustia”. Lo veremos más adelante.

Es, sin duda, el tema más humano de la Pasión. La iconografía tiene una gran similitud con la imagen de la conocida como Virgen de la Humildad, de claro origen italiano, y en la que María aparece sentada en el suelo mientras amamanta al recién nacido en una actitud maternal. En la Pietà el pequeño Jesús es sustituido por el Hijo torturado, crucificado y muerto. Es una imagen que refleja la desesperación y el dolor, pero también una rebelión contra la realidad insufrible y, a veces, un profundo desamparo y resignación.

A pesar de la posibilidad de antecedentes italianos, las primeras representaciones de la Piedad, de la Dolorosa, se inician en Alemania, en los claustros de religiosas del valle del Rin. Esta presencia en los conventos femeninos se debe a que el tema es fruto de la mística de la Baja Edad Media, que toma como referencia la conocida loa religiosa escrita por el franciscano Jacopone de Todi a finales del s. XIII, que ensalza los sufrimientos de María en su conocida obra Stabat Mater (“Estaba la Madre …”). Posteriormente es desarrollada por la literatura piadosa franciscana, dominica y cisterciense, y que fue pieza fundamental en el contenido de los Breviarios de Pasión utilizados en las congregaciones de monjas.


Las primeras tallas, de pequeño tamaño, resultan muy expresivas. Como ejemplo, la más antigua que se conserva datada a comienzos del s. XIV, la Piedad de Roettgen, actualmente en el Museo de Bonn, de 88 cm., considerada como una de las representaciones más conmovedoras del arte cristiano. De autor anónimo y realizada en madera policromada, esta primera muestra representa a María como Dolorosa, sobrecogida por el dolor que supone sostener sobre su regazo al Hijo brutalmente torturado y muerto, con la cabeza coronada de espinas y las múltiples heridas abiertas y sangrantes, entre las que sobresale la llaga del costado.

Estas imágenes, esta iconografía se la conoce también como “Vísperal”, en clara alusión a las Vísperas del Viernes Santo, hora litúrgica que coincide con el atardecer, momento en el que se piensa que Jesucristo fue desclavado de la Cruz y puesto en brazos de su Madre.

En el s. XV la rigidez de estas primeras representaciones se trasforma en formas y figuras más amables influenciado por el “estilo internacional” del momento. Ahora María es más joven, el tamaño es más real y manifiesta un dolor más contenido ante el cadáver de Cristo.

La representación de la Piedad varía también en su composición. De los dos personajes habituales, puede derivar a cuatro añadiendo al conjunto María Magdalena y San Juan, éste último, normalmente, atiende la cabeza de Cristo, mientras la Magdalena se encuentra a los pies del crucificado. También pueden existir conjuntos de seis, siete u ocho; los cuatro personajes ya citados se completan con una de las dos parejas formadas por María Salomé y María Cleofás o bien, por Nicodemo y José de Arimatea o, en otros casos, todas las figuras nombradas.

En la creación de esta imaginería influye también poderosamente el desaliento de los habitantes de centroeuropa, que padecen en aquel tiempo dos grandes sucesos: la Guerra de los Cien Años (entre 1337 a 1453) y la Peste Negra (del 1346 y 1347). En medio de estos dos terribles acontecimientos, los artistas renuevan la iconografía tradicional, fijándose principalmente en los episodios de la Pasión, con escenas patéticas que tratarán de conmover y originar compasión entre los devotos cristianos que, sobre todo hacia la mitad del XIV, conocerán una vida repleta de peligros y dificultades.


Además, durante el Barroco y de siguiendo los preceptos del Concilio de Trento encaminados a remover la devoción entre los fieles, esta imaginería obtuvo gran popularidad y, aún hoy, continúa siendo una de las imágenes de la Pasión más populares, además de protagonista de centenares de desfiles procesionales durante la Semana Santa.

Expresamente, el tema de la Piedad no se menciona en los Evangelios, donde solo aparecen referencias al dolor de María en San Lucas (2, 35): “ … y una espada atravesará el corazón para que se descubran los pensamientos de todos”.


Santa Brígida de Suecia en sus Profecías y Revelaciones, escribe: “A medida que todos se iban marchando, vino un hombre, y le clavó una lanza en el costado con tanta fuerza que casi se le salió por el otro lado. Cuando le sacaron la espada, su punta estaba teñida de sangre roja y me pareció como si me hubieran perforado mi propio corazón cuando vi a mi querido hijo traspasado. Después lo descolgaron de la cruz y yo tomé su cuerpo sobre mi regazo. Parecía un leproso, completamente lívido. Sus ojos estaban muertos y llenos de sangre, su boca tan fría como el hielo, su barba erizada y su cara contraída”.

En la célebre Leyenda Dorada, Santiago de la Vorágine habla en uno de sus capítulos de la Virgen de la Piedad basándose en el Evangelio de San Juan ( 19, 25-27): “ La Virgen, Madre de Dios, pues lo había engendrado, permaneció junto a la Cruz en que su hijo agonizaba transida de inmensa aflicción. Los dolores de esta madre fueron tan intensos al ver morir de aquel modo a su Hijo que casi murió también ella de compasión.”
La propia Santa Teresa de Jesús, en una de sus visiones místicas ocurrida en Sevilla en 1575, relatará el suceso vivido: “… estando en maitines, el mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera como se pinta la “Quinta Angustia”. Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión.”

Estas dos últimas citas, no dejan de ofrecer grandes dudas y confusionismo que llegan hasta la actualidad. La imagen de la Piedad, ¿es la Quinta o Sexta Angustia?

Las conocidas “siete angustias”, “siete dolores”, son un conjunto de sucesos de la vida de la Virgen María, que poseen también origen alemán. Fueron instituidos y celebrados por primera vez en 1423 en la ciudad de Colonia por el obispo Teodorico de Meurs, y tenían como objetivo reparar las burlas que los herejes husitas (Bohemia) hacían de las imágenes de Cristo y de la Piedad.

Así todo, aunque su origen haya sido éste, no podría faltar en las devociones y celebraciones cristianas, la trasferencia de la mitificación del dolor y del sufrimiento a la figura femenina. En una religión como la cristiana, en la que el dolor está omnipresente. Frente a la figura del hombre, de Cristo torturado y crucificado, tiene que existir la Madre Dolorosa. Estos son los siete dolores, las siete angustias de María:

1º La profecía de Simeón.
2º Huida a Egipto.
3º Pérdida de Jesús en el Templo.
4º Encuentro de María con Jesús camino del Calvario.
5º Agonía y muerte de Jesús en la Cruz.
6 º Descendimiento de Jesús a los brazos de María
7º Entierro de Cristo.


Así se completan los “siete dolores”, las “siete angustias”, los “siete cuchillos” que atraviesan el corazón de María. El número de dolores se fue incrementando hasta llegar a alcanzar la cifra de ciento cincuenta, aunque siempre a prevalecido el número “siete” que, verosímilmente, se sostuvo por la trascendencia de dicha cifra en la mayoría de las culturas y en particular en la forma de pensar medieval. Tienen su correspondencia, por ejemplo, con las siete horas del Oficio Divino e igualmente con los siete gozos de María. Como curiosidad, señalar que el número siete se utiliza frecuentemente en la Biblia: en el Antiguo Testamento el número 7 aparece 77 veces.

La devoción a los Dolores, a las Angustias de la Virgen María fue extendida especialmente por los servitas, Orden fundada por siete patricios de Florencia a mediados del siglo XIII. La historia nos cuenta cómo se reunían estos hombres piadosos y cómo, poco a poco, fue surgiendo la Orden de los Siervos de la Virgen o Servitas, cuyo principal cometido era el meditar sobre la Pasión de Cristo y los Dolores de su Madre.

Anteriormente ya hemos mencionado que la figura de la Piedad, es denominada frecuentemente como Quinta Angustia. La distinción en las representaciones de las denominadas Quinta o Sexta Angustia está bastante clara. Se considera Quinta Angustia toda aquella imagen de la Virgen que se encuentre en el Calvario, a los pies de Cristo agonizante o muerto en la Cruz.

La Sexta Angustia serían todas aquellas imágenes que muestran a María con el cadáver de Cristo en sus brazos, pero también las escenas que representan el Descendimiento, poco antes de la entrega del cuerpo del Hijo a María. El conocido cuadro de Matías Grünewald sería el perfecto ejemplo de representación de la Quinta Angustia. Es una obra impresionante y desgarradora que representa la Crucifixión en toda su crudeza.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la imagen de la Piedad, tradicionalmente es denominada como Quinta Angustia, y todavía en muchos lugares, a muchas tallas, en muchas cofradías y hermandades, en todo tipo de bibliografía antigua o moderna y por muchos autores, se denomina de esta manera. Parece ser que el equívoco se origina al encontrarse en la mayoría de los devocionarios medievales y modernos, la referencia a esta iconografía como Quinta Angustia, por lo que es constante este apelativo al referirse a las imágenes de La Piedad.


Sobre estas lineas una de las muestras más representativas de esta iconografía en nuestra provincia. Es Nuestra Señora de las Angustias, imagen del s. XVI, realizada en madera policromada y que se encuentra en la Iglesia de Santa Nonia de León. 


Para saber más sobre esta cautivadora iconografía en León, existe un exquisito libro firmado por D. Máximo Gómez Rascón, el gran divulgador del Patrimonio Artístico de la Diócesis de León, en el que se recoge el origen e historia de estas representaciones, además de mostrar, en una excelente calidad, 142 láminas de las mejores muestras de La Piedad en León y su provincia.

Ayer, Viernes de Dolores, ha vuelto a salir por las calles de León a las 8 de la tarde, en las Vísperas, La Piedad leonesa, la Morenica del Mercado, Nuestra Señora del Mercado, la Antigua del Camino, anunciando la Pasión de Cristo y el comienzo de la Semana Santa. La acompañaban, como está “escrito” desde el s. XVIII, cientos de mujeres con velas que han llenado de devoción y olor a cera las calles de la ciudad antigua.


- La Morenica 2019.
- Nuestra Señora de las Angustias. L.S. Carmona. S. XVIII. Parroquia San Martín de León.
- La Piedad. Miguel Ángel.
- Piedad de Roettgen.
- Nuestra Señora de las Angustias. Guillermo Doncel. S. XVI. Iglesia Santa Nonia de León.
- Quinta Angustia. Monasterio de Santa María de Sandoval. León.
- La Quinta Angustia de Santa Teresa. Beatriz Barrientos.
- Virgen de los Siete Dolores. Vrouwekert.
- Nuestra Señora del Camino. S. XVI, anónimo. Santuario Virgen del Camino. León.
- Crucifixión de Matías Grünewald.
- Nuestra Señora del Mercado, Antigua del Camino. Viernes de Dolores 2014.
- Iconografía de La Piedad.
- La Morenica