martes, 16 de diciembre de 2008

La fiesta del solsticio de invierno: la Navidad

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Miles de años antes al nacimiento de Cristo, las sociedades primitivas celebraban el solsticio de invierno, la victoria de la luz sobre las tinieblas, la noche en que se anunciaba un nuevo nacimiento de la luz, el cambio del ciclo productivo que predecía una nueva primavera y, con ella, la continuación de la vida.

En los inicios de la era cristiana se ignoraba por completo la fecha en la que había nacido Jesús. Se especuló con distintos momentos: en los inicios de la primavera, también en otoño, hasta que en el año 350, el Papa Julio I dictaminó que Jesús fue alumbrado el 25 de diciembre.

¿Por qué el 25 de diciembre? Los romanos celebraban la fiesta en honor a Saturno, Saturnalia, dios de la agricultura y la cosecha, entre el 17 y el 24 de diciembre, tiempo en el que el ciclo climatológico cambiaba dando lugar al inicio de un nuevo periodo agrícola. En esos días la sociedad romana celebraba banquetes, se bebía y bailaba, adornaban las casas con siempreverdes: muérdago, acebo, etc., y se entregaban regalos. El día 25, la fiesta era denominada Brumalia y conmemoraba el día más corto del año (calendario juliano) y un “nuevo Sol”, era la fiesta del Natalis Solis Invicti, el “Nacimiento del Sol Invicto”.

Los nuevos cristianos vieron con agrado la decisión de Julio I de conmemorar el nacimiento de Jesús en esas mismas fechas, y continuar así con las celebraciones ancestrales que se encontraban muy arraigadas en las costumbres populares. De esta manera, la Navidad (del latín nativitatem, nacimiento) o Christmas, (en lengua inglesa, “misa de Cristo”), se introdujo en nuestro mundo occidental como continuación o remedo de las mismas fiestas paganas del culto al Sol.

No se deben obviar como antecedentes de la Navidad, los ritos solsticiales que se celebraban en Egipto, donde la triada Isis-Osiris-Horus eran los protagonistas y el 25 de diciembre era precisamente la fiesta de Isis, un verdadero trasunto de María. Del mismo modo, Buda, Tammuz en Babilonia, el dios frigio Attis, Dionisio en Grecia, entre los vikingos, Frey, hijo de Odín, y Krishna en la India, todos muy anteriores a Cristo, poseen múltiples coincidencias en lo referido a su nacimiento: celebración el 25 de diciembre, hijos de una madre virgen, aparición de estrellas, pastores, alumbramiento en pesebre o cueva, magos, ofrendas, presencia de rumiantes, etc.

Especial referencia merece el culto a Mitra, que enlaza fuertemente con las fiestas romanas que hemos citado. Las primeras noticias sobre el dios Mitra aparecen ya 3.500 antes de Cristo en la India como dios del la luz, del amanecer y del Sol, extendiéndose su influencia hacia el oeste y absorbiendo también usos y prácticas de todos los pueblos de la zona.

Mitra, llamado El Salvador, hijo de madre virgen, nació el día 25 de diciembre en una gruta en donde, curiosamente, también se hallaban una mula y un buey. Avisados por las estrellas y una luz resplandeciente, fueron a adorarle pastores y unos magos que le obsequiaron con ofrendas ... Dejaremos aquí las comparaciones con el nacimiento de Jesús, porque son múltiples y variadas, tanto en el alumbramiento, vida y obra, como en la liturgia y el culto posterior a su muerte .

El culto a Mitra se extendió por todo el Imperio Romano llevado por las legiones, que la adoptaron en masa después de su paso por Asia Menor. La práctica religiosa resultaba muy atractiva a los soldados romanos que admiraban y seguían sus ceremonias machistas, acentuando y reforzaban sus lazos masculinos, resultando una práctica necesaria y positiva entre los guerreros que les afianzaba como grupo compacto.

Fue una religión mistérica, es decir, celebraba las ceremonias en secreto sólo para grupos reducidos de iniciados que practicaban un culto exotérico del que se apartaba a las mujeres. Se realizaba en templos denominados mitreos, espacios que en un principio eran cuevas naturales y, más adelante, construcciones que imitaban las cavernas oscuras, con capacidad limitada para grupos inferiores a cincuenta personas. Es seguro que algunas de las criptas bajo las iglesias cristianas fueron en su momento mitreos.

A finales del siglo III se fundió la religión mitraica con el culto al Sol, cristalizando en la nueva religión del "Sol Invictus". El emperador Aureliano la hizo oficial en el año 274 y cada 25 de diciembre se celebraba el festival del Natalis Solis Invicti (el Nacimiento del Sol Invencible).

Los emperadores del s. III fueron protectores del mitraismo, en parte porque su estructura, fuertemente jerarquizada, les servía para afianzar su autoridad y poder, si bien, el poder político de la época resultó permisivo en cuento a prácticas religiosas mientras no amenazara el orden vigente.

Cristianismo y mitraismo convivieron hasta la llegada de Constantino en el 306. Constantino el Grande proclamado emperador por las legiones, seguidor de Mitra y político pragmático, no dudó en aprovechar la ocasión para intervenir y elegir como opción preferida, a pesar de las leyendas surgidas alrededor sobre una intervención divina, el cristianismo para reforzar su posición política y declararla religión oficial del Imperio con el fin de mantenerlo unido.

En el Concilio de Nicea, convocado por el propio Constantino en el año 325, "nace" el cristianismo más o menos como lo conocemos hoy, apropiándose, retocando y adoptando fechas y hechos de la religión mitraica, copiando además su estructura clerical e iniciando a la vez un acoso hacia esta última. El culto a Mitra queda definitivamente proscrito con el edicto imperial de Tesalónica firmado por Teodosio en el 380, que supone su persecución, el derribo de templos, la quema de libros, etc., hasta su completa desaparición.

Todas estas consideraciones expuestas sobre los orígenes de las celebraciones navideñas, han servido siempre como argumento para desvirtuar, cambiar o tergiversar esta antigua conmemoración. Por una parte, se emplean estas evidencias para señalar las “eternas mentiras” de la Iglesia Católica, pero también, los grupos más ortodoxos abogan por abandonar este celebración que, según ellos, conmemora, con un empalagoso envoltorio cristiano, las fiestas paganas del culto al Sol.

Los hay que reniegan de estas celebraciones por el salvaje y progresivo consumismo que todo lo envuelve, o se quejan de una perenne obsesión por la apología del amor fraterno en estos días, mientras el resto del año se abandona o se pierde por completo esta práctica. En definitiva, estas fiestas son un auténtico abanico de opiniones: desde los que disfrutan plenamente de ellas, hasta los que verdaderamente las aborrecen.

Sin embargo, a pesar de la festividad religiosa, la alegría infantil, la confraternidad exacerbada, etc., nadie declara o defiende públicamente que, a la mayoría, en el fondo, lo que verdaderamente nos entusiasma en estos días es el cambio, el triunfo del día sobre la noche. Y es que, desde el origen del mundo, la naturaleza del hombre persigue y anhela la renovación que se produce con el "triunfo de la luz sobre la oscuridad", con el nuevo florecer y resurgir de la vida que comienza con el solsticio de invierno.


¡Feliz solsticio de invierno! ¡Io, bona, Saturnalia! ¡Feliz Navidad!



La adoración de los magos
. Pedro de Campaña (Catedral de León)
L´hiver ou les Saturnales. Antonio Callet.
Adoración de los pastores. Jan Victors.
La adoración de los magos. Rembrandt.
Arco de Trajano en Benevento. Fragmento.
Mitra, como Sol Invicto. Museos Vaticanos.
El sueño de Constantino. Piero della Francesca.
La juventud de Baco. William-Adolphe Bouguereau

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante exposición...
Yo muchas veces me pregunto qué hubiera sido si no estuvieramos influenciados (y recortados) por la cultura (?) judeo-cristiana. Hay visiones más creibles y más cercanas al hombre, para explicar los misterios del universo, que llamamos "paganas"... Por ejemplo: el ramo leonés, sin ir más lejos.
¡By the way: es una reminiscencia entrañable!... El ramo, digo.

Leodegundia dijo...

Te agradezco esta amplia explicación de la que yo sólo conocía una parte. Así es la historia del hombre, cada uno da su versión de los acontecimientos, pero al final lo importante es que, sea la fiesta que sea y el origen que tenga,todos disfrutemos de ella en paz.
:-) No me queda más remedio que volver a felicitarte por los cuadros elegidos, son magníficos.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Curiosa entrada. Ignoraba todo de lo que se dice sobre la Navidad, aunque es verdad que en privado, toda la gente espera el cambio de más horas de luz.

María_azahar dijo...

Enhorabuena por la entrada y ¡FELIZ NAVIDAD!

Un fuerte abrazo, mi querido amigo.

Anónimo dijo...

Tienes mucha razón con la vuelta de luz. Creo que a todos nos gusta que llegue ese momento, sin embargo se celebran otras cosas.
Saludos y buenas fiestas para todos.

Anónimo dijo...

Gracias por este rastreo histórico.
Es cierto que es el consumismo él que nos arrastra estos días, pero pienso que lo que esperamos es que pasen pronto para tener más horas de luz.
Un abrazo y ¡¡buenas fiestas!!

América dijo...

Acertada entrada,como sule ser tu costumbre no le falta nada,preciosas imagenes con un texto que nos invita a mirar hacia el pasado,y una excelente explicación para cosas que solemos no prestarle mayor atención....