sábado, 16 de marzo de 2013

La mentira más grande jamás contada


Chrètiente dÒccident en làn de grace 1235
Existe una web turística catalana que ofrece a sus clientes distintos circuitos, con el único objetivo de mostrar la “verdadera” historia y cultura del territorio catalán. Se vende así: “Barcelona es la capital de Cataluña, y Cataluña es una nación milenaria. Nuestra nación os espera para ofreceros cultura, identidad, naturaleza y simbolismo. Si queréis conocer una auténtica visión de nuestra realidad, de nuestras raíces y de nuestra historia, venid con nosotros y os acompañaremos a través de un turismo que os mostrará todo aquello que no se explica”.

“¿Queréis ver dónde nuestros abuelos se refugiaron para salvarse de los bombardeos de las aviaciones alemana e italiana, enviada por la España fascista contra Barcelona?”, “¿Queréis saber por qué se esconde al mundo que los catalanes hicimos el descubrimiento de América?”, “¿Queréis visitar dónde España colgó durante doce años la cabeza del General Moragues (nuestro Breaveheart)?, ¿Queréis visitar donde sitúa Richard Wagner el lugar en que estaba protegido el Santo Grial por los Caballeros Templarios catalanes?”.

Por un precio entre 80 y 800 €, según integrantes y opciones, se puede conocer, como dicen, la “verdadera historia de Cataluña”. Por ejemplo, si se opta por el circuito del “descubrimiento de América”, se podrá saber de primera mano que: “Cristóbal Colón era catalán, barcelonColónés, miembro de la familia real que llevó a la nación catalana en su expansión por el Mediterráneo. Es en aquella época esplendorosa que nace la concepción de la nación catalana como una unidad territorial y lingüística, entre países hermanos y de igual a igual, que reúne el Principado de Andorra, el Principado de Cataluña (con la Catalunya Norte actualmente bajo el Estado francés), el País Valenciano y las Islas Baleares. Sólo la constante voluntad de aniquilar la memoria histórica catalana por parte de los españoles explica la tergiversación de la nacionalidad de Cristóbal Colón haciendo creer que era Genovés”.

La página turística también dedica especial atención a los sucesos de 1714, que se conmemoran en la famosa Diada. En aquellos fatídicos momentos y después de “un asedio sangriento de más de un año”, “Barcelona cayó en manos españolas y la nación catalana perdió su Estado de más de 700 años”.

La "historia catalana" y esta página hablan sobre los “300 años de ocupación española” de esta manera (vamos a subrayarlo): Desde la pérdida del Estado catalán en el 1714, hasta su próxima recuperación en el 2014, tres han sido los momentos más críticos para la supervivencia de la nación catalana, aún hoy día no asegurada: la Guerra de Sucesión en Europa (1707-1714), la napoleónica Campaña de España -o Guerra del Francés- (1808-1814) y la Guerra Civil española -o Guerra del Español- (1936-1939)”.

La visión (de visionario) catalana de la derrota de 1714 se fundamenta en hechos tergiversados, bases históricas imaginarias y “patriotas” inexistentes, como el nombrado General Moragues, declarado “defensor de la libertad de la nación catalana”, cuando simplemente es considerado un traidor y mediocre militar, defensor de la causa austracista frente a la borbónica, que nada sabía ni conocía de “causas catalanas” (fuentes de los propios historiadores catalanes: http://www.racocatala.cat/forums/fil/148583/ja-fora-hora-desmitificar-puto-traidor-general-moragues). 

La verdad realmente es otra. Fue la oligarquía soberbia, ambiciosa e ignorante de Barcelona la que decidió entrar en la guerra únicamente para conseguir beneficios territoriales y económicos (¿os suena?). Gracias a la decisión de sus “dirigentes”, Cataluña fue arrasada y convertida en un campo de batalla durante 10 años, simplemente con la esperanza de poder conseguir para su único beneficio alguna merced en el caso de que triunfara el pretendiente austriaco. En la actualidad, los herederos de aquella fatal decisión, “niegan” lo ocurrido y lo trasforman en su “fiesta nacional”, invalidando y trasformando la verdad del suceso.

Aquella fue una guerra de Sucesión (no secesión, como aseguran), donde los vencedores borbónicos tenían catalanes en sus filas y los defensores de Barcelona luchaban por “nosotros y por toda la nación española” y, según el manifiesto leído al pueblo barcelonés en aquellos trágicos días, con el fin “salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”. 

Imagen de Foro España

Resulta penoso como una sociedad, dirigida por un grupo de iluminados que solo buscan protagonismo, dinero y poder, se lanza a un expansionismo cultural, histórico y territorial sin ningún pudor, manipulando, inventando, adecuando o apropiándose de historia y cultura ajena, con el propósito de contar con una plataforma que de respaldo histórico a sus delirantes y egoístas pretensiones. Lo grotesco del asunto, es que no existe ni patria de 1000 años, ni héroes independentistas, ni reino, ni siquiera un himno íntegro, sin manipular, ni una bandera propia… ni tan siquiera el idioma, ya que lo que ahora se llama catalán, todavía en el siglo XIX era denominado por los propios lingüistas catalanes como limousin (de la ciudad francesa de Limoges, un dialecto del provenzal u occitano), y hasta 1913 no se fijaron las normas ortográficas que pusieron fin a decenios de disputas de como escribirlo (por cierto, suprimieron la letra ñ ¿?). Todo, como vemos, a medida de sus intereses.

Esta gran demencia por la gloria de un pasado medieval, pasa por la constante, activa y conveniente propaganda (ver los 11 principios propagandísticos de Goebbels). Como ejemplo reciente y muy conocido, citaremos al escritor barcelonés Ildefonso Falcones (¡Cuidado! … ahora con una nueva obra), que adquirió hace pocos años un gran éxito con una novela histórica muy leída: “La catedral del mar”. Ambientada en la ciudad de Barcelona del s. XIV, es una prueba más de la manipulación histórica protagonizada por todos los sectores catalanes, en este caso no por lo que cuenta, sino por lo que excluye y oculta (http://www.chunta.org/pdf/lacatedraldelasmentiras.pdf).

Encubrir u omitir la historia es falsearla. Como la tan manipulada y recurrente referencia al  invencible “ejército medieval catalán”, los conocidos almogávares. Éstos componían una formidable infantería ligera de choque que existió entre los siglos XII al XIV. Esta denominación tiene su origen en la voz aragonesa “almogaguar”, que deriva del árabe “Al-mugawar” (algarada). Eran tropas mercenarias formadas por catalanes (principalmente pirenaicos), pero por supuesto también aragoneses, valencianos, mallorquines, granadinos, navarros e, incluso, hombres de las montañas de Galicia, Asturias y León. Continuamente se hace referencia a este “ejército catalán”, que combatían al grito de “¡Desperta ferro!”, pero omiten que entraban en combate gritando principalmente: ¡Aragó!, ¡Aragó!. Y es que eran tropas bajo la bandera cuatribarrada del Reino de Aragón, no de ningún otro.

Almogavares

Prácticamente todo es usurpado, inexacto o inventado. Un enorme, un gigantesco trampantojo, como su archiconocida catedral “gótica” y su no menos célebre “Barrio Gótico”, un auténtico parque temático.

En la red se puede encontrar información como la siguiente: “El área metropolitana de Barcelona, en la costa Mediterránea consta de varios distritos, cada uno de ellos con un estilo distintivo. El Barrio Gótico forma parte de la famosa Ciudad Vieja en pleno centro y cubre la zona desde la playa Barceloneta hasta la Plaza Cataluña, con la catedral y con edificios históricos y calles emblemáticas llenas de la historia de la ciudad … “ Todo una invención.

Actualmente, centenares de turistas recorren cada día el “Barrio Gótico” de Barcelona, es  un gran éxito económico sostenido sobre una gran mentira. El movimiento cultural catalanista del XIX, denominado Renaixenca, buscó sin cesar el “pasado glorioso” de Cataluña, entre el que se debía encontrar el patrimonio histórico-artístico que no existía. Previamente, se fijaron en el Monasterio de Ripoll, por aquellas fechas en completa ruina y que se utilizaba de cantera de materiales, para dar una base sólida a su gran mentira. A finales del s. XIX se realizó una obra prácticamente nueva, de estilo “románico”, donde enterraron a sus condes y se efectuaron continuamente celebraciones y exaltaciones de la “nación catalana”. Desde entonces, Ripoll significa la prueba inequívoca de la existencia de un pasado y una grandeza artística-cultural propia.

Ripoll 1

Y es que la arquitectura demuestra la existencia de una “nación legendaria”. Al no existir edificaciones características con marchamo catalán, se la inventaron. Puig i Cadafalch, arquitecto, historiador del arte y político, diseñó un modelo a la carta de arquitectura medieval típicamente catalana, separándose, por supuesto, de cualquier parecido a la francesa o castellana, con el fin de diferenciar claramente las nacionalidades, dejando bien descrito como deberían ser las construcciones, hasta el momento inexistentes.

Según este arquitecto esta “casa” sería, “la obra arquitectónica que más refleje la manera de ser del pueblo (…). La casa siempre es el arte nacional surgido de la propia tierra”. Y así la describe: un gran portal de medio punto en la planta baja, ventanas coronellas (altas, estrechas, partidas por columnas) en la planta noble, y el último piso se remata con una galería porticada y una torre en un ángulo. En su demencia nacionalista, afirmaba que la arquitectura catalana se había paralizado desde el siglo XV cuando Aragón se unificó con Castilla, y reclamaba continuar a partir de ese momento con el proyecto histórico de la nación, recuperando el estado original de todas los restos de casas catalanas que existían, y negando la evolución histórica natural de la Edad Media que tenían ante sus ojos. En resumen, los 400 años anteriores había que olvidarlos y construir (inventarse) la historia y el arte de Cataluña durante esos más de cuatro siglos.

Plantilla casa catalana
Diseño de la que debería y no fue: la casa catalana soñada

Con esa plantilla y línea de actuación fantaseada, arquitectos posteriores realizaron numerosas rehabilitaciones, mejor dicho, reinvenciones, comenzando por inventarse un barrio medieval en la ciudad: el “Barrio Gótico”. Se abrieron calles, se reconstruyeron casas enteras, se derribaron otras, se intercambiaron fachadas, se inventaron puentes elevados, se trasladaron columnas, se abrieron galerías, nuevas ventanas, se reorientaron edificios, … apenas nada es original. Es el “barrio que nunca existió” y de “gótico” … nada, de la primera mitad del siglo pasado (Ver detalle en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-371.htm). De esta manera, se crea poco a poco el parque temático del “Barrió Gótico”, del que también forma parte su conocida catedral.


Casa de los Canónigos 1927 y después
Casa de los Canónigos: 1927 y después de la ¿restauración?

Palacio Berenguer de Aguilar 1955 y 1964. Actual Museo Picasso
Palacio Berenguer de Aguilar, actual Museo Picasso: 1955 y 1964

Palacio Pignateli. Edificio nuevo de 1970, imitando la plantilla de la casa catalana que nunca exisitó
Palacio Pignateli: 1970, nueva construcción imitación casa catalana soñada.

Puente elevado Barrio Gótico
Falso puente gótico en la calle del Obispo: 1928

En 1890 la catedral de Barcelona, de la Santa Cruz y Santa Eulalia, ofrecía un aspecto paupérrimo y desolador, feo y sin estilo definido. No podía tolerarse, no se ajustaba a la historia que necesitaban. Antes de comienzos del s. XX, se le superpuso una fachada gótica y varios años después se añadió un cimborrio, dando como resultado un “espléndido templo gótico milenario” donde se agolpan los turistas, y los fines de semana se puede contemplar desde la escalinata de su pórtico, grupos de gente danzando al son de las populares sardanas.

Finales XIX y 1913
Catedral: Finales del XIX y 1913

Catedral Barcelona
Un gigantesco decorado

Este baile tan venerado por el nacionalismo, que lo considera ancestral, no se perfila hasta el siglo XIX como música y baile único del folclore catalán. Pero esto no ha sido siempre así. Los bailes más típicos catalanes eran una primitiva sardana, pero también la jota y el “españolito”. Como en la arquitectura, los regionalistas “depuraron” las danzas que contaban con puntos en común con las del resto de España, promocionando una nueva sardana y anulando y negando el resto de danzas tradicionales, haciendo de la primera el único “baile catalán”. El creador de la sardana moderna, tal como hoy la conocemos, fue Pep Ventura a mediados del XIX, inspirándose en la ópera y en la zarzuela. Por cierto, este músico se llamaba en realidad José María Ventura Casas y había nacido en Jaén.

Pero esta locura no tiene límites. La página de turismo .cat, de la que hemos hablado al inicio, asegura que la catalanidad tiene sus orígenes en la tradición helena gracias a los griegos llegados a Ampurias en el s. VI aC. Estos griegos no llegaron directamente desde Grecia, sino que se trasladaron desde la cercana colonia de Marsalia (Marsella), pero según los creadores o promotores de esta web, esta tradición helénica, “… ha estado siempre presente y consciente en nuestra nación, y ha marcado el talante de nuestra historia como base democrática y tolerante, versus el origen del derecho romano de los españoles y franceses, de tradición impositiva y siempre cercana a la inquisitoria Iglesia de Roma.”

Pueblos antiguos del noreste
Los “catalanes” y griegos en el noreste

“Así pues, el espíritu griego de democracia impregnó los esplendorosos siglos X al XV en todo el Casal catalán (la corona Catalana y Occitania) con la creación de movimientos e instituciones como “Paz y Tregua” (siglo XI) o las “Cortes Catalanas” (siglo XII). Y este pensamiento animó a la Renaixenca catalana en el s. XIX como recuperación a través del arte de los orígenes helénicos de la nación.”

Nuevamente aparece en el texto la referencia al “reino que nunca existió”. Así todo, según el contenido de las anteriores afirmaciones, es de admirar como han guardado y conservado durante 2500 años la tradición tolerante y democrática griega, a pesar de franceses, españoles e Iglesia romana, partícipes, unos de la intransigencia más visceral que tiene su origen en el mundo y derecho romano, y otros del poder estricto y exigente que representa la Iglesia católica.

Gracias a esta publicación, nos enteramos que, después de transcurridos 25 siglos, los valores y el espíritu heleno que impregnaron el Mediterráneo, se encuentran únicamente refugiados y depositados en los hombres y mujeres catalanes, al haber caído todas las distintas civilizaciones mediterráneas en poder del mundo musulmán, cristiano o bajo el imperio arbitrario del derecho romano.

Discurso funebre de Pericles

Esa “ascendencia griega”, hace que consideren a unas asambleas denominadas de Paz y Tregua (relativas a solucionar los actos de violencia, o deliberar sobre la interrupción de conflictos), como los antecedentes de las Cortes Catalanas, “herederas de la democracia helena”. De esta manera, la asamblea de Paz y Tregua celebrada en 1192, en la que por primera vez participa el pueblo, la consideran como la primera asamblea parlamentaria moderna, y la confirmación de que hasta aquel momento se mantenía latente en la sociedad catalana la herencia griega. Es más, el Sr. Idem., el 25 de septiembre del pasado año, realizó la siguiente manifestación: "Nos avala una historia milenaria, ser la democracia más antigua …”. Sin palabras.

Pero el asunto viene aderezándose convenientemente durante años. Como ejemplo, las declaraciones del extraordinario violonchelista, pero ignorante y abducido nacionalista, Pablo Casals que en 1971 ante las Naciones Unidas, no se le ocurrió nada más que decir: “Cataluña ha sido la mayor nación del mundo. Les diré por qué: Cataluña tuvo el primer Parlamento, mucho antes que Inglaterra. Y fue en Cataluña donde hubo un principio de “Naciones Unidas”. Todas las autoridades de Cataluña se reunieron en el s. XI en una ciudad de Francia, pero que antes era de Cataluña para hablar de paz. ¡Sí, en el siglo XI! Paz en el mundo, porque Cataluña ya estaba contra la guerra, contra todo aquello que las guerras tienen de inhumano. ¡Sí, en el siglo XI! ¡Eso era Cataluña! …. ¡Sin despeinarse el músico!

claustro San isidoro
Aquí, sin ascendencia helena de ningún tipo, el rey de León, Alfonso IX, reunió en 1188 en San Isidoro las primeras Cortes Leonesas, convirtiéndose en el primer monarca en convocar un parlamento en el que conjuntamente participasen la Iglesia, nobleza y pueblo, adelantándose, no solo a las angélicas “asambleas catalanas” del sr. Casals, sino 24 años a la Carta Magna de Juan sin Tierra, considerada hasta ahora oficialmente el origen del parlamentarismo “democrático”.

Rogelio BlancoRecientemente, el Diario de León, en un artículo titulado “León se juega su historia en la Unesco”, hace mención a que el próximo mes de junio el organismo internacional decidirá en París, si declara Memoria de la Humanidad los documentos existentes sobre las Cortes Leonesas de 1188.

El mismo artículo señala que esta iniciativa, que partió del leonés Rogelio Blanco, anterior director general del Libro, Archivos y Bibliotecas perteneciente al Ministerio de Cultura, tiene como fin el reconocimiento a nivel mundial del Reino de León como cuna de la democracia. No será fácil. Gran Bretaña, hasta el momento considerada “cuna del parlamentarismo”, no renunciará llanamente a ello. Lo que resulta claro, es que, decida lo que decida la Unesco, la variada documentación existente avala que las Cortes Leonesas de 1188, son el testimonio existente más antiguo del germen institucional parlamentario, a pesar de los ingleses, del músico catalán, de los nazionalistas y de no haber llegado nunca los democráticos griegos a estos parajes para dejarnos su inigualable espíritu (lo dejaron todo en las costas del noreste).
Joseph Pla
Las afirmaciones vertidas por .cat, no son el final. Estos individuos, anclados permanentemente en la mentira, viven y sobreviven de ello, de falsear e inventar tradición, costumbres, arte  e historia, para hacerlas más atractivas y heroicas, a la vez que inciden en la esclavitud económica, moral e histórica a la que están y han estado “sometidos”. Pero ahora ya les conocemos y también conocemos su cantinela. Son los representantes de "la mayor mentira jamas contada".

Josep Pla, escritor y periodista catalán, inexplicablemente medalla de oro de la Generalidad, reclamaba una nueva generación de historiadores catalanes que fueran fieles a la verdad: “¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva Historia? ¿Cuándo tendremos una Historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas que van saliendo?”. Pero no hay vuelta atrás. Es el repetido guion nazionalista del noreste peninsular, todo un bonito cuento, una inmensa mentira.

XLSemanal

- "Chrètientè d´Occident". Jerusalén 1235. Mapa Biblioteca Nacional Francia. ¿Dónde está Cataluña?
- Cristobal Colón. Barcelona.
- Toma de Barcelona por FelipeV. Proclama catalana.
- Entrada Roger de Flor en Constantinopla (fragmento). Jesús Moreno Carbonero.
- Ripoll, siglo XIX.
- Prototipo de casa catalana.
- Vistas del Barrio Gótico.
- Catedral de Barcelona. Siglo XIX y actual.
- Pueblos del noreste español.
- Discurso fúnebre de Pericles.
- Basílica de San Isidoro (claustro). León.
- Rogelio Blanco.
- Josep Pla.
- Albert Boadella.



jueves, 28 de febrero de 2013

Un papa del noroeste hispano



Son múltiples las curiosidades y tradiciones que rodean la elección de un nuevo papa. Benedicto XVI con su renuncia, ha obligado a replantear alguna ellas y a tomar decisiones que, hasta ahora, resultaban innecesarias, y que se discuten y comentan en los centenares de artículos y entrevistas que inundan los medios de comunicación.

Benedicto XVI retomó, entre otras, una tradición “olvidada” desde finales del siglo XIX por sus antecesores, y que tiene un fuerte contenido simbólico. Desde el s. XIII (mención más antigua conocida), los papas portaban un anillo de oro con la imagen grabada de San Pedro (considerado el primer papa), sobre una barca como pescador, además del nombre del pontífice en latín. Este anillo-sello se utilizaba antiguamente para autentificar toda la correspondencia privada del pontífice, estampando el anillo sobre el tradicional lacre o cera roja.


El cardenal camarlengo, que gestiona la Iglesia en el periodo en el que no existe papa, es, según la tradición, el encargado de destruir el Anillo del Pescador para evitar posibles falsificaciones documentales. Es la persona comisionada para comprobar el óbito del papa y retirar el anillo del cadáver. Después golpeará el sello con un martillo de plata hasta que se deforme la imagen del “pescador”, significando que el pontificado ha finalizado. 

Según un portavoz del Vaticano, esta norma habitual se mantendrá, pero será el propio Benedicto XVI quien entregará su anillo para la destrucción. Sin embargo, parece que el anillo será "indultado" y solo se dañará la imagen del sello, para después pasar a formar parte de algún museo Vaticano.

En esta vuelta a las tradiciones y al respeto y cuidado de las costumbres y de la Historia, destacamos la figura de otro papa: Dámaso I. Curiosamente será en el espléndido Patio de San Dámaso del Palacio Apostólico del Vaticano, obra de Bramante y Rafael, el lugar elegido por Benedicto XVI para despedirse de sus más íntimos colaboradores.


Está en boca de todos, cuál será la nacionalidad del nuevo pontífice, siendo innumerables las especulaciones sobre ello. La posibilidad de un papa español es ínfima y, a pesar de la influencia y el peso de la sociedad hispana a lo largo de la existencia de la Iglesia, solo han existido cuatro papas españoles. El primero, casualmente, será el pontífice que hemos citado: Dámaso I.

No vamos a narrar su biografía, para eso está el Liber Pontificalis, pero si resaltar algunos aspectos de su figura que muestran una importante cercanía a la realidad actual, como su interés por conservar la memoria de la Iglesia, que le llevó a no olvidar las tradiciones ni a los mártires y a rehabilitar templos, como San Lorenzo Extramuros. Pero, sobre todo, a restaurar las catacumbas que, posiblemente, deban su existencia actual a este pontífice. Debido a este trabajo de recuperación, hoy el papa Dámaso I es el patrono de la arqueología.

San Dámaso nació en el noroeste peninsular en el año 304/5: en la Gallaecia, territorio hispano al norte del Duero que comprendía Asturias, Galicia, León, Zamora y norte de Portugal. En esta división territorial romana, Asturica Augusta (Astorga), Bracara Augusta (Braga) y Legio (León), serán los principales núcleos urbanos del siglo IV, siendo éste último el que contaba con una fuerza militar permanente al mando de un legatus legionis, con amplia influencia en la totalidad de la provincia romana. No resulta extraño, que el joven Dámaso residiera o conociese alguna de estas ciudades.


Dámaso se trasladará a Roma y es elegido papa con 62 años, en el 366. Su pontificado dura hasta su muerte en el 384, ocupando prácticamente el último tercio del s. IV. Es un periodo histórico marcado por una fuerte influencia hispana: Dámaso en la Iglesia, Teodosio en el Imperio y Prudencio en las letras.

La importancia de este papa nacido en la Gallaecia ha sido extraordinaria. No solo es el patrono de la arqueología moderna por su protección de los restos antiguos, sino que su influencia ha sido trascendental para el destino de la Iglesia, gracias a su compromiso y defensa a los ataques del paganismo, el arrianismo y todo tipo de herejías que surgieron en una época convulsa. Pero también como responsable e impulsor de la traducción latina que realizó San Jerónimo de la Biblia, la polémica y conocida Vulgata, que adquiere su aprobación definitiva más de 1000 años después, en el Concilio de Trento.

Su mayor batalla dogmática la libró contra Prisciliano, obispo de Ávila, también natural de la Gallaecia. Este obispo comenzó a predicar otra nueva manera de entender el cristianismo: promovía la pobreza, el celibato, la participación de esclavos y mujeres, y denunciaba los lujos y excesos de la curia, pero, sobre todo, impulsaba las celebraciones exotéricas, con rezos y danzas en la naturaleza: ríos, montes, bosques, … El “rebelde” Prisciliano fue decapitado por herejía tras la muerte de Dámaso.

Los restos de Prisciliano volvieron a Hispania, a su lugar de nacimiento. Muchos son los que piensan que es el hereje el que está enterrado en la catedral de Santiago, y que la constante peregrinación a su tumba fue acallada con la leyenda del Apóstol Santiago, una forma de convertir en ortodoxo un culto que resultaba muy incomodo para la Iglesia.


Dámaso I, un papa del s. IV, un pontífice de estas tierras, que resulta muy cercano a la actualidad por sus inquietudes. Pero también, y a pesar de los siglos transcurridos, la figura de este pontífice hispano sigue permanentemente presente (aunque pocos lo sepan) en los oficios religiosos, ya que suya es la conocidísima doxología: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.”. Igualmente, es el introductor de la voz hebraica: “Aleluya”, como término para alabar y dar gracias a Dios, tan actual y constante en el vocabulario de casi todas las religiones y cultos.


- San Dámaso.
- Benedicto XVI.
- "Anillo del Pescador" de Benedicto XVI.
- Patio de San Dámaso. Vaticano.
- Catacumbas de Roma.
- Basílica de San Lorenzo Extramuros. Piranesi.
- San Dámaso dicta la Vulgata a San Jerónimo.
- Tumba de San Dámaso. Roma, iglesia de San Dámaso.

domingo, 17 de febrero de 2013

La Plaza de España de Roma


La Piazza di Spagna se encuentra en la base del monte Pincio, al norte del Quirinal, fuera del primer recinto amurallado de la ciudad que integraban las legendarias siete colinas, pero en el interior de la muralla aureliana, construida entre el 270 y el 273 d.C. Desde la antigüedad, fue considerado un lugar especial (Colina de los Jardines), donde proliferaban huertos, florestas, y plantíos, y en el que se construyeron importantes mansiones de patricios romanos. Ahora, espléndido ejemplo de la arquitectura y urbanismo barroco romano, atrae a miles de turistas por su belleza y teatralidad. 

La Plaza de España, recibe su nombre por encontrarse allí desde 1647 el Palacio de España, antes Palacio Monaldeschi. Es la sede de la embajada española ante la Santa Sede (debería decirse “cerca de …“), considerada la delegación o embajada más antigua del mundo, al establecer en 1475 las Coronas de León, Castilla y Aragón, por deseo expreso de Isabel y Fernando, una delegación diplomática con el Estado Pontificio a cargo del “emisario” D. Gonzalo Fernández de Heredia. Pero será el caballero de la Orden de Santiago, D. Gonzalo de Beteta en el año 1480, el que se haga cargo por primera vez y de manera permanente, de los asuntos de los reinos hispanos con el Vaticano.

En esos primeros años no se mantuvo la sede en un edifico determinado. Se eligieron y alquilado distintos palacios privados de la ciudad: Orsini, Altemps, Aldobrandini, Doria Pamphili, Urbino, De Cuppis y por último, en 1622, el que será la definitiva y actual residencia: el antiguo Palacio Monaldeschi, conocido tras la compra en 1647 y rehabilitación posterior por el prestigioso arquitecto Borromini, como Palacio de España.

En estos primeros años de relaciones diplomáticas, se consuman objetivos tan significativos como el apoyo papal a la Guerra de Granada que pondrá fin a la Reconquista, se establecerá la partición de América entre Portugal y España, y se realizarán los primeros pasos para confirmar la Liga Santa, alianza que con el tiempo frenará la expansión turca por el Mediterráneo en Lepanto.

Pero esta denominación de la plaza no se hará efectiva hasta el papado de Alejandro VII, donde en un plano realizado por Rossi en 1665, ya se designa la parte de la plaza existente frente a la embajada como Forum Hispanicum, suponiendo que en aquellos momentos ya se asumía popularmente dicha toponimia.

Es una época en que los constantes conflictos jurisdiccionales con Francia relacionados con el llamado “franco”, “barrio” o “cuartel” (quartiere), territorio de la ciudad controlado por las embajadas extranjeras, se habían relajado y los galos se centraban en otra zona de Roma, hacia el sur, cerca del Tiber (espacio del Palacio Farnese, actual embajada francesa). Este desplazamiento francés se produce, tal vez, porque el dominio territorial español en el barrio del Pincio no tenía ya vuelta atrás.

Y es que este lugar de la ciudad de Roma, fue escenario de una pugna entre franceses y españoles por su posesión y hegemonía. En la primera mitad del s. XVII, la importancia de la monarquía hispana y el hecho de que se cuente con una sede diplomática permanente, permite a los representantes españoles extender y controlar la zona de influencia alrededor de la embajada, a pesar de la fuerte oposición del papado y, sobre todo, de los representantes de Francia.


Los franceses no cesaron de reivindicar la posesión de la ladera del monte Pincio, una fuerte pendiente con senderos arbolados que unía la “zona española” con la Iglesia de la Trinidad del Monte (Santissima Trinità dei Monti), construida a inicios del s. XVI por el rey de Francia, Luis XII, puesta bajo su protección y a cargo de los frailes mínimos (franciscanos). La posesión de esta ladera también preocupaba al papado que la codiciaba, pero sobre todo a los franceses, que tratan de impedir cualquier intervención papal o española mediante un proyecto de construcción de una gran escalinata para salvar el importante desnivel.

Los representantes españoles no cejaron en ampliar constantemente su cinturón de influencia y jurisdicción. Curiosamente, en 1678 el embajador español marqués del Carpio ya se jactaba de controlar una zona que, además del Palacio de España, incluía a su alrededor más de 800 casas, la iglesia de la Trinidad del Monte, de patrocinio francés, y la empinada y pretendida ladera boscosa que unía la iglesia con la embajada española.

La frontera o límite del barrio cuartel español, estaba señalizado por piedras blancas con las siglas ADS (Ambasciata di Spagna - Embajada de España). En aquel territorio el embajador ejercía plenamente su jurisdicción, como la prohibición de ejercer justicia sin su autorización expresa, la autorización de negocios, el juego, el derecho de poseer guardia propia, etc. Estas prerrogativas dieron lugar a múltiples altercados con el papado y los vecinos de Roma.


Inocencio XI (1676-1689) en 1683 consigue acabar momentáneamente con la mayoría de las jurisdicciones de las embajadas extranjeras, pero sus sucesores vuelven a ser permisibles y

permiten el resurgimiento de los “barrios” alrededor de las delegaciones diplomáticas, hasta su supresión definitiva por la República Romana en pleno siglo XIX, en 1849. Como prueba de la vuelta a las antiguas costumbres, en 1725, un plano de Antonio Canevari (Pianta della giurisdizione del Real Palazzo e Piazza di Spagna), detallaba el perímetro de la jurisdicción española en dicha fecha, en el que se incluye ya la magnífica y conocida escalinata, terminada de construir ese mismo año.


Antes de su construcción, franceses y españoles escogen aquella ladera del monte Pincio, para realizar grandes celebraciones y festejos, entre ellos las fiestas en honor del Delfín Luis nacido en 1661 y, cómo no, el nacimiento del heredero de Felipe IV, el futuro Carlos II, también nacido a finales de 1661. El 2 de febrero del año siguiente, aprovechando el clima festivo del Carnaval, el embajador francés dejó con la boca abierta a los nobles y al pueblo de Roma, con una maravillosa escenografía de fuegos artificiales; dos semanas después y en la misma colina, el embajador español D. Luís Guzmán Ponce de León, montó una gran máquina de fuegos representando el "Carro del Sol".


Delante del Palacio de España, cuyos balcones estaban decorados con damascos rojos, telares pintados y dos grandes escudos, se realizó la fiesta popular, con una torre para fuegos artificiales y una fuente de vino. Este último episodio queda reflejado espléndidamente en una pintura del momento: “Festa per la nascita dell’Infante Don Carlo”, realizada en 1662 por autor anónimo.

En 1564 se realiza un primer proyecto de escalinata por el arquitecto Giacomo della Porta, con el fin de convertir en transitable aquella ladera que, en invierno y con las lluvias, se convertía en un lodazal. Los franceses se opusieron a éste y posteriores planes constructivos, tratando de imponer varias opciones suyas a partir del s. XVII, que contaban siempre con una colosal estatua del Luis XIV, pero la oposición del papado y España fue constante. A la muerte del monarca francés, se retoma el proyecto de construcción, con la aportación económica del diplomático francés Étiene Fueffer y la aceptación de los tradicionales opositores, al eliminarse cualquier opción de realzar la monarquía francesa en la importante obra.



Fue diseñada por Francesco de Sanctis y Alessandro Specchi y realizada entre los años 1723 a 1725. Ejecutada en mármol travertino, cuenta con 135 escalones y una serie de rampas divididas en tres partes. Un gran proyecto que, aunque lo parezca, no es simétrico, ya que la iglesia de la cima no está directamente afrontada con la plaza.

Los arquitectos tampoco se limitaron a construir un elemento aislado, la escalinata se encuentra integrada en el espacio urbano con una amplia perspectiva arquitectónica determinada por los diferentes planos y por los escalones, cuyo perímetro por momentos es cóncavo y en otros lugares convexo, lo que forma un juego de curvas perfectamente armónico, que simula las ondas que se dibujan en el agua cuando esta cae en cascada. Es un “río de escalones” que provoca la ilusión de brotar desde la iglesia que se sitúa en la parte más alta y que va deslizándose lentamente por la pendiente.


Desde la primera terraza, la escalinata se bifurca dejando en su centro un segundo descanso de menores dimensiones que el anterior. Como suele ocurrir en la naturaleza, la fuerza del "agua" busca una salida y se derrama con una fuerza mayor por los laterales, hasta llegar a la última terraza en la que el “agua”, en forma de escalones, brota en su totalidad hacia la Plaza de España. Inaugurada por Benedicto XIII en 1725, la que a veces es denominada “escalera española”, es la más amplia escalinata de Europa y, posiblemente, la más conocida. 



Dos obras realzan esta fantástica gradería: en la cima el obelisco Salustiano, situado frente a la iglesia de la Trinidad, y la Fontana della Barcaccia, enclavada a los pies de la escalinata.

Varios años después de la construcción de la escalera, el papa Pio VI ordenó trasladar e instalar en 1789 delante de la iglesia de la Trinidad del Monte, el obelisco de 14 metros conocido como Salustiano, por haber aparecido en los jardines denominados Horti Sallustiani.

El obelisco parece tiene su origen en el deseo del emperador Adriano de situarlo en la tumba de Antinoo en Tívoli. Se talló durante el siglo III en Egipto, cerca de Asuán, y sin haberse grabado los textos de rigor, fue trasladado por el emperador Heliogáblo a Roma para decorar la spina del Circo Variano. Cada una de sus caras lleva tres columnas de textos jeroglíficos copiados por los artistas romanos del obelisco existente en la Plaza del Popolo.

La fuente situada a los pies de la escalinata, también posee una historia interesante. La Fontana della Barcaccia, inaugurada en 1627 por el papa Urbano VIII, cien años antes de de la construcción de la gran escalera, fue realizada por Pietro Bernini y su hijo, el sorprendente Gian Lorenzo Bernini. Con su particular forma de barca que se hunde, la fuente recuerda la leyenda popular del desbordamiento histórico del río Tíber en 1598, que dio lugar a que un barco de pesca llegara hasta ese mismo punto arrastrado por la crecida del río.


Pero la realidad parece otra. La forma del barco que se hunde parece ser que se concibió por Bernini para resolver el problema de la baja presión del agua en ese punto. Al no ser posible la instalación de grifos, se construyó un vaso ligeramente más bajo del nivel del suelo para conseguir que el agua surgiera sin ningún problema.

A esta sucesión de monumentos que conforma la Plaza de España, se añade la Columna de la Inmaculada Concepción instalada frente al Palacio de la embajada de España. Cuando el 8 de diciembre de 1854 el papa Pío IX proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción, se pensó que no había lugar más apropiado en Roma para levantar un monumento que la Plaza de España, ya que era la nación en la que esta devoción se encontraba ya  profundamente arraigada.

El 8 de diciembre de 1857, Pio IX desde unos de los balcones de la embajada española, bendijo el monumento que se había erigido frente a ella, realizado por el arquitecto Poleti, con una imagen de la Inmaculada fundida en bronce y sobre una columna de mármol de Corinto, conocido por su color como “cebollino”, que había sido hallada en 1778 en el Campo de Marte. 

Cada 8 de diciembre, el Palacio de España engalana sus balcones y ventanas para celebrar la ofrenda florar a la Inmaculada Concepción, a la que puntualmente acude todos los años el papa.

Sobre el espléndido Palacio de España que da el nombre a esta zona de Roma, ya hemos comentado su compra en 1647. A partir de ese momento se inician las obras de mejora y acondicionamiento en las que interviene nada menos que el arquitecto Francisco Borromini, que diseñó la ampliación del palacio y trazó el vestíbulo y la fantástica escalera principal, que tantas aparece en los reportajes.

Puede que el fabuloso tirón turístico actual de ese espacio urbano de Roma, tenga su origen en los siglos XVII y XVIII, en el que el palacio español fue el centro de un mundo fastuoso y alegre de fiestas que animaban también la Plaza de España, escenario de los acontecimientos más brillantes de su tiempo, en los que se mezclaban con el pueblo de Roma artistas y personajes famosos. Esta situación histórica, no hay duda que influyó poderosamente para que desde la plaza española, partan actualmente las calles comerciales más interesantes y famosas de la Ciudad Eterna, entre ellas Vía Condotti.

                   

- Plaza de España. Roma (deviajeporitalia.com)
- Palacio de España. Embajada ante la Santa Sede. Giovanni Paolo Panini.
- Borrromini.
- Alejandro VII.
- Monte Pincio. Gaspar van Wittel.
- Iglesia de la Trinidad.
- Plano "barrio" de España, s. XVIII.
- Inocencio XI.
-Roma Moderna. Panini.
- Roma moderna (detalle Plaza de España). Panini.
- Plaza de España. Panini.
- Benedicto XIII.
- Obelisco Salustiano.
- Plaza de España.
- Monumento a la Inmaculada Concepción.
- Pio IX.
- Plaza de España. Piranesi.





domingo, 27 de enero de 2013

9 de diciembre de 1869: Incautaciones en San Isidoro



A finales del año 1869 el comisionado por el General Serrano, en aquellos momentos Regente del Reino, junto con el secretario del Museo Arqueológico Nacional, un vocal de la Comisión
de Monumentos Históricos y 
Artísticos y un representante del Gobierno Civil de la provincia, procedieron a incautar en la Basílica de San Isidoro de la ciudad, para su posterior traslado a Madrid, concretamente a los fondos del recién creado Museo Arqueológico Nacional (1867), una serie de objetos artísticos.

Los comisionados para llevar a efecto las incautaciones en León, fueron Juan de Dios de la Rada y Delgado y Juan de Malibrán, que redactaron con rigor una “Memoria” que refleja el proceso de “adquisiciones”.

La situación no era nueva. Unos meses antes ya se habían confiscado o “donado” otros objetos de la Basílica, como refleja el acta  26 de enero 1869. Asimismo, a mediados de 1868, D. José Amador de los Ríos, por aquel entonces director del Arqueológico, en su búsqueda de piezas para el recién creado Museo, había localizado e incautado o le fue “regalada”, una espada jineta  de la iglesia de San Marcelo que portaba la imagen del santo titular http://la-jineta-de-san-marcelo.htmlasí
 como dos arquetas románicas de madera de nogal datadas en siglo XIII, del tipo denominado “pacotilla”, procedentes de un taller de Limoges. 

Tienen estructura prismática y tapa a doble vertiente, en la que sobre el alma de madera y mediante remaches, se colocan láminas de cobre dorado y esmaltado. Ambas procedían del muy querido Monasterio de Santa María de Sandoval, aunque fueron “obtenidas” del Convento de  San Marcos de León.

El acta de la incautación de diciembre de 1869, siendo director del MAN, D. Ventura Ruiz Aguilera, que a continuación se transcribe, delata uno de los saqueos de arte más significativos en la ciudad de León:

“NOTA. De los efectos de esta Colegiata trasladados al Museo Nacional por incautación.

En el día nueve de diciembre del corriente de sesenta y nueve, se constituyeron en esta Real Colegiata de San Isidoro, el jefe de sección de fomento D. Vicente Carbonell en representación del Gobierno Civil, D. Juan de Dios de la Rada y D. Juan Malibran como comisionados por S.A. el Regente del Reino para recoger de entre los efectos de que el Estado se halla incautado, los que se considerasen dignos por su mérito artístico o histórico de figurar en el Museo Arqueológico Nacional D. Ricardo Belazquez y D. Ramón Alvarez de la Braña, secretario el primero y vocal el segundo de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de esta Provincia. Y habiéndose hecho presente el objeto de la Comisión por el Sr. Jefe del Fomento a los señores Comisionados D. Fernando Lucas, D. Justo Fernandez y D. Nicolás Alvarez, procedieron los señores de la citada Comisión a designar e incautarse y llevar los objetos siguientes: Un arca de ágata y plata (a), estilo latino vizantino (dejado en poder de los señores Canónigos expresados las reliquias que contenía); así como también otra arquita pequeña que había dentro de esta que se describe. Otra arca de estilo mudejar de plata con varias leyendas (dejando igualmente a los Señores Canónigos las reliquias que contenía) (b). Una caja de marfil, estilo visigodo, con las Bienaventuranzas en el respaldo (c): tiene sobrepuestos adornos de estilo mudejar (entregaron las reliquias que contenía a los mismos señores). Otra caja de estilo mudejar, forma ovalada, con gravados de hoja de yedra (d). Un cofrecito de madera con incrustaciones de marfil (e), figurando vichas, con leyendas de estilo mudejar. Un crucifijo de marfil de estilo románico regalado por el Rey D. Femando y Dª Sancha su esposa (f), cuya leyenda viene al pie. Un códice del siglo catorce al quince, con iluminaciones, procedente de la Biblioteca de este Cabildo. Un cuadro pintado en tabla, que representa la Coronación de la Santísima Virgen y cuyo cuadro estaba colocado en la Sacristía de esta Iglesia. Todos los efectos constan del recibo dado por dicha Comisión al Cabildo.

Es cuanto ha parecido conveniente consignar en este libro de Actas para los efectos consiguientes. León, 10 de diciembre de 1869. Valentín Santiago, secretario.”


En este momento fueron requisadas cinco cajas o arquetas a las que hay que añadir una pequeña que se encontraba en el interior de otra. En total parece que fueron seis piezas, encontrándose alguna de ellas entre las más significativas del mundo medieval. Además de esto, significar la incautación del crucifijo de marfil conocido como de D. Fernando y Doña Sancha, que es una de las piezas artísticas más emblemáticas del Museo Arqueológico Nacional.


Arca de las Ágatas (a): Caja de madera de pino, plata nielada y ágatas, utilizada como relicario. Sobre su estructura prismática una tapa con forma ataudada, con una pequeña base superior para el asa y cuatro vertientes; lleva 57 piezas de ágata cuadradas, rectangulares o circulares; unas planas, otras almohadilladas, todas ellas con guarnición de chapitas de plata cincelada y nielada, formando un sogueado con adornos florales en las uniones y arcos de herradura en las esquinas. Posee una bella bisagra para el cierre, adornada con un vástago. La base, formada por un añadido de plata, es posterior, de época gótica. El asa es moderna, del XIX; la antigua sufrió el saqueo de las tropas francesas.

Los arcos de herradura hacen pensar en un origen musulmán, sin embargo, el sogueado es típico del arte peninsular norteño (asturiano). Hay que recordar,  que el arco de herradura ya se ejecutaba en época romana y visigoda, por lo que posiblemente se trate de una obra realizada en un taller leonés, para albergar alguna importante reliquia.


Arqueta arábiga con tres bisagras (b): Realizada en plata y esmaltes, se utilizó como relicario al llegar a tierras leonesas. Posiblemente data de finales del s. X (Alfonso VI), tiene estructura prismática y tapa ataudada, con dos bisagras en la parte posterior y una delantera de cierre, bellamente ornamentada con dos aves afrontadas. La decoración mediante esmalte es variada, representando motivos cúficos, vegetales y animalísticos.

En la tapa, representación de pequeños motivos vegetales y ocho pavos reales. En las cuatro vertientes una inscripción en caracteres cúficos: “PAZ PERPETUA, GLORIA CUMPLIDA, FELICIDAD PERFECTA Y PROSPERIDAD PARA TODOS”; en el último friso, tallo y hojas serpenteantes.

Este último motivo se repite en el cuerpo de la caja en dos frisos, uno inferior y otro superior, mientras el central contiene otro texto cúfico: “LA BENDICIÓN DE ALAH PARA LOS SUYOS, Y SALUD PERPETUA, GLORIA CUMPLIDA, FELICIDAD COMPLETA, DICHA PERMANENTE, SALVACIÓN PARA SU DUEÑO”.


Arqueta de las Bienaventuranzas
(c):
Cofre de madera y marfil (posiblemente contó con metales preciosos), creado para contener reliquias, de estructura prismática y con tapa ligeramente ataudada. En la cara principal y las dos laterales se desarrollan, en plaquetas de marfil, alusiones al Sermón de la Montaña: el tema de las Bienaventuranzas.

Falta una placa, la correspondiente a: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, … La pérdida y la alteración del orden del resto de placas, se debe a la restauración posterior realizada como consecuencia de los destrozos de las tropas francesas.

Esta acción dio lugar, como hemos señalado, a la pérdida de una placa de las Bienaventuranzas y a la placa decorativa que ocuparía un lateral de la arqueta, que, seguramente y según varias opiniones, pudiera ser el Cristo en Majestad de la colección Larcade, de París.

En esa remodelación y ante la falta de piezas, se modificó el orden lógico de las placas, colocándose tres en el frente y dos en cada lateral, cubriéndose la parte trasera con distintas piezas de marfil de origen islámico, que contienen motivos animalísticos y epigráficos, entre abundante decoración vegetal.

Cada placa de marfil se compone de dos personajes, todos con ojos de azabache, cobijados bajo un arco de medio punto, sostenido por estrechas columnas salomónicas. Uno de los dos protagonistas es un ángel que se representa en clara aptitud de dirigir o advertir a su interlocutor, que le escucha y que, seguramente, son representaciones de personajes bíblicos.

Sobre los arcos se observan construcciones que pueden evocar la Jerusalén celeste. De las ocho Bienaventuranzas se narran de manera abreviada siete, que se incrustan en el interior de los arcos:

“BEATI QUI LUGENT”: Bienaventurados los mansos.
“BEATI QUI PERSECUTIONEM”: Bienaventurados los perseguidos.
“BEATI PACIFICI”: Bienaventurados los que buscan la paz.
“BEATI MISERICORDES”: Bienaventurados los misericordiosos.
“BEATI MUNDO CORDE”: Bienaventurados los limpios de corazón.
“BEATI PAUPERES SPIRITU”: Bienaventurados los pobres de espíritu.
“BEATI MITES": Bienaventurados los que lloran.


Caja arábiga ovalada
(d):
 Esta realizada en plata con decoración nielada de motivos vegetales (yedra). Fechada en el s. XI, es ovalada y posee un bello cierre. En el borde de la tapa registra alrededor una inscripción en caracteres cúficos con una invocación personalizada: “PROSPERIDAD CONSTANTE, FELICIDAD CUMPLIDA, FORTUNA DURADERA Y CRECIENTE, Y VENTURA, SATISFACIÓN, RIQUEZAS, RESIGNACIÓN EN LA ADVERSIDAD PARA ABDU-XÁKIR”.

El parecido de su decoración con las yeserías de la Alfajería de Zaragoza, a base de palmas sobre esmaltado negro, hacen presuponer su origen musulmán-aragonés, y su llegada al Reino de León como botín o tributo al rey leonés Fernando I.


Arqueta arábiga de los perros (e): Realizada posiblemente a finales del s. XI y realizada en madera de alerce, con decoración en taracea. El tema decorativo principal son unos perros afrontados (vichas en el acta de incautación), entre abundantes motivos vegetales, todos realizados en hueso o marfil.

El tema vegetal se encuentra en una doble banda decorativa, en el cuerpo del cofre y en la tapa. En ésta, de forma ataudada, se repiten los motivos vegetales y los lebreles, pero con aves en las esquinas, salvo en sus dos vertientes laterales que se representan asnos. Sobre ellos se repite asimismo la banda geométrica. En la parte vertical de la tapa lleva una inscripción difícil de interpretar, realizada en caracteres nesjí (trazos más redondeados que la escritura cúfica).

Todos sus herrajes tienen forma y maneras hispano-musulmanas, a base de dos bisagras traseras y una delantera de cierre, además de un asa.


Crucifijo (f): Espléndida cruz relicario de marfil, oro y azabache del s. XI, formada por dos piezas: la cruz y la figura del crucificado, cuya espalda está perforada para contener una reliquia de la "Vera Cruz", o sea, se trata de una estauroteca. La forma de cruz latina termina con la tradición hispana de cruces patadas, tan abundante en época visigoda, y que todavía sobrevivió a los primeros siglos de invasión musulmana.

La imagen del Cristo, todavía vivo y expresivo, está tallada en marfil de bulto redondo, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. La cara ovalada en la que resaltan los ojos grandes y abiertos con las pupilas realizados en azabache. Se le representa con barba, las piernas verticales y los pies sangrantes, pero, curiosamente, no se percibe la huella de los clavos. Ha perdido los dedos de la mano derecha y el paño de pureza le cubre hasta las rodillas y está anudado a la cintura con un gran lazo.

La cruz está completamente decorada en la que se representa, en los bordes del anverso, personajes ascendiendo al cielo y otros descendiendo a los infiernos. Entre ellos imágenes de animales y vegetales. Sobre la cabeza del crucificado la inscripción "IHCNAZA/RENVS REX/IVDEORVM", bajo los pies "FERDINADVS REX/ SANCHA REGINA". En el reverso, el Agnus Dei en el centro, en los extremos de ambos brazos abundante decoración a base de roleos, zoomorfos, atauriques y el símbolo alado de los cuatro evangelistas.

Está considerada como la obra cumbre de la eboraria del s. XI, formando parte del tesoro donado por los Reyes de León, Fernando I y D.ª Sancha, por testamento de fecha 17 de diciembre de 1063, a la Colegiata de San Isidoro de León.



- Tríptico de la Coronación de la Virgen con el Niño y ángeles. Marcellus Coffermans. Incautado.

- Juan de Dios de la Rada. Comisionado y presente en la incautación.
- José Amador de los Ríos. Director del MAN en 1868. Protagonista de la "donación" de la jineta de San Marcelo y las dos arquetas de Sandoval que se encontraban en San Marcos.
- Ventura Ruiz Aguilera, director del MAN en el momento de la incautación.
- Acta de incautación de 9 de diciembre de 1869.
- Arca de las Ágatas.
- Arqueta arábiga de tres bisagras.
- Arqueta de las Bienaventuranzas.
- Caja arábiga ovalada.
- Arqueta arábiga de los perros.
- Crucifijo de Fernando I y Sancha.