jueves, 2 de febrero de 2023

Las Candelas y las fiestas de febrero

El rapto de Proserpina – Alessandro Allori


Plutón, el dios del inframundo, se enamoró de la bella Proserpina, hija de Júpiter y Ceres, raptándola y llevándola consigo al Averno. Ceres, al darse cuenta de la desaparición de su hija, la buscó día y noche alrededor del mundo, recorriendo campos, mares, montañas y bosques, alumbrándose en la oscuridad con teas y antorchas. Fue el Sol quién señaló a Ceres el rapto de Proserpina por parte de Plutón. Ésta, indignada, se retiró a uno de sus templos negándose a dejar crecer los frutos de la tierra, poniendo así en peligro el futuro de dioses y hombres. A éstos últimos por la falta de alimento y a los dioses por quedarse sin los sacrificios que cotidianamente les hacían los humanos.

Mercurio fue el enviado de Júpiter para que ordenara a Plutón que permitiera salir del Infierno a Proserpina. Plutón accedió con la condición de que ésta viviera seis meses al año con él, pudiendo permanecer el resto del año con su madre. De esta manera, los meses que madre e hija están juntas, Ceres decora la tierra con flores de bienvenida y, del mismo modo, permite que se llenen de frutos árboles, huertas y sembrados. Pero en el otoño, cuando Proserpina regresa al Hades y abandona a su madre, ésta desatiende la naturaleza que pierde así sus frutos y colores.

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En el mundo romano, las mujeres, en los primeros días del mes de febrero, rememoraban aquella búsqueda de Proserpina por parte de Ceres, utilizando teas y antorchas y dando lugar así a la fiesta conocida como “de las luces”. 

Pero también el mes de febrero era el mes de las fiestas Lupercales, muy celebradas en Roma, que se festejaban el 15 de febrero (ante diem XV Kalendas Martias). Tras los oportunos sacrificios, adolescentes desnudos marchaban en procesión azotando manos y espalda a las mujeres que encontraban en su camino, dispuestas a ser parte de la fiesta lasciva. Utilizaban correas confeccionadas con piel de cabra, a modo de miembro viril, resultando rituales de fuerte contenido sexual encaminados a la fecundidad, pero también a la purificación.

Andrea Camasseiː Fiestas Lupercales, óleo sobre lienzo

Como vemos las tradiciones ancestrales se asemejan y entrelazan. En la ley judía, la madre que había dado a luz un varón era considerada impura durante siete días, a los que había que añadir treinta y tres días de “purificación de la sangre”. En total eran cuarenta días que, en el caso de que el nacido fuera niña, se duplicaban. Al cumplir los plazos, cuarenta u ochenta días según el sexo del recién nacido, la madre debía de llevar al Templo un cordero, un pichón o una tórtola para redimir su “pecado”. Si no fuera posible ofrecer un cordero, podría presentar dos pichones o dos tórtolas, caso de la Virgen María.

Sébastien Bourdon, La Presentación en el Templo

La purificación de las madres en el Templo tenía lugar por las mañanas en el atrio de las mujeres. Allí eran rociadas por el sacerdote con el agua lustral, agua que había apagado las brasas de la hoguera de algún sacrificio, a la vez que se recitaban oraciones al respecto.

Además de la purificación de la madre, la ley mosaica obligaba a la presentación del primer nacido si era varón. Según se cita en el Éxodo: “Le separaréis para el Señor y se le consagraréis”. De esta manera, todos los primogénitos de los hijos de Israel debían ser dedicados a la vida religiosa. Pero al escoger Dios para este cargo a los hijos de la tribu de Leví, estableció que los primogénitos de las restantes tribus no debían servir en el Templo, pero habrían de ser presentados al Señor como ofrenda que se le debía, siendo "rescatados" de la dedicación religiosa con ofrendas.

Giovanni Bellini, Presentación en el Templo

A finales del s. V el papa Gelasio I, con el fin de reemplazar las fiestas lupercales de febrero, que seguían teniendo mucho seguimiento entre el pueblo como fiesta de exaltación sexual y de purificación, además de terminar con la costumbre heredada de la mitología sobre la constante búsqueda de Proserpina, instaura el 2 de febrero la conmemoración de la visita al Templo que celebró la Virgen María a los cuarenta días de dar a luz, dando lugar a las fiestas cristianas de Purificación y Presentación: Las Candelas.

Candela. 2

Pero Gelasio también instituyó el 14 de febrero la evocación del martirio de Valentín ocurrida en el año 270. Según la leyenda, Valentín fue un sacerdote cristiano, anteriormente médico, que se opuso a ley que prohibía a los soldados casarse. El sacerdote desafió al emperador Claudio II celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. En consecuencia, el emperador ordenó encarcelar y asesinar a Valentín.

Gelasio I

Valentín fue martirizado y ejecutado el 14 de febrero del 270. Sobre su tumba Julia, la hija de un oficial romano al que Valentía había devuelto la vista, plantó un almendro de flores rosadas. Desde entonces el almendro es símbolo de amor y amistad duraderos. La festividad religiosa de San Valentín se celebró hasta el año 1969, año en el que Pablo VI decidió eliminarla siguiendo los acuerdos del Concilio Vaticano II, que ordenaba la búsqueda de existencia y detalles reales en la vida de los santos a los que la Iglesia dedicaba un día del santoral.


No se sabe a ciencia cierta cuando empezaron a celebrarse las procesiones cristianas en estos días. Se conoce que en el s. X se celebraba en Roma, con gran solemnidad, la fiesta de la Purificación de la Virgen María, en la que eran protagonistas las candelas y los cirios que se prendían para procesionar, para después llevárselos a casa y encenderlos en situaciones de necesidad.

En la actualidad, quedan varias muestras de esta celebración ritual. En León son varias las localidades que mantienen viva esta tradición: Cea, Grajal de Campos, Villafrea, Campazas, … En la capital, aparte de la tradicional misa y bendición de las candelas el día 2 de febrero en la catedral de Santa María, se celebra la entrañable fiesta de “Los Usías”, tradición que se sitúa en la iglesia de Santa Marina La Real y que tiene sus raíces en la Edad Media, siendo sus primeros protagonistas los nobles leoneses. En este día se realiza la tradicional presentación de los niños nacidos durante el año, con oferta de pichones, que ahora es recogida y participada por el pueblo como pequeña evocación de aquellas primeras fiestas atávicas.


- Rapto de Proserpina. Alessandro Allori.
- Retorno de Proserpina. Lord Leighton.
- Fiestas Lupercales. Andrea Camassei.
- La Presentación en el Templo. Sebastian Bourdon.
- Presentación en el Templo. Giovanni Bellini.
- Las Candelas. San Miguel de Escalada.
- Papa Gelasio I.
- Martirio de San Valentín. Maestro de Cambrai.



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